Rachel Valdés: Trabajar en espacios públicos siempre es un reto inmenso, una gran aventura...


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Fotos cortesía de la artista.

Siendo la propuesta curatorial de la 12ma Bienal de La Habana “Entre la idea y la experiencia”, ¿cómo fue el proceso de creación o selección de las obras a participar?

Ciertamente no tuve en cuenta de una forma inminente esta propuesta curatorial de “Entre la idea y la Experiencia”, pero casualmente el tipo de trabajo instalativo que hago guarda mucha relación de cierto modo con esta idea, porque son piezas de carácter público y en esta Bienal la idea principal era llevar el arte a las calles y poder crear un vínculo con el espectador de manera directa, creando nuevas experiencias sensoriales y sacando el arte fuera de sus ámbitos tradicionales.

Me gusta hacer intervenciones públicas, apropiándome de los espacios exteriores y a partir de ahí crear y lograr que el espectador interactúe con la obra, incluso que se introduzca y forme parte de ella. Ya tenía estas dos piezas en curso, y después de haber pasado por todo un proceso curatorial las aceptaron y continué con la producción de las mismas: Cubo azul dentro del proyecto Detrás del Muro y Composición Infinita, en Zona Franca.

¿A qué retos formales y conceptuales se enfrentó?

Pienso que trabajar en un medio como la instalación es algo bastante complejo, y más cuando estás hablando de grandes dimensiones. Sobre todo cuando se trata de intervenir un espacio público, crear para el entorno y su gente.

La magnitud de trabajar en espacios públicos siempre es un reto inmenso porque nunca sabes lo que va a ocurrir hasta la puesta en escena final. El proceso de producción —sobre todo en mi caso, que trabajo con materiales frágiles, espejos, cristales, acero, etc...— siempre es un poco angustioso hasta el último momento porque son piezas muy frágiles que se pueden dañar fácilmente, y más que son piezas que están construidas para que el público pueda transitar sobre ellas. Esto en cuanto a los retos formales.

Respecto a lo conceptual, cada vez que hago una instalación por primera vez y la emplazo en un lugar siempre digo que es como un enigma; porque nunca se sabe lo que va a pasar, no sé cómo van a reaccionar los materiales, no sé cómo van a reaccionar los reflejos, ni el espectador. Por lo general, como trabajo con la propia realidad, las piezas adquieren automáticamente un movimiento, cambian constantemente; de acuerdo a como esté el espacio, estarán ellas.

Para mí siempre es como embarcarme en una gran aventura.

En reciente entrevista comentaba: “Poder compartir con la gente de manera directa y lograr una interacción y un diálogo constante es de los fines más persistentes que tengo”. ¿Qué propone Rachel con los enviroments Composición Infinita y el  Cubo Azul que presenta en esta Bienal?

Ambas piezas son enviroments, como ya bien dices; y son espacios que creo, plataformas para inducir al espectador a determinadas experiencias sensoriales. En el caso de Composición Infinita es todo un espacio ambientado que he creado con espejos en el suelo, en los laterales, y es una pieza que complementa varios sentidos: estoy trabajando con sonido, movimientos, luz y color; son colores que van transicionando uno detrás del otro, paralelamente a un sonido específico que realicé. Esta es una pieza que básicamente se basa en lo que es la percepción humana. He creado una composición con los colores que forman la luz y cada color se va transformando, uno detrás del otro, y va creando una historia que tiene un principio y un fin; pero que es cíclico, como la acción de la vida misma. Una de las cosas más llamativas que tiene esta pieza es esa refracción, esa multiplicación de la imagen, con un efecto de distorsión que al final crea como una especie de repetición infinita, cóncava y convexa.

Y en el caso de Cubo Azul, es un cubo de cristal azul en el cual te introduces y tienes la experiencia de sentir toda la realidad de un solo color.

