Revoluciones en la primera mitad del siglo XX en América (III)


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La Revolución del 30 en Cuba

En mi consideración, la Revolución del 30 en Cuba sí fue una revolución, aunque fracasada; no solo una situación revolucionaria. Y si bien creo que pocos disentirían conmigo en que se inició con la huelga del 20 de marzo de 1930, sí existen muchos criterios de cuándo concluye ese convulso proceso. Para algunos, es la huelga del 7 de marzo de 1935, o la muerte de Antonio Guiteras, el 8 de mayo del propio año. Para mí, es el 10 de octubre de 1940, cuando asume la presidencia de la república constitucionalmente Fulgencio Batista Zaldívar por la Coalición Demócrata Socialista, y es la Constitución de ese año el mayor logro de la revolución, aunque haya sido violada e incumplida a posteriori. En segundo lugar, el otro logro significativo fue el Gobierno de los Cien Días. 

Los que ven a las revoluciones como hechos violentos relacionados con la toma del poder político, se refieren a la Revolución del 33, y no a la del 30, suponiendo que los hechos revolucionarios de la época son la caída del presidente Gerardo Machado Morales —el 12 de agosto de 1933 mediante la huelga general— y el golpe del 4 de septiembre, ese mismo año.   

Para mí, el proceso revolucionario de los años 30 en Cuba tiene tres etapas: del 20 de marzo de 1930 al 12 de agosto de 1933; de esa fecha al 8 de mayo de 1935, y de entonces al 10 de octubre de 1940. Y no está desvinculado de cierta forma de los procesos revolucionarios de nuestra área geográfica más cercana: la Revolución Mexicana, la guerrilla de Augusto César Sandino en Nicaragua, la lucha contra la tiranía Trujillista en República Dominicana y el movimiento campesino liderado por Farabundo Martí en El Salvador, y un poco más lejano el movimiento del APRA en el Perú, entre otros. 

Por otro lado, la crisis económica del capitalismo de 1929 al 1933, conocida como el crack del 29, que afectó muchísimo a la economía estadounidense tuvo un gran reflejo en la economía cubana, periférica y dependiente de la norteña. Precisamente una coincidencia histórica ha permeado ciertos análisis de falta de objetividad al analizar la administración del general Machado.

¿Un Machado bueno y otro malo?

Sucede que Machado accede a la primera magistratura de la nación el 20 de mayo de 1925 por el Partido Liberal, para cuatro años de gobierno. Convoca con éxito al “Cooperativismo” entre su partido, el Conservador, de Mario García Menocal y el Popular, de Alfredo Zayas Alfonso y concilian en 1928 una cuestionada reforma constitucional en 1928 que dejó viva a la Enmienda Platt y no trajo ninguna transformación estructural de la república, sino apenas cambios cosméticos, superficiales e intrascendentes, excepto la “prórroga de poderes” que establecía que, en 1929, al concluir el mandato, todos los cargos públicos se prorrogaban sin elecciones de por medio por seis años más, hasta 1935. Por lo tanto Machado toma posesión para un segundo gobierno el 20 de mayo de 1929, sin consulta popular, y así senadores, representantes, gobernadores, alcaldes y concejales. Coincidió el crack con este hecho, y eso ha promovido el criterio de “un Machado bueno” en su primer gobierno y “un Machado malo”, en el segundo. 

Machado fue malísimo siempre, desde que arribó al poder, prometiéndole a sus amos de Washington en una visita previa que una huelga en Cuba no duraría 15 minutos durante su mandato, y ordenó asesinar al periodista conservador Armando André, al segundo día de su gobierno, por ser opositor en su campaña electoral. Para colmo, ese fue el estreno de la denominada oficialmente Liga Patriótica, que sería llamada popularmente “la porra machadista”, un grupo paramilitar asesino, que disparó decenas de balas al periodista delante de su esposa e hijos en plena vía pública habanera y fue el inicio de infinidad de crímenes en lo sucesivo.

El poeta y abogado Rubén Martínez Villena llamó a Machado “asno con garras”, y el estudiante universitario Julio Antonio Mella “Mussollini Tropical”.

Lo que mueve a la confusión en algunos y a la tergiversación en otros, es que ciertamente Machado es el primer presidente que llega con un plan económico y social al poder, según el criterio de la historiadora Francisca López Civeira, que comparto, el cual desarrolló fundamentalmente en su primer mandato como el amplio Plan de obras públicas por todo el país y en La Habana como estandarte, en el que le acompañó su ministro de Obras Públicas Carlos Miguel de Céspedes, que fue más lejos que su consigna electoral “agua, caminos y escuelas”, y que le dio empleo a muchos obreros temporalmente. 

A ese plan de obras públicas tan diverso vienen asociados muchos elementos que califican a su gobierno como una administración moderna en realidad, entre estos, el primer plan director para el ordenamiento territorial y urbano de La Habana y la creación del Distrito Central de La Habana.

