A Pedro Díaz Molina, único esclavo que llegó a ser general del Ejército Libertador mambí fue dedicado el espacio sobre temas históricos Memorias de la Guerra, convocado el segundo jueves de cada mes por el historiador doctor Yoel Cordoví, en el Centro Cultural Dulce María Loynaz, en esta capital.
“El orgullo de mi padre fue mi abuelo. Es por ello por lo cual nunca he dejado de hablar sobre ambos”, destacó Pedro Díaz Arcia, nieto del Mayor General mambí de la Revolución del 95 quien, en emotiva intervención ante académicos, investigadores, periodistas y público en general, trasladó recuerdos de su infancia, de su juventud, de su activa participación revolucionaria durante la lucha insurreccional contra el dictador Fulgencio Batista (1952-1958), al igual que de su excelente labor como diplomático en la República del Perú.
“Soy bisnieto y nieto de esclavos, dijo, y me honra la historia de mis ancestros (…) Mi padre me hablaba mucho de mi abuelo (…) Tras la caída del Mayor General Antonio Maceo, en Punta Brava (Pinar del Río), Pedro Díaz Molina permanece en la lucha hasta el último momento realizando una labor incansable de acciones y combates al frente del sexto cuerpo del ejército mambí, hasta producirse el arribo a dicha provincia de las tropas intervencionistas norteamericanas”.
René González Barrios, presidente del Instituto de Historia de Cuba (IHC), expresó que “dentro del generalato mambí Pedro Díaz Molina es uno de los combatientes menos conocidos y estudiados y, sin embargo, llegó a tener el grado de Mayor General; gracias a su prestigio y acometividad llegó a ser uno de los mitos de la Guerra del 95”, expresó y recalcó además que, de acuerdo a un intercambio que se realiza con fuentes militares españolas existía una teoría que afirmaba que, tras la caída de Antonio Maceo, el tristemente recordado general Valeriano Weyler “había logrado pacificar la occidental provincia de Pinar del Río y, sin embargo, esas mismas fuentes han descubierto en los diarios de campaña de la oficialidad hispana y en la prensa de la época que, en dicha provincia en 1897 y, bajo el mando del mayor general Pedro Díaz Molina, se luchó por la independencia de Cuba con las armas en la mano casi el doble que en 1896”.
González Barrios rememoró igualmente la hidalguía de Pedro Díaz quien, “atendiendo órdenes del General en Jefe Antonio Maceo, entrega en 1895 el mando del Ejército Libertador en Pinar del Río al general Rius Rivera (…) Así y, a finales de 1897 y principios de 1898, el Mayor General mambí logró que Pinar del Río se destacase como una de las provincias donde más se combatió”.
Por su parte el conductor de Memorias de la Guerra, doctor Cordoví argumentó que resultaba realmente significativo lo siguiente: “Cuando la Revolución de 1868 se inicia, muchos de los principales grados oficiales los tenían allegados a los líderes mambises —hacendados, terratenientes—, mas al extenderse esta en tiempo y espacio y radicalizarse, éstos también los comienzan a obtener hombres —en su mayoría campesinos pobres—, quienes se destacan por su valor en el campo de batalla. Son los casos de Antonio y José Maceo, de Máximo Gómez, quienes son hombres que se imponen no por el dinero, sino por su valor e inteligencia natural que siempre les acompañó”.
A continuación el también vicepresidente del IHC, enfatizó en que “resulta impresionante cómo la guerra radicaliza y transmite cultura a determinados hombres que poseen talento natural. Algo que se lleva muy dentro. Es por ello que considero importante la realización de un estudio investigativo referido a cómo estos hombres desclasados, humildes, campesinos pobres, llegan a tener un gran intelecto y a poseer una asombrosa ansia de superación”.
Finalmente, el doctor Cordoví resaltó que “historias como la de este esclavo que devino Mayor General mambí constituyen un paradigma para las nuevas y futuras generaciones. Estos han sido hombres a quienes no solo hay que recordarles por su entrega a la causa independentista, sino también por el logro de la Revolución que hoy tenemos.”
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