¿Eres una corresponsal de guerra o una esposa en mi cama?, escribió Ernest Hemingway a Martha Gellhorn hacia el final de su tormentoso matrimonio, el tercero para el escritor.
Esta y otras palabras íntimas, contenidas en las pocas cartas que se conservan entre los dos novelistas, fueron reveladas durante la segunda jornada del XV Coloquio Internacional dedicado al Premio Nobel de Literatura, que tiene lugar en La Habana hasta el próximo 21 de junio.
“Lo suyo fue el choque de dos egos competitivos que terminó destruyendo su relación”, afirmó Sandra Spanier, profesora de la Universidad Estatal de Pennsylvania y líder del proyecto Cartas de Hemingway, que realiza una edición revisada de más de seis mil misivas recogidas en 17 volúmenes, de los que ya dos han visto la luz.
Traído al protagonismo público nuevamente gracias al estreno reciente de un biopic titulado Hemingway & Gellhorn (protagonizado por Clive Owens y Nicole Kidman), este matrimonio, cuyo aniversario 75 se cumple este 2015, significó para el autor de Por quién doblan las campanas el encontrar a la que se dice fue su última real alma gemela, demostrado por el gran amor que se desprenden de lo escrito por el narrador a Martha, a quien –según reveló Spanier- apoyó en sus proyectos literarios y exigió que no le rompiera el corazón y se casara con él.
“Aunque obviamente falta mucho para que lleguemos al período en que Hemingway y Martha se conocieron y casaron (1936-1944), pues la próxima compilación abarca desde el 1926 a 1929; hemos querido compartir algunos extractos de las misivas enviadas por Hemingway: cándidas, espontáneas, y sin intención de publicación, las cuales representan todo un tesoro de información.”
Martha Gellhorn, con la que Spanier llegó a trabajar en la década de 1990, fue especialmente importante en la historia del novelista, aunque luego de su divorcio, - la corresponsal de guerra lamentaría toda su vida ser reconocida como “la tercera esposa de Hemingway”- Martha evitaría toda mención de su ex esposo ante ella y él siempre la recordaría con amargura punzante.
“Especialmente en Cuba fue importante, porque fue ella quien descubrió Finca Vigía entre los anuncios clasificados, y convenció a Hemingway, quien al principio estaba renuente, de alquilarla y mudarse allí. Fue la responsable de la transformación de la descuidada casa en el hogar que tanto amó Hemingway y en el que vivió durante mucho más tiempo que en cualquier otro lugar a lo largo de su vida.”
Los apodos cariñosos compartidos, los ruegos de que volviera a su lado, las frases tiernas y la manera en que le aseguraba a Martha su talento al escribir, sin duda muestran otra faceta en el hombre misógino y de mal talante que muchas veces se describe si se habla del Premio Nobel.
“Estas cartas proyectan una nueva luz sobre la dinámica de su relación (antes, durante y después de su matrimonio) y permiten comprender mejor las muchas caras de la compleja personalidad del escritor”, aseguró Spanier.
La única desventaja es que todavía habrá que esperar varios años para verlas reunidas y publicadas de manera oficial en uno de los tomos del Proyecto.
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