“Reinsertar es volver a ser parte”: Proyecto Quisicuaba, prácticas de bien, ayuda al prójimo y responsabilidad ciudadana


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No hay una obra más humana que la comunitaria, y por ello, los principios y valores del proyecto Quisicuaba fueron el tema principal de otra de las entregas del programa “A la hora de Lola”. El Proyecto Quisicuaba es una institución de la sociedad civil cubana que ha devenido en una proyección comunitaria con más de 30 obras sociales a nivel de país, y uno de sus referentes importantísimos resulta el único museo de Cuba especializado en la conservación de la memoria histórica de la nación cubana. La institución es religiosa, sí, pero su proyección está dirigida a la comunidad de manera no lucrativa y han creado articular un programa de reintegración social muy loable.

Sin dudas, las comunidades cubanas cambian de Centro Habana al Cerro, y no podemos hablar de los mismo temas o determinantes sociales; sin embrago, la gran mayoría de sus proyectos son espacios académicos con valores universales y patrios que implementan el pensamiento de la práctica del bien desde un sustrato también de corte investigativo, a través de tesis de pregrado y posgrado que se conjugan con un propósito más elevado de participación ciudadana responsable.

El Dr. Enrique Alemán, Premio de Cultura Comunitaria, y dos colaboradores de su equipo hablan de esta prestigiosa labor que tanto necesita Cuba. Dayamica Cabrera, coordinadora del Grupo de especialistas principales de Museología del Proyecto Quisicuaba  y Jorge Enrique Coloma, miembro también de su grupo rector enfocado en el apoyo a personas con VIH del municipio de Centro Habana, son los otros dos invitados.

De esta manera, todo lo que se conoce como obra social o programa de reinserción para esta institución se resume en un concepto: “la práctica del bien y la ayuda al prójimo”, y la expresión tangible del precepto martiano de “con todos y para el bien de todos”.

Dayamica Cabrera resume la idea del surgimiento del nacimiento del museo relatando cuando la asociación pertenecía a una familia con una tradición dentro de su comunidad de ayuda al prójimo. Toda la colección, explica, es patrimonio familiar puesto al servicio social y para la declaratoria oficial de la categoría de museo se tuvo en cuenta esta trayectoria:

“Centro Habana lamentablemente no tenía un museo donde mostrar sus colecciones y Quisicuaba asumió todo este reto. Esa simboliza la importancia de la sociomuseología que trabajamos desde el proyecto; porque no es solo un templo religioso o una casa de familia, hablamos de una comunidad. Trabajando en el Centro Provincial de Patrimonio nos llega la propuesta a petición de las firmas colectivas del propio barrio, pues no parte de la institución como tal sino como un reclamo legítimo comunitario”.

Quisicuaba creó incluso un comedor social en Maloja para las familias de dura situación social y en vulnerabilidad, y esta es otras de la iniciativa que cohabitan gracias a un gigantesco grupo gestor donde también existen muchos voluntarios.  Habitantes de la calle, personas en alcoholismo, familias muy numerosas y en gran medida disfuncionales, todos son atendidos allí.

“Tenemos el comedor social, el programa de madres solteras con más de tres hijos, los temas relacionados con la comunidad viviendo con VIH y sus familias, el programa de cuidadores de pacientes crónicos, la comunidad sexo género diversa con su entorno, la discriminación por el color de la piel, la prevención de salud, la atención a jóvenes transgresores de la ley y a la tercera edad. Hablamos de un abigarrado collage de formas de ser y de actuar en capacitación constante y capacidad de residencia. Pero no es solo el alimento que se brinda allí, sino los talleres de soporte de ayuda mutua y el vínculo estructural de la mano de gestión del gobierno de la cuidad.  Reinsertar es volver a ser parte”, enfatiza Enrique Almenán.

Hay que pasar definitivamente por allí y es que uno de los aspectos más importantes de este proyecto es la sustentación de la experiencia como práctica. Por su parte, Jorge Enrique Coloma, otro de los colaboradores, era un vecino del proyecto que se interesó por formar parte de este, y ya van 23 años desde aquel entonces:

“Realizamos actividades para niños afectados que viven con personas que tienen VIH y muchas capacitaciones para la red HCH, que incluye el trabajo de prevención para personas del mismo sexo que mantienen relaciones sexuales. Formamos promotores voluntarios para prevenir las ITS”, agrega.

Al analizar la estructura de la evolución de esta iniciativa hay que mencionar cómo todo empezó en una fecha tan lejana como 1939, con la historia familiar de ayuda comunitaria en la casa de la abuela del Dr. Alemán, en la barriada de los Sitios.  Es a partir de la década del 90 que entonces un Enrique muy joven como líder se incorpora y le concede poco a poco este carácter de proyecto. En el llamado Período Social también estas obras sociales tuvieron un boom, y ahora en el periodo de Covid y otras situaciones especiales de desastre está su experiencia como sociedad civil fundadora. Quisicuaba trabaja con una Cuba de rostro actual, real, desde la teoría y la práctica, con presupuestos morales y espirituales que le han hecho ganar el prestigio que ostentan hoy.

 


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