En política macroeconómica estableció una reforma arancelaria, promovió la reducción de la zafra azucarera de acuerdo con los compromisos del mercado y la diversificación agrícola e industrial para enfrentar el monocultivo y la subindustrialización.

Todo esto se complicó con la crisis económica generalizada del capitalismo a partir de 1929, el incremento de la desmedida represión del régimen machadista al movimiento obrero y estudiantil y su prórroga de poderes.

La pobreza llegó a extremos. A un cortador de caña le pagaban 20 centavos por una arroba limpia de cogollos en la pesa del central, y no le abonaban en monedas sino con vales y fichas para uso exclusivo del comercio del lugar. A los estibadores del puerto les pagaban salarios irrisorios por cargar o descargar un barco y no tenían trabajo siempre. El “listero” llamaba a trabajar cuando pasaba lista a quien convenía, y a muchos le sometían al “caballaje” que consistía en permitirle trabajar, pero pagar un por ciento del depreciado salario al “caballo” que era el mismo listero. 

Las comidas del pobre eran harina con boniato y pan con timba (pan con guayaba), y en ocasiones, una sola vez al día, pues a veces no podían pagar una libra de arroz que costaba un centavo ni otra de azúcar que se vendía a dos centavos, ni podían pagar una taza de café en una cafetería cuyo precio era tres centavos. Caminaban largas distancias dentro de la ciudad o de una localidad a otra, porque no podían pagar el tranvía, el tren o la guagua cuyos pasajes costaban tres centavos y la frecuencia del servicio era de pocos minutos “uno detrás del otro” como decían popularmente.

El servicio eléctrico no lo podían pagar todas las familias por sus tarifas leoninas, existiendo muchas viviendas en áreas de las ciudades, amplias zonas suburbanas y rurales y muchas casas dispersas carentes de ese servicio, y mucho menos el de la telefonía, en manos de sucursales yanquis: la Compañía Cubana de Electricidad y la Cuban Telephone Company, subsidiarias respectivamente de la Bond and Shire Electric Company y la International Telephone and Teleghap (ITT). La situación general se hizo insostenible.

Violencia revolucionaria contra violencia gubernamental y lucha popular contra la pobreza y la explotación: la Revolución y la falta de unidad 

La huelga general fue el método revolucionario más empleado en el período. Cuatro huelgas significativas marcan el proceso: la del 20 de marzo de 1930, la del 30 de septiembre del propio año, la del 6 al 12 de agosto de 1933 y la del 7 de marzo de 1935.  

La del 20 de marzo de 1930 fue el detonante revolucionario. Organizada por el Partido Comunista y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC), al frente como secretario general de ambas organizaciones ilegalizadas, Rubén Martínez Villena. 

El Partido Comunista se fundó el 16 de agosto de 1925 y su primer secretario general, José Miguel Pérez fue deportado por la tiranía. La CNOC se fundó en 1926 como sucesora de la Federación Obrera de La Habana (FOH), pasando a secretario general de la nueva organización el mismo de la FOH, el obrero tipógrafo Alfredo López Arencibia, asesinado por la tiranía. Villena asumió la máxima dirección del partido y de la central obrera en 1927, tenía 30 años.

El 30 de septiembre de 1930 ocurre la primera gran huelga estudiantil organizada por la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), organización que había sido fundada en 1922 por Julio Antonio Mella, a la postre, uno de los fundadores del Partido Comunista, asesinado en México por órdenes de Machado el 10 de enero de 1929 a los 25 años. Esta huelga dio el primer mártir estudiante: Rafael Trejo.

La revolución se caracterizó por la falta de unidad entre las fuerzas revolucionarias y opositoras. Por un lado, la oposición burguesa integrada por menocalistas o conservadores (Partido Conservador, de Mario García Menocal) y mendietistas o nacionalistas (Conjunto Nacional Democrático, de Carlos Mendieta Montefur), actuaron siempre a la sombra de la embajada yanqui con su embajador Summer Wells como tutor, que tenía la misión de su gobierno de mediar entre esta oposición y Machado. Escenificaron el ridículo alzamiento de Río Verde en 1931, única acción insurreccional en que participarían. Apostaron en lo sucesivo por la solución política del conflicto bajo el mando de Wells.

La oposición revolucionaria estaba dividida varias veces. Había tres tendencias tácticas en ella: la insurreccional, la huelguística y la de atentados y sabotajes. Desde el punto de vista ideológico, estaban los comunistas, los socialdemócratas y los reformistas.

