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Reynaldo García Blanco: “La poesía es un acto de salvación”


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Dentro de los participantes en el recién concluido II Encuentro Nacional de Poesía convocado por la UNEAC se encontraba Reynaldo García Blanco (Venegas, 1962), quien a inicios del actual año sumó a su palmarés como escritor el Premio Casa de las Américas con el poemario Esto es un disco de vinilo donde hay canciones rusas para escuchar en inglés y viceversa.

Al momento de recibirlo, Reynaldo lo dedicó a sus compañeros de los Talleres Literarios, aquellos que lo acompañaron hace más de tres décadas, cuando a menudo lo veían andar, siempre con un libro bajo el brazo, por las inmediaciones de la Biblioteca Provincial de Sancti Spíritus.

¿Cómo es que se produce el acercamiento a la creación poética de un muchacho campesino, sin ningún tipo de antecedentes intelectuales en la familia?

De niño fui un gran lector. Y cuando digo gran lector es porque leía cualquier cosa que llegara a mis manos, ya que mis padres no tenían una formación intelectual que les posibilitara indicarme buenas lecturas.

De manera paulatina me acerqué a la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena de Sancti Spíritus, y allí encontré personas maravillosas que me inclinaron a leer buenos libros. Entre ellas estuvo Marta Picart, una bibliotecaria que fue muy importante en mi formación.

En ese momento, no sé si existe todavía, había un sistema llamado Préstamo Inter Bibliotecario, a través del cual pude leer casi todo Octavio Paz, Jorge Luis Borges, poesía norteamericana y poesía italiana.

Paralelo a eso ya yo tenía inclinaciones por el acto de escribir y entré en contacto con los Talleres Literarios que existían en Sancti Spíritus, donde habían dos especialistas muy buenos: Maritza Martínez y Mario Rodríguez Aragón. Fueron las primeras personas de quienes recibí alguna orientación.

También en aquellos años 80 coincidí allí con un grupo importante de autores que estaban emergiendo, fundamentalmente de Sancti Spíritus y de Cabaiguán. Escritores que después han hecho carrera. Estoy pensando en figuras como Sonia Díaz Corrales, Gumersindo Pacheco, que fue después Premio Casa de las Américas; Alberto Sicilia, Rigoberto Rodríguez Entenza…

En Sancti Spíritus había, además, un grupo de escritores establecidos, ganadores de premios importantes como Esbertido Rosendi Cancio, Julio Crespo Francisco. Autores que ya estaban ubicados y con los que existía una especie de intercambio, de vasos comunicantes.

Era los tiempos en que no había correo electrónico, no había internet, pero había un gran intercambio de correo postal con otros poetas. Se viajaba mucho a encuentros literarios en otras provincias. Creo que por ahí fue mi acercamiento a la poesía.

Por otro lado, yo no había estudiado Literatura, sino Agronomía. Vivía entonces en Las Tozas, a unos diez kilómetros de Sancti Spiritus; y ahí tenía que irme caminando cuando terminaba el Taller Literario, a las nueve y pico de la noche.

Pero fueron tiempos muy ricos, muy nutritivos para la poesía. Una especie de bohemia, de intercambio,de conocer gente. También a Sancti Spíritus iban muchas personalidades de la cultura. Así conocí a Fayad Jamis, que fue un poeta importante para mí.

¿Crees que estos mismos factores que influyeron en ti, posibilitaron la eclosión de buenos poetas y escritores en la provincia espirituana, en los años 80?

Pienso que a nivel nacional había una especie de efervescencia que incluía a las artes plásticas y, el actual Sancti Spíritus no estuvo ajeno. Pero, te repito, era también un interés de la persona de buscar esos caminos, de leer, de intercambiar libros.

Tal vez una de las cosas que no esté sucediendo ahora es que en aquellos tiempos había un espíritu de grupo. Ahora la gente está más sectaria, tratando de publicar por su cuenta. Hay más individualismo.  No sé a qué se debe eso. Si es un problema institucional o de la época; de las circunstancias que estamos viviendo.

El espíritu de grupo que reinaba y la calidad de los especialistas que estaban al frente de los Talleres Literarios, creo que fueron dos elementos muy importantes en esos años.

Ya ahorita mencionabas a Fayad Jamís. De aquella época de búsquedas, cuáles son tus mayores deudas literarias.

En el arte y en la vida siempre somos hijos de alguien. Leí con mucha fruición a Fayad Jamís, a Roque Dalton y a la poesía norteamericana.

Después tuve contactos con poetas de La Habana, con Caridad Atencio Mendoza y Rito Ramón Aroche, quienes también me ayudaron a ordenar un poco mis lecturas cuando ya me convencí de que no iba a estudiar Literatura.

Pero sí, pienso que Fayad Jamís fue muy importante para mí. Lo conocí poco tiempo antes de su muerte, cuando estuvo en Sancti Spíritus. Recuerdo que me regaló un ejemplar de La Pedrada, con las erratas corregidas de su puño y letra.

Allá había un grupo de poetas que nos sabíamos sus poemas de memoria. Fue un poeta cardinal. También me impactó conocer de su historia de vida desde que salió de Guayos para La Habana. Creo que su obra poética no solo me marcó a mí, sino a muchos en Sancti Spíritus.

