Rutas y Andares 2023, entre fotografía y teatro.

En estas líneas parto del excelente reportaje fotográfico de Néstor Martí para relatar en presente la conjunción de acciones tramadas en el programa “Rutas y Andares” que desde la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHC), sigue en cada verano acortando las distancias entre gestores y la urbe. Pensado como espacio de participación y encuentro, donde la capacitación, promoción y puesta en visión del patrimonio cultural y artístico en todas sus expresiones y modos, se torna una suerte de iconografía de lugar elocuente. Sí, de herencia simbólica que mantiene latente la huella fundadora de Eusebio Leal, y en su memoria, entre respeto y admiración, sintiéndose real e imaginada, queriéndose antigua y contemporánea, percibimos en la añeja ciudad y en sus actuales transeúntes (moradores, visitantes, gente de paso) una invariante pasión por La Habana.

La Habana siempre atenta, y vuelven las imágenes del fotógrafo como crónica y registro de las relaciones evidentes tejidas entre la escena y la platea, entre la ciudad y sus gentes; así advertimos (como diría Brea) que “lo visible es lo verdadero y lo verdadero es lo visible, siendo las imágenes memoria de lo verdadero.” Rutas y Andares para seguir la pista al pasado y refrendarlo, al tiempo que entrelaza una mirada movilizadoramente cómplice al presente y futuro. Al final, esos modos andantes por las rutas de la cultura y el arte hacen visible lo invisible; generan encuentros, provocan experiencias, vivencias, sensaciones y maneras honestas para el intercambio.

En ese sentido, Rutas y Andares hizo de su lema “para descubrir en familia”, un puente común para la diversidad de sus participantes. Niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos. Rutas temáticas, andares virtuales, talleres, visitas a museos y centros históricos, marchas, paseos en bicicletas y coches. Indagar en temas sustanciales de la cultura cubana de hoy y de siempre, mirar al futuro de las industrias culturales y creativas como mecanismo de progreso de las ciudades; revisitar el pasado y las tradiciones desde la visión que aporta el hoy, cuando la sostenibilidad y bienestar son propósitos fundamentales en el acompañamiento a la ciudad, a sus gentes y comunidades.

Rutas y Andares, y la ciudad como escenario que expande sus teatralidades cotidianas a esos otros itinerarios que la escenificación propiamente teatral propicia. Al cierre de esta edición 2023 de Rutas y Andares desde el Teatro Martí, llegó en función matiné especial El Fantasma de la Ópera, versión y puesta en escena del maestro Alfonso Menéndez. Y creo que fue una elección bien intencionada para mover el presente en una mirada sobre la mítica pieza, sobre cuánto hay en ella de añeja y contemporánea, también de real e imaginada. Y es que no siempre suele existir coincidencia entre lo uno y lo otro, entre lo real (tangible) y lo imaginado (percepción). Si tuviésemos que escoger cuál domina las acciones ciudadanas al igual que las acciones operantes en la dramaturgia textual, musical y espectacular de El Fantasma …, lo imaginado se impondrá sobre lo aparentemente real; sencillamente, pues aquello nombrado “real” ya contiene lo imaginado. Es así que los espectadores entran en la comprensión del aquí y el ahora que la ficción teatral procura contar, otorgándole presencia a lo imaginado; permitiendo que, desde la gestión cultural, el arte se reafirme como la forma más alta de esperanza. Necesitamos arte cada día, es esencial para avanzar y para acompañar los procesos de mejoramiento sociocultural.

En esencia, la trama de El Fantasma de la Ópera es una leyenda que concierta romance, música, terror, misterio y tragedia. En la intriga, se anotan tres centros de atracción provenientes de la historia original: la música, especialmente la de alto tono dramático; el thriller, asociado con la idea de un fantasma misterioso acechante, y lo que ocurre en corredores y backstage del edificio teatral (la Ópera de París). En la versión de Alfonso Menéndez, estos móviles siguen gravitando sobre la acción escénica, siendo el escenario del habanero Teatro Martí donde se complicitan las pretensiones del espacio ficcional de la fábula y el puramente físico de la presentación. Donde los personajes se encuentran y exponen sus propósitos y objetivos, donde las canciones conocidas, absorben la atención del espectador. Recordemos que El Fantasma de la Ópera ha roto records de permanencia en temporadas en grandes teatros internacionales como también lo fuera en el Anfiteatro del Centro Histórico de La Habana.

De ahí que, traerlo al Martí como cierre de Rutas y Andares, como regalo a las familias y participantes más destacados en este 2023, es también reconocer la irrenunciable vocación de Alfonso Menéndez por hacer que el teatro musical, con aciertos y deudas, siga estando en el gusto y preferencias de los públicos. Y ahí, el efecto, la captación del instante en las fotografías de Néstor Martí como testimonio que retiene y perdura. La fotografía que sabe relatarnos en presente la fina relación convivial entre medio-imagen-cuerpo, tal parecería que, desde una perspectiva antropológica, el ser humano no aparece como dueño de sus imágenes, sino más bien, como “lugar de las imágenes”; esas que toman posesión de su cuerpo y dejan que la lente del fotógrafo los seduzca como otro fantasma real e imaginado.

Volverán nuevos trayectos para Rutas y Andares, regresaremos sobre esos modos generosos de compartir en familia, de emanar nuevos afectos y trenzar colaboraciones entre la gestión cultural de la OHC, la Habana y sus habitantes.

Tal vez, para las estaciones por venir, la vocación de Alfonso siga seduciendo las audiencias, los artistas y técnicos que le siguen, y así el teatro musical desafíe sus demandas e irradie nuevas conquistas espectaculares. También, de seguro, estará Néstor para develarnos cómo las imágenes en el espacio social de su conglomerado se vuelven percepción sensorial, imágenes interiores, mutantes permanencias en el tiempo de ruteros y andantes.

Fotos: ©Néstor Martí