A los organizadores de la 27 Feria Internacional del Libro de La Habana pueden agradecer los amantes de la buena poesía la presencia por estos días en la capital de la colombiana Piedad Bonnet, cuyas últimas visitas a la Isla estuvieron relacionadas con su obtención en 2014 del Premio Honorífico José Lezama Lima, reconocimiento que al año siguiente le hizo espacio entre los miembros del jurado del concurso literario de Casa de las Américas.
En esa institución, la también narradora, dramaturga y periodista dio lectura en la tarde de este viernes a su más reciente poemario, Los habitados, con el cual ganó en 2016 el Premio Generación del 27 que otorga la Diputación de Málaga, en España.
Este libro sigue cronológicamente al de testimonio Lo que no tiene nombre, en el que la escritora trata de recuperar y de proteger, desde la prosa, parte de los recuerdos dejados en ella por su hijo Daniel, cuyo suicidio a los 28 años de edad, tras una prolongada enfermedad mental, subyace en los poemas de sus obras anteriores: Las herencias y Explicaciones no pedidas.
“Yo pensé que iba a salir de la poesía cuando mi hijo murió, porque mi lenguaje natural es la poesía y porque la poesía es el lenguaje de los afectos. Pero, no. Y la poesía empezó a salir muy lentamente porque no quería regodearme, ni convertirme en la mamá del hijo muerto, ni hacer apología de él. Ni, muchísimo menos, victimizarme.
Entonces lo que hice en Los habitados fue hablar a través de la poesía de los muchos seres humanos que han estado encerrados por los siglos de los siglos; que han sufrido baños de agua helada, que les han puesto shocks eléctricos; que han estado alejados de sus seres queridos Mi hijo, por suerte, nunca estuvo en un hospital mental”
Explicó Piedad Bonnett, en un breve intercambio que sostuvo con la prensa horas antes de su presentación en Casa de las Américas este viernes.
“Resolver eso, poéticamente, no es fácil para nada. Entonces, escribí un libro que es bien corto. Son 40 poemas, algunos de ellos para mi hijo también. Son poemas sobre el dolor, sobre la pérdida, No se puede describir, hay que escuchar lo que el poema dice.
Eso es, básicamente, a lo que he venido: a la entrevista que me harán el domingo a las dos de la tarde en la Sala Nicolás Guillén de la Cabaña, en la que probablemente hablaré de todas las dimensiones de mi escritura y a leer en Casa de las Américas esos poemas que cierran, pienso yo, definitivamente dicho capítulo.
Creo que la crítica tiene razón cuando ha dicho que los últimos tres libros constituyen una trilogía porque mi lenguaje cambió. A partir de la enfermedad de Daniel mi lenguaje poético cambió. Se hizo más seco, más duro, más austero. Espero que jamás melodramático.
Los dos primeros trabajan en cierto modo ese dolor, que era un dolor secreto. Ya este, cuando se pone en evidencia lo irremediable, hace como una curvatura”, explicó en el encuentro con los reporteros.
Ante la pregunta que le realizara el Periódico Cubarte de si tiene en proyecto alguna obra narrativa, la Premio de poesía Poetas del Mundo Latino 2012 respondió:
“Estoy terminando una novela. Casi que me vine a Cuba…Porque me faltan como quince páginas y siempre que salgo pienso que no voy a volver. Se me ocurre que mi novela va a quedar inconclusa.
En ese libro también en el fondo está Daniel, porque en una de sus crisis me dijo que vendía la cámara que tenía como artista plástico que era y se hacía indigente. Lo que me estaba diciendo era que la vida era demasiado dura, que no me preocupara, que él podía sobrevivir como indigente.
Y eso me puso a pensar. Siempre he tenido una empatía grande con los indigentes. No sé por qué. Me pregunto, de ese hombre de la calle, en que momento fue un niño. De su mamá. En qué momento se desarticuló.
Entonces estoy escribiendo sobre un personaje joven que va abandonando. Era un estudiante de filosofía. Qué lo hizo abandonar e ir hacia allá. Y estoy imbricando eso con los falsos positivos, un problema político importante en Colombia, donde el Ejército y la Policía reclutaron más de tres mil muchachos vagos o medio mendigos y los asesinaron para luego hacerlos pasar por guerrilleros. Es uno de los crímenes más infames de la historia de Colombia. Llevo cuatro años escribiendo esa novela”.
Sobre cómo gravita en su sensibilidad de poeta y cómo se refleja en su obra la atmósfera de violencia que durante tantos años se ha estado respirando en Colombia, Piedad Bonnet respondió al Periódico Cubarte:
“Esa parte del país aflora en mi literatura de distintas maneras. A veces de manera muy expresa. Tengo unos poemas sobre la violencia, la masacre, el muchacho perdido.
Digamos que es como una veta en mi poesía que va más allá de lo puramente íntimo, personal, y se hace solidaria con ese aspecto de la violencia colombiana que creo que ningún poeta puede eludir. Es imposible.
En el teatro he trabajado mucho eso porque el teatro es un arte social por naturaleza. El conflicto de la violencia intrafamiliar traspuesta a una violencia nacional es un tema que me interesa mucho. Pero básicamente es en mis columnas de los domingos en El Espectador donde toco la realidad nacional.
En la poesía siempre es difícil para no caer en lo panfletario. Pero siempre está un poquito presente ahí”.
A la colombiana Piedad Bonnet correspondió en la mañana de este viernes abrir en el Pabellón Cuba el acostumbrado programa de encuentros con la prensa de los autores invitados a la Feria Internacional del Libro de La Habana.
La selección no pudo ser más atinada, puesto que se trata de una de las voces líricas de mayor valía en Hispanoamérica, sin dejar por ello de ser también destacables sus incursiones en la narrativa, el teatro y el periodismo, este último desde su habitual columna en El espectador.
En esta misma jornada, pero en el horario vespertino, haría una lectura de Los habitados, su más reciente poemario, en Casa de las Américas; mientras que el domingo a las 2:00 pm en la Sala Nicolás Guillén de La Cabaña, participará en el Encuentro con… que siempre conduce Magda Resik en cada edición de la magna cita literaria.
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