La tendencia insurreccional la encabezaba Antonio Guiteras Holmes, graduado en 1929 de doctor en Farmacia por la Universidad de La Habana, a los 23 años. Pertenecía al Directorio Estudiantil Universitario (DEU) desde su fundación en 1927, pero cuando se produjo una escisión en sus filas, por su dirección reformista y se formó el Ala Izquierda Estudiantil, pasó a integrarla.

Se enroló en el alzamiento de Río Verde y se decepcionó de la oposición burguesa, entonces fundó en 1932 una nueva organización, Unión Revolucionaria (UR), con un programa de lucha armada insurreccional y una propuesta de programa de gobierno socialista y antiimperialista, aunque no estaba vinculado a los comunistas.

UR formó una guerrilla y se alzaron en armas el 24 de febrero de 1933 en la región oriental, y el 29 de abril atacaron y tomaron el cuartel de la Guardia Rural del pueblo de San Luis y planificaron bombardear el cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, sede del regimiento No. 1 Maceo, del ejército, pero les sorprendió la huelga general de agosto y la caída de Machado. El nuevo presidente, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, nombró a Guiteras gobernador de la provincia de Oriente, cargo que desempeñó hasta que el 10 de septiembre es llamado por Ramón Grau San Martín, nuevo presidente, para ocupar la Secretaría de Gobernación, y más tarde le adiciona la de Guerra y Marina. Se convirtió en la segunda figura del gobierno, llamado “de los Cien Días” o “Grau-Guiteras” y el más revolucionario de sus integrantes. 

La tendencia huelguística era la del Partido Comunista y la CNOC. De hecho, hay que reconocer que fue exitosa en agosto del 33 cuando se agudizó la crisis y en seis días lograron la salida del tirano. Se lanzó la huelga el día 6, al siguiente, el gobierno, queriendo ganar tiempo, publica la noticia de que Machado se ha ido, que ha abandonado el país y el pueblo sale a la calle a celebrar la victoria y son ametralladas las masas desde varios edificios públicos, pero con eso, la tiranía se dio su propio tiro de gracia. El día 12 el sátrapa sale para Nassau, Bahamas. Los comunistas y los líderes sindicales y obreros que habían logrado la victoria no se acercaron al poder político. Mr. Summer Wells estaba moviendo sus hilos y lograba colocar en la presidencia a Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, el secretario de Gobernación, tal vez con el criterio de que, siendo hijo del Padre de la Patria, sería el idóneo.

Los estudiantes y profesores universitarios estaban divididos entre reformistas y radicales que, es decir, entre el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) y el Ala Izquierda Estudiantil. En el primero, Ramón Grau San Martín, Carlos Prío Socarrás, Eduardo René Chibás Rivas… del otro lado, la absoluta mayoría.

Entre Unión Revolucionaria, el Partido Comunista, la CNOC, el DEU y el Ala Izquierda Estudiantil, no existían vínculos ni coordinación. Era total y fatal la falta de unidad entre las fuerzas revolucionarias. Terreno ganado por Wells y la mediación.

El ejército estaba dividido, la cúpula castrense, los coroneles y generales, eran mayoritariamente machadistas y siempre hubo una parte de los alistados y las clases, o sea, soldados y sargentos, de parte del régimen, pero la mayor parte estaban descontentos. 

Si algo diferenció a la tiranía de Machado de la que vendría después, la de Batista, es que una no tenía de su parte a las fuerzas armadas. La otra siempre las tuvo de su parte mayoritariamente, y se debe a que el origen de Batista fue el ejército, era sargento, mientras Machado aunque general de la guerra de independencia, después en la república fue siempre un político y aunque los dos eran de orígenes humildes, Batista lo tenía más cerca. Machado ya se había olvidado hacía mucho tiempo de ello.

El movimiento de clases y soldados, partiendo del propio Estado Mayor en el campamento de Columbia, tenía sus propias reivindicaciones como el aumento del sueldo, el cambio de uniforme y otras cuestiones relacionadas con las condiciones de vida y de trabajo y fue un movimiento revolucionario autóctono inicialmente que apoyó la caída del tirano y posteriormente, el 4 de septiembre, derrocó también a Céspedes. 

Fulgencio Batista Zaldívar, sargento-taquígrafo bilingüe del Estado Mayor, no era el líder fundador del movimiento, pero después se le confió la dirección al ser el complotado de mayor categoría ocupacional y conocimientos. Ascendido a coronel y promovido a jefe del ejército, desató sus ambiciones y se convirtió en el “hombre fuerte” de la embajada yanqui y en su garante.

Un gobierno revolucionario y la sombra de Batista

Fulgencio Batista Zaldívar entró en la historia de Cuba el 4 de septiembre de 1933 y saldría de ella en la madrugada del 1ro de enero de 1959, 25 años bajo su sombra. Fue jefe del ejército del 33 al 40, presidente de 1940 al 44, senador del 48 al 52 y nuevamente presidente del 52 al 58. Batista fue la figura clave de la contrarrevolución y el imperialismo que terminó definitivamente con la Revolución del 30.