¿Esta fue la primera vez que enviaste un libro al Premio Casa de las Américas?

No, ya había enviado en otras ocasiones; pero los concursos tienen eso. Tienen mucho de coyuntura, de gustos. Ahí está el jurado, a veces las circunstancias.

Para mí fue una sorpresa y en alguna otra entrevista he dicho que fue una especie de rito, no sé si es la palabra correcta. Porque estar al lado de libros que fueron importantes para mí como Por esta libertad, del mismo Fayad Jamís o Canto ceremonial contra un oso hormiguero de Antonio Cisneros…Libros que me han acompañado y forman parte de mi biblioteca personal. Que mi libro esté al lado de esos, es algo…

Pero es un premio que me satisface porque lleva ya más de 58 años de existencia y la gente sigue mandando sus textos, aunque no paga mucho, ni tiene una gran promoción editorial. Por algo es.

La gente sigue creyendo en el Premio Casa de las Américas y en eso reside mi satisfacción. Ya se verá si el libro resiste el factor tiempo.

¿Qué de novedosa tuvo esta propuesta tuya dentro del contexto de tu obra?

Me considero una persona que casi siempre está escribiendo el mismo poema porque la temática mía es la patria, el país.

Y aunque este libro es un poco más cosmopolita porque son poemas que tienen que ver con apuntes de lecturas, de viajes que he hecho, un poco más intertextual y con muchas referencias culturales; tiene algo cubano también con la cosa esta de lo retro, al utilizar como recurso el disco de vinilo, pues el libro está hecho en dos partes, la Cara A y la Cara B.

Están también el tema de los rusos, el tema de los norteamericanos y de la penetración que veo que se manifiesta más intensa que en otros años. El tema de los letreros en inglés, del hablar en inglés.

Un día venía bajando por la calle Enramada en Santiago de Cuba, donde vivo hace algunos años, y me parecía estar en un aeropuerto internacional, rodeado de mini tiendas con sus letreros en inglés.

Esto es un disco de vinilo...,es un libro relativamente corto, un poco intertextual y lúdico,en el que están la ironía y el humor político. Creo que por ahí van las cosas.

¿Qué distancia ves hoy ente el Reynaldo que iba al Taller Literario de Sancti Spíritus y el que acaba de ganar el Premio Casa de Poesía?

 El camino es enorme. Recuerdo que uno de los primeros poemas que llevé al Taller Literario de Sancti Spíritus se titulaba A 82 kilómetros de ti, que es la distancia que hay desde allí hasta Santa Clara, a donde se fue a estudiar a los Camilitos una novia que yo tenía.Tenía versos que decían algo así como tus muslos verde olivos y las guitarras pastan su universal alegría

De eso para acá ha llovido mucho, he leído mucho, he viajado un poco, he tenido otras experiencias, he ganado en mañas para escribir y en disciplina también.

Hoy tengo un mayor compromiso y una mayor creencia en la poesía. Yo no digo que estoy aprendiendo cada día, sino que cada día estoy desaprendiendo en materia de Literatura y de vivencias. Y también con alerta poética, escuchando frases en la calle, observando los gestos de las personas.

Creo que la diferencia es grande. Uno está en movimiento constante, dialéctico. Aprendiendo y desaprendiendo de la poesía.

¿Cuál es tu apreciación de la poesía cubana actual y de la utilidad de encuentros como este que acaba de auspiciar la UNEAC?

Creo que hay una gran multiplicidad de voces. Hay un grupo que denota a la generación de los 80, a la de los 50, a todas las de atrás; que intentan decir que ya la poesía no existe, que la que existe es la de ellos.

Pero yo estoy por la paz. Pienso que son válidas todas las poéticas. Si usted quiere escribir poesía erótica, homoerótica o poesía de barricada, escríbala. Pienso que todo debe confluir y que todo debe ser en pos del acto poético. La historia, el tiempo, son los que van a decir si esa poesía es válida o no.

En cuanto a este tipo de eventos, creo que son válidos porque proporcionan un modo de encontrarse. Me gustaría que tuvieran una frecuencia mayor y un poco más de promoción. Celebraciones como las del Día Mundial de la Poesía ameritan una mayor divulgación. Que se hagan lecturas en las plazas, en los centros de trabajo y que la gente pueda conocer también a los poetas. Saber que existen y que existe la poesía.

¿Qué futuro le ves a la poesía en el contexto que vive la humanidad?

Creo que ese futuro es complicado. Por un lado, la gente lee menos libros, en sentido general. Pienso que la poesía tiene que aliarse con las nuevas tecnologías. La gente está escribiendo una poesía que es para ser leída solamente en blogs o en internet. También textos cortos para transmitirse como mensajes.

Y creo que tiene que aliarse con eso porque la poesía va a ser siempre un acto de salvación y todos los días hay personas que se salvan por escuchar una frase o por leer un poema o porque alguien le preste un libro de poesía.

Creo que ese es el reto que tiene la poesía actualmente: buscar alianzas con las nuevas tecnologías para que la gente siga creyendo en el acto poético.

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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