El 115 Aniversario del nacimiento de Rubén Martínez Villena se conmemora en un ámbito muy especial. Acaban de arribar al país los 3 Héroes cubanos que aún se encontraban en las cárceles norteamericanas y se han dado los primeros pasos para restablecer las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, luego de más de medio siglo de ruptura.
Pero aún así, la hostilidad no ha sido el único signo de la relaciones con el país vecino. Entre los pueblos cubano y norteamericano se han escrito hermosas páginas de solidaridad y amor hace ya más de dos siglos.
Nueva York, Tampa, Cayo Hueso y otras ciudades fueron ámbito donde José Martí adquirió varias de sus experiencias, donde reflexionó y trabajó. Allí organizó, en 1892, el partido de la unidad para llevar adelante la Guerra de Independencia iniciada en 1895.
Fue Tampa la localidad a la cual llegó Rubén en 1924 para prepararse como piloto de guerra a fin de emprender las primeras acciones armadas contra el desgobierno de Alfredo Zayas. Allí se entrenó, sufrió prisión, y al trabajar como operario en una fábrica de cerveza, asumió el rol de obrero y afirmó a su amada Asela: “Soy diestro en el manejo de la carretilla y el martillo y honradamente creo que puedo llegar a ser un buen tonelero. Hago estas cosas tan a gusto como un verso”. (1)
Rubén, ya en 1930, herido mortalmente por la tuberculosis y por el peligro inminente de ser asesinado por Gerardo Machado, viajó hacia la entonces URSS en un esfuerzo supremo por salvarle la vida. Hizo una estancia de cuatro meses en la ciudad de Nueva York, donde amigos de ambos países lo arroparon como a un hijo, aliviaron su tristeza y hasta le solicitaron colaboraciones para el Daily Worker y otras publicaciones, a tiempo que participó en varias actividades de los obreros y los comunistas norteamericanos.
Algo similar ocurrió a su regreso, ya casi sin fuerzas, cuando se refugió en la misma Nueva York entre noviembre de 1932 y mayo de 1933, mientras se preparaba su regreso a Cuba. Sabedor del poco tiempo de vida que le quedaba, desafiando todos los peligros, necesitaba conocer a su hija, abrazar a los suyos y entregar sus últimos días de vida a su patria, a los trabajadores, a la revolución en Cuba.
En esa segunda estancia, sus amigos cubanos y norteamericanos le prodigaron el mismo amor, las mismas atenciones, los exquisitos cuidados y colaboró con sus trabajos en Mundo Obrero, (2) la Revista del Caribe, Vida Obrera y otras publicaciones, fue editor de Mundo Obrero y hasta trabajó en el Buró del Caribe, sección de la IC. También alcanzó a participar, entre otras acciones, en una protesta ante el Consulado cubano en esa ciudad, organizado por el Comité de Solidaridad con Cuba; asistió a una reunión del CC del PCEU, y ofreció la conferencia titulada “El problema de Cuba”, en el Centro Obrero de Habla Hispana de Nueva York.
En el mes de marzo de 1933 había llegado a La Habana, también procedente de Moscú, otro destacado dirigente del movimiento obrero y comunista cubano, Ramón Nicolau González (Monguito), compañero entrañable de Rubén desde 1926 en las luchas desde el Partido, el sindicato de zapateros y la CNOC.
Cuando Rubén ingresa al PCC en 1927, fue Monguito uno de los primeros en darle un efusivo abrazo de bienvenida porque “desde ese día había decidido ser uno más de aquel puñado de Quijotes que integraban el Partido Comunista de Cuba”. (3) Desde entonces participaron juntos en todas las lides hasta la salida de Rubén para la URSS hasta reencontrarse en Moscú, en abril de 1931, ocasión en la cual se fundió en otro abrazo con Rubén, su compañero querido y admirado.
Ambos seguían los acontecimientos de Cuba, el avance de las luchas obreras, la represión machadista y sentían la necesidad de retornar a la patria para internarse en la lucha. Ya desde mediados de 1932, Rubén exigía desde el Cáucaso su regreso a Cuba. De esa actitud suya diría Nicolau “Rubén hacía de su regreso inmediato a Cuba una verdadera obsesión… actitud que contrastaba con la de aquellos que hacían lo posible por quedarse hasta que pasara la tormenta”. (4)
Nicolau regresa a La Habana a fines de marzo de 1933 después de una angustiosa estancia en Berlín, debido a que coincidió con la subida de los nazis al poder. Como Nicolau partió de Moscú antes que Rubén, trajo un muy valioso encargo suyo. Le había proporcionado la traducción del himno La Internacional del ruso al español, hecha por él, a fin de que fuera entregada a la dirección del Partido para su divulgación.
Conmueve saber que la versión de La Internacional, tantas veces entonada por los cubanos, es la traducción hecha por Rubén desde el lejano sanatorio del Cáucaso soviético, en medio de aquella larga agonía llena de coraje y amor patrio y humano que lo acompañara siempre.
Contó Nicolau, entre sus valiosos testimonios, que aquella letra fue cantada por primera vez a cielo abierto, en la voz de los miles de personas que acompañaron sus restos hasta la Necrópolis Cristóbal Colón, luego de haber sido entonada por los delegados al VI Congreso de Unidad Sindical que el líder preparó con tanto esfuerzo desde su lecho de muerte. (5)
Rubén, nuestro intelectual más puro y revolucionario, en este tu cumpleaños 115, sentimos que tu alma, como una estrella rutilante y poderosa, cubre más que nunca a esta tierra nuestra. El regreso de los Héroes y el establecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos, por primera vez en condiciones de igualdad y respeto mutuos, tras casi dos siglos de lucha de nuestro pueblo heroico y revolucionario, al que nunca le han faltado héroes, vienen a completar, COMPAÑERO, la carga que tú pedías.
En este aniversario tan especial recibe asimismo la felicitación de nuestra ya nacida Patria Grande que tú también concebiste y ayudaste a forjar.
Notas
(1) Asela Mía. Cartas de Rubén Martínez Villena a su esposa. Ed. Oriente, Santiago de Cuba, 2000, p. 74.
(2) Durante esos meses Rubén publicó trascendentes estudios y artículos, a saber: 50 Aniversario de la muerte de Carlos Marx; ¿Qué significa la transformación del ABC y cuál es el propósito de esta maniobra? , Sumner Welles, emisario de Wall Street a Cuba, y su significativo ensayo Las contradicciones internas del imperialismo yanqui en Cuba y el alza del movimiento revolucionario. Durante esa estancia escribió su poema Grito.
(3) Poveda Godínez, Arquímedes: Un hombre de leyenda, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1991, p. 34.
(4) Ibídem, p. 72.
(5) Versión de Ana Núñez Machín.
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