Roberto Diago (La Habana, 23 de febrero, 1971), es sin dudas, uno de los más genuinos/importantes valores de la plástica cubana contemporánea, y un caso singular de positiva descendencia artística que, generalmente, no resulta siempre válida para reafirmar la conocida frase: “de tal palo, tal astilla”, en referencia a la obra de su abuelo, Roberto Diago Querol, (La Habana, 1920- Madrid, 1955), pintor, dibujante, escultor y grabador, quien a pesar de su corta existencia dejó una obra de envergadura.
El ha sabido ganarse, a fuerza de tesón y mucha inteligencia, un elevado lugar en el arte actual, tanto en la manera personal y original que muestra a la hora de trabajar en sus sólidas creaciones en las que aflora un sistema iconográfico que dibuja lo cubano, y donde pone en juego motivos, ambientes y situaciones de la cotidianeidad para decir en arte, como en la manera hábil por la que lleva su carrera artística.
Hoy, en coincidencia con su onomástico, cuando el pintor, dibujante, instalacionista…, arriba a los primeros 50 años edad, repasemos/recordemos la vida y obra de este artista que en su quehacer plástico, de manera vital y muy orgánica, reúne filosofías, razas, culturas, como fiel heredero de las tradiciones del Caribe y de Cuba, en el estrecho marco del cuadro, para componer un trabajo neo expresionista, posmoderno, y conceptual, cuya operación artística tiene rastros también del ritmo primitivo. Con tintes de sugerente misterio, dado por las tonalidades que se mueven entre el negro y los ocres, con algún que otro matiz, Diago entrega estas pinturas actuales, realizadas —la gran mayoría— sobre madera, metal y otras superficies, para hacerla más natural y cercana a nosotros, amén de la textura que le proporciona.
Graduado de la Academia Nacional de San Alejandro en 1990, el creador ha realizado cerca de una treintena de exposiciones personales, desde 1994 hasta hoy en Cuba, Francia, Italia, Portugal, Puerto Rico, Estados Unidos..., y decenas de colectivas en casi todos los continentes. Y ha participado en importantes Ferias Internacionales de Arte en Europa, Estados Unidos, y América Latina, así como en destacadas Bienales de Arte, en disímiles países, dejando siempre una estela de cubanía, tradiciones y originalidad que habla de la legitimidad y calidad de nuestro Arte.
Una geometría orgánica
Portadores de un “ADN” cultural, temporal y anecdótico, los materiales que son al mismo tiempo superficies y partes implícitas de sus obras actuales, traen consigo una carga de historia. Porque su trabajo no es solamente forma en el espacio sino materia que se realza, enaltece y proyecta en arte. Es un diálogo de asociaciones y de oposiciones, blando-duro, objeto-sombra. Pinturas que podrían ser también esculturas o estados de relación, de cuidadosa elaboración, de realización lenta y trabajosa como puede ser el gesto de los tejidos y materiales que se entrelazan en muchas superficies. Sus exposiciones, son, en una palabra, un genuino espectáculo artístico. Y por la manera en que son presentadas las piezas, en que el espacio se forma a partir del gesto íntimo/privado del artista, podemos reconocer que Roberto Diago posee un oficio que hace del material utilizado un instrumento sumiso en sus manos. Una especie de geometría orgánica de una labor minuciosa donde recortar maderas o unirlas se transforma también en un acto ritual. Además de que su obra trasciende por medio de su expresión y rompe con las barreras de lo conocido para hacer de su acción algo vigente, más allá de las épocas y el tiempo...
La creatividad en Roberto Diago ha tenido, a lo largo de los años, una seria capacidad de renovación y de desarrollo continuo. En cada nueva exposición nos pone frente a lo indescifrable, lo primitivo, oculto…, conjuntos de trabajos donde nos propone una síntesis de su iconografía, a veces con un cierto matiz abstracto. Recurre a materiales orgánicos y naturales: madera, metales, nudos que recontextualiza, y, al mismo tiempo entremezcla para ir armando un lenguaje particular de estructuras que dialogan entre sí y ponen en tensión los elementos utilizados. Amén de proponer en sus piezas un equilibrio entre la civilización contemporánea y aquellas expresiones más primitivas de la cultura humana. Es que en el tiempo, Diago ha tenido curiosidad en observar/estudiar aquella parte de la cultura nuestra (en particular afrocubana) que hemos tenido en el pasado y que ha llegado hasta hoy. Pero pasando por un tamiz personal para expresarlo artísticamente de una manera mucho más contemporánea. Apareciendo el creador como una suerte de vehículo, vínculo o enlace con una cultura que le pertenece…
Una suerte tener a este “mago” de las materias junto a nosotros, quien en cada gesto, pincelada y “construcción” artística que nos entrega a cada rato, en sus siempre esperadas exposiciones, pone en alto el nombre de Cuba y su Cultura, y se hace eco de un apellido que continúa en el tiempo regalando un arte de alto quilates por estas tierras.
¡Enhorabuena Roberto Diago¡
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