N. York, 20 de julio de 1118.
“Yo sé que no está usted cansado de hacer cosas difíciles. Y que su juicio claro no se ofusca como el de la gente vulgar, y abarca toda la magnitud de nuestra tarea, y de nuestra responsabilidad.
New York, 1 de febrero de 1893.
Ud. me dijo y así lo trasmitió al General Gómez, que era su deseo meterse por un rincón, en plan solo de Ud. conocido, con unas cuantas cabezas fieles. Ahora veo que aguarda le señale el General lugar donde tomar auxilios de guerra. Como su plan, supongo, será el mismo, tengo para Ud. 50 equipos completos de oficial, para desembarcar y armar el doble, y Ud. me dirá, el punto en que desea recibirlos.
New York, mayo 25 de 1893.
Ya sé que Ud. me conoce el alma bien, y que solo espera de ella lealtad y cariño. Con igual tesón vigilo por nuestra Patria, donde no hay problema que no se pueda resolver con honor y justicia,- y por la gloria de los que la han creado con sus servicios. Precisamente tengo ahora ante los ojos “La Protesta de Baraguá”, que es lo más glorioso de nuestra historia.
New York, mayo 25 de 1893.
Ahora volveré a ver a una de las mujeres que más han movido mi corazón: a la madre de Ud.
Artículo “Antonio Maceo”, Patria, 6 de octubre de 1893.
Y hay que poner asunto a lo que dice, porque Maceo tiene en la mente tanta fuerza como en el brazo. No hallaría el entusiasmo pueril asidero en su sagaz experiencia. Firme es su pensamiento y armonioso, como las líneas de su cráneo. Su palabra es sedosa, como la de la energía constante, y de una elegancia artística que le viene de su esmerado ajuste con la idea cauta y sobria. No se vende por cierto su palabra, que es notable de veras, y rodea cuidadosa el asunto, mientras no entre en razón, o insinúa, como quien vuelve de largo viaje, todos los escollos o entradas de él..
New York, Abril 20 de 1894.
Ud. es imprescindible a Cuba. Ud. es para mi- y lo digo a boca llena y a pluma continua-uno de los hombres más enteros y pujante, más lúcidos y útiles de Cuba. Ni reconozco, ni permito- y no se lo he de permitir- más enemigo de Ud. que el que quisiera oponerse Ud. mismo. Y Ud. es demasiado grande, Maceo. Y Yo, que en hora necesaria dije a Ud. mismo la verdad que sentía, y a nuestra patria le era entonces útil, yo le digo que siento por Ud. cariño entrañable, intimo: como si hubiera-créamelo o no! Nacido en su propia cuna, que lo defendería y mantendría en caso necesario con más brío que a mí mismo…
New York, 3 de Noviembre de 1894.
Ayúdeme Ud. con su sobriedad, como me ha ayudado hasta aquí, para mi orgullo, que está en que todo el mundo le vea y conozca el mérito como se lo conozco yo,-y las varias clases de merito que le conozco.
Noviembre 17-1894.
…y a Ud. previsor, a Ud. con quien he juntado pecho de hermano, -a Ud. cubano, hombre, me dirijo principalmente, para que me ayude en mi sobriedad, y salvemos de todo peligro lo que nos quedaría de haber errado ahora, -contra lo que aun hoy parece innecesario e imposible.
N.Y., 8 Dbre., 1894.
Mi júbilo es silencioso, y Ud. me lo acompaña con el suyo. Mucho hemos padecido, pero ya estamos premiados. No puedo alzar la cabeza; pero Ud. me ayudará de allá con toda su bondad, su ahorro y su cordura.-Y su cariño.
Monte Cristi, 26 de febrero de 1895.
Sr. General Antonio Maceo.
Al General escribo hoy, aun más que al amigo: la guerra, a que estamos obligados, ha estallado en Cuba. Y a la vez que la noticia de ella, que por obedecer a nuestros anuncios y arreglos, nos revela su importancia, y nos llena de solemne deber, recibido de New York la confirmación de su declaración de Ud.- que a quien le conociese menos que yo parecería un obstáculo, injusto e imprevisto, pero que para mí no lo es. El patriotismo de Ud. que vence a las balas, no se dejará vencer por nuestra pobreza.- por nuestra pobreza, bastante para nuestra obligación.
…Y como la ida de Ud. y de sus compañeros es indispensable, en una cáscara o en un leviatán, y Ud. ya está embarcado, en cuanto le den la cáscara- y yo tengo de Flor Crombet la seguridad de que, con menos de la suma ofrecida, puede tentarse con éxito la salida de los pocos que de ahí pueden ir en una embarcación propia, decido que Ud. y yo dejemos a Flor Crombet la responsabilidad de atender ahí a la expedición, dentro de los recursos posible, porque si él tiene modo de que Uds. puedan arrancar de ahí con la suma que hay, ni Ud. ni yo debemos privar a Cuba del servicio que él puede prestar…..El ejército está allá. La dirección puede ir en una uña. Esta es la ocasión de la verdadera grandeza. De aquí vamos como le decimos a Ud. que vaya, y yo no me tengo por más bravo que Ud., ni en el brío del corazón, ni en la magnanimidad y prudencia del carácter. Allá arréglense, pues y hasta Oriente! Cree conocerlo bien su amigo
José Martí.
* Epistolario de héroes, Cartas y documentos históricos, Gonzalo Cabrales Nicolarte. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1996.
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