Una vez más la poeta Basilia Papastamatíu colmó de público la sala de tertulias del Centro Cultural Dulce María Loynaz, en esta capital. La connotada escritora y periodista, como anfitriona desde hace quince años del gustado espacio Aire de Luz, tuvo como invitados a dos prestigiosos poetas: Pedro de Oráa (La Habana, 1948) y Luis Lorente (Cárdenas, Matanzas, 19).

Oriundo de la ciudad de Cárdenas, provincia de Matanzas, en la extensa obra de Luis Lorente se destacan, entre otros, los poemarios Café Nocturno, Aquí fue siempre ayer, Bajo la lluvia (antología poética) y El cielo de tu boca. Posee los Premios Casa de las Américas, Premio de la Crítica y Premio David.

“Cuando Luis Lorente publicó su primer libro en 1975, Las puertas y los pasos (Premio David), fue un título que me agradó tanto leer que decidí entonces escribir una reseña en el periódico Juventud Rebelde, donde trabajaba en aquella época. En su poesía Lorente se vale de todos los recursos formales y estilísticos existentes a partir del Siglo de Oro hasta nuestros días con una legitimadora realidad; se apropia de todo lo que puede servirle a su expresión que parte generalmente de su subjetividad”.

Así destacó Papastamatíu, acerca del poeta, para agregar seguidamente que “imágenes y pensamientos” circulan en la mente de Lorente para expresar con emotividad y seductora escritura sus experiencias existenciales.

De su libro La excepcional belleza del verano –en vías de publicación--, el citado Autor seleccionó algunos de sus poemas entre ellos el titulado Tafia:

Comienza a hacerse agua a descender tardío el corazón

Vuelve a calor, a cara y canto, a mácula (…)

La memoria borrada por la piromanía

Todo se esfuma, todo con el sueño ostentoso de la inmortalidad

Huele a manigua, a palenque, a monte adentro (…)

a rinconera, hueso, desperdicio, puñalada

A ñambia, a asere, a ambia, a monina,

Huele a chivo muerto.

En el caso del poeta, narrador y artista de la Plástica, Pedro de Oráa, perteneciente a la Generación del 50 –Premio Nacional de Artes Plásticas- ha publicado, entre otros poemarios, Tiempo y Poesía, Suma de ecos, Vida secreta de La Giraldilla. Este último, en opinión de la poetisa, aunque pertenece al género narrativo “está lleno de una bella poesía”; Visible e invisible, Sin esperar respuesta.

Cuando se publicó la antología Cifras, de Pedro de Oráa, la poetisa escribió:

“Los versos de su juventud eran versos sobre imágenes díscolas, de riqueza verbal imaginativa; con el preciosismo y el barroquismo que, en aquella época, atraían a tantos de sus contemporáneos –notoriamente a Lezama Lima--, luego su verso se hizo versículo, se expande hasta envolver al lector con su magia. Se regodea en lo obsesivo, en el hedonismo, o succión de la realidad y hasta de necesidades cotidianas como la comida y el sueño (…) La poesía de Oráa comienza a dar cuerpo después de dar historia a lo que nombra. Está gestando una épica que nace de las calles y de la muchedumbre; incursiona decididamente en las contingencias de la vida. Es tanta la rudeza del habla cotidiana (…) que se detiene a hacer un meticuloso retrato de lo urbano y embanderarse plenamente en el coloquialismo, siempre inclinado a la devoción, siempre fiel a su vocación por lo trascendente”.

Callamos

(…) Callamos por temor a la verdad

O callamos porque no queremos compartirla

o callamos por ignorar su espada.

Callamos por maldad o por piedad,

o callamos por indiferencia

Callamos por lúcidos o estúpidos,

o callamos por olvido

Callamos,

porque la verdad no está en nosotros.