Provocar un estado, llevarte a otra dimensión, o abstraerte de la realidad u observar esa realidad desde un modo completamente distinto, en muchos de los casos, son inquietudes que tengo como ser humano, cosas visuales, sensitivas, que quisiera experimentar; y las desarrollo, precisamente, para poder compartir esas sensaciones con el espectador. Un día me dije que quería ver todo lo que me rodea de un solo color por una vez en la vida, y al final he tratado de crear esa plataforma para poder compartir con las personas esa sensación.

Composición Infinita es una pieza que te induce a la percepción, a la contemplación, es un enviroment que te traslada como a una especie de limbo. Me interesaba crear una atmósfera que te llevara a concentrarte en un contenido tan simple como es un color, o una figura geométrica específica, o verte a ti mismo reflejado infinitamente.

Las bienales, en tanto uno de los eventos más complejos del mundo de las artes, requieren no solo del empeño cultural del convocante, sino de una sólida plataforma organizativa. Realizar una bienal de arte en medio de nuestras actuales condiciones de vida, ha sido catalogado por muchos como épico, milagroso. ¿Cómo ha sido el proceso de traslado, montaje y emplazamiento de sus obras en esta duodécima edición de la Bienal de La Habana, y el apoyo de las instituciones que han intervenido?

En mi caso ha sido todo una inversión personal, donde mi asistente de producción me ha apoyado y hemos podido conseguir los materiales en Barcelona, los hemos traído a La Habana y hemos comenzado el emplazamiento y el montaje de dichas piezas. Por supuesto que ha sido un proceso tedioso y tenso porque, como bien dije anteriormente, son materiales muy frágiles. Pero, por suerte, todo salió como esperábamos.

¿Dónde podrá el público encontrar sus piezas? ¿Considera sus ubicaciones oportunas?

La pieza Composición Infinita está ubicada en La Cabaña bajo el proyecto curatorial de Zona Franca, emplazada en la Bóveda A-13; Cubo Azul está situada en el malecón habanero, específicamente en Malecón y Galeano. Considero que las ubicaciones han sido las idóneas, estoy muy satisfecha con el emplazamiento de ambas piezas.

Por estos días una nueva instalación del proyecto Reality, emplazada anteriormente en la Plaza Vieja en ocasión de las celebraciones por el 30 Aniversario de la Bienal de La Habana, se encuentra en los jardines del Ministerio de Cultura. ¿Cómo llega a estos predios y qué significa para usted?

Sinceramente, para mí es un enorme honor poder tener emplazadas unas piezas como estas dentro de una institución como el Ministerio de Cultura de Cuba. Y me enorgullece poder compartir espacio con otros artistas de distintas generaciones como son Villa o Kcho.

¿Qué implica para usted estar presente nuevamente en la Bienal de La Habana, teniendo como antecedente su participación en el proyecto colectivo Detrás del Muro y la exposición de su intervención pública Happily Ever Aft? ¿Qué le sigue?

Pienso que para mí es un honor que me hayan vuelto a invitar a participar en esta Bienal de La Habana. Ciertamente es un verdadero placer y una oportunidad única de poder intervenir nuevos espacios y compartir con el espectador de una manera distinta, incluso más directa, para crear nuevas experiencias e intercambiar ideas, opiniones y sensaciones. Nunca va a dejar de ser verdaderamente enriquecedor para mí poder participar en un evento como este.

En la Bienal pasada mi pieza Happily Ever After tuvo una buena repercusión, y pienso que esta vez han sido —al igual que en la anterior—, unas piezas muy inclusivas e interactivas. El hecho de poder compartir con la gente una vez más, ha sido para mí verdaderamente único.

Lo siguiente es continuar trabajando con mi discurso, y poder seguir teniendo la oportunidad de materializar mis ideas y poder compartirlas con el espectador. Estableciendo esa infinidad de posibilidades perceptivas y sensoriales que se pueden transmitir a través del arte.


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