Ensombreció todo el tiempo al gobierno revolucionario de Grau-Guiteras hasta que lo derrocó con un golpe militar del 15 de enero de 1934. Reprimió todo lo que quiso. A la cúpula militar machadista acantonada en el Hotel Nacional, a los miembros del Partido ABC reunidos en el castillo de Atarés, al pueblo organizado por los comunistas acompañando a las cenizas de Mella el 29 de septiembre de 1933, a los huelguistas el 7 de marzo de 1935, a Antonio Guiteras Holmes junto a Carlos Aponte el 8 de mayo de 1935 y orquestó la destitución del presidente Miguel Mariano Gómez en el Congreso de la República en 1936. 

El logro mayor de la Revolución, además de la Constitución del 40, fue el gobierno revolucionario Grau-Guiteras o de los Cien Días (10 de septiembre de 1933 al 15 de enero de 1934), que estableció varias medidas de beneficio social, sobre todo en política laboral: la jornada de 8 horas, el salario mínimo fijado en 40 pesos y la nacionalización del trabajo estableciendo que no menos del 50 % de los trabajadores de cualquier entidad tenían que ser cubanos. En política social: las rebajas de las tarifas de electricidad y teléfonos y ante la negativa de cumplirlas por las compañías respectivas, se decretó la intervención de ambas. 

En una misma etapa histórica encontramos a Antonio Guiteras en Cuba y Lázaro Cárdenas en México enfrentando a los monopolios norteamericanos.

La aprobación del voto femenino es también otro resultado de la Revolución del 30.

El 16 de enero de 1934, al siguiente día del derrocamiento del gobierno de los Cien Días, muere el dirigente comunista Rubén Martínez Villena y el obrero zapatero Blas Roca Calderío asume la dirección del Partido Comunista.

En 1938 se legalizaron el Partido Comunista y la CNOC. La central obrera da paso a la creación de otra nueva, el 28 de enero de 1939: la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC), con el líder de los torcedores tabacaleros y comunista Lázaro Peña González al frente, mientras el Partido Comunista se fusiona con Unión Revolucionaria y forman, también en 1939 el Partido Unión Revolucionaria Comunista (PURC).

Tras el derrocamiento del gobierno de los cien días, sus dos principales figuras toman caminos diferentes. 

Ramón Grau San Martín funda el 5 de febrero de 1934 el Partido Revolucionario Cubano, nombre homónimo al partido que fundara Martí en 1892para hacer la independencia de Cuba y auxiliar la de Puerto Rico. Se autodeclararon “auténticos revolucionarios como Martí, de ahí el nombre de nuestro partido”. Por eso se conocieron en lo adelante como Partido Auténtico o PRC(A). 

Antonio Guiteras crearía la organización insurreccional TNT, de efímera duración y finalmente la Joven Cuba.

Bajo la presidencia de Federico Laredo Bru, coronel del Ejército Libertador Cubano, se realizaría la asamblea constituyente con 71 delegados de 14 partidos políticos. La mayor delegación, fue la del PRC(A) con 16 delegados. La del PURC tuvo 8, que jugaron un extraordinario papel en defensa de los logros de la clase obrera durante la revolución.

Además de consagrar lo logrado en política laboral y social desde el gobierno de los Cien Días, el texto constitucional garantizaba la semana laboral de 44 horas con pago de 48, el descanso retribuido anual y el retiro por jubilación. Se proscribía el latifundio —esencial para una posterior ley de reforma agraria— y la discriminación racial. La nueva carta magna de la república era progresista y garantizaba las transformaciones de la revolución. 

Promulgada la Constitución y celebradas elecciones el 1ro de junio de 1940 sale electo Fulgencio Batista Zaldívar por la Coalición Demócrata Socialista. Su gobierno no hizo nada por aprobar las leyes complementarias necesarias para cumplir la Constitución. Tampoco lo hicieron los gobiernos del Partido Revolucionario Cubano (Auténtico) entre 1944 y 1952. La revolución fue traicionada y la mesa fue servida para reaparecer Batista con su golpe de estado del 10 de marzo de 1952. Entonces, entró Fidel Castro Ruz en la historia de Cuba.

La Revolución del 30 demostró la necesidad de la unidad de las fuerzas revolucionarias como garantía del triunfo. La cesión de los liderazgos hacia la figura más capacitada y descollante, capaz de movilizar a todos los revolucionarios aun sus distintas filosofías e ideas. La importancia, en aquellas circunstancias, de una sola estrategia de lucha y no una diversidad de ellas. La no injerencia extranjera y la necesidad de un nuevo ejército y no aquel que habían creado los norteamericanos durante su primera ocupación. Sin la experiencia de los años treinta no hubiera habido un 1959.  


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