Samuel Cruz Guedes: La literatura es apacible y convulsa


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Las personas que escriben para niños y jóvenes están dispersas por todo el país, a lo largo y ancho de nuestro verde caimán. En uno de los extremos occidentales, Pinar del Río, existe desde hace décadas, al calor de las editoriales Cauce y Loynaz, un conjunto de autores que se toman muy en serio la palabra escrita, con tal de llevar a la infancia lo mejor de su sentimiento y un mensaje de que el mundo puede ser mejor si nosotros nos ponemos a ello. Descontando el legado de alguien como Nersys Felipe, fundadora en estos lares, o del polifacético y creativo Nelson Simón, quien ha creado más de un movimiento cultural en torno a editoriales, revistas, peñas, etc., hay autores más jóvenes como Samuel Cruz Guedes (1), quienes, de forma callada, libro a libro, van poniendo su granito de arena. Conversar con el creador de una deliciosa recreación del mito taíno, llamada Maquetauri, me pone en contacto con un ser creativo e inquieto.

¿Existe para ti la Literatura infantil? ¿Una literatura? O ¿Literatura para personas?

Si se mira en el sentido clasificador con que el hombre ha tenido que establecer fronteras para mejor comprensión de los fenómenos de toda índole, creo que sí existe una literatura infantil diferenciada de otra para adultos. Pero sucede que esa dama caprichosa suele camuflar sus fronteras. Muchos libros concebidos para lectores mayores (de edad) han venido a ser, con el paso del tiempo, lectura de niños y adolescentes. Ahora pienso en el caso de El último de los mohicanos, de Fennimore Cooper, u otro caso, más complejo, pues sólo una parte de este libro se ha convertido en clásico para los más jóvenes mientras que la otra parte pudiera considerarse pasable en el gusto infantil: me refiero a Los viajes de Gulliver… ¿Será cuestión de estilo, de tono, de temática? Existen determinados resortes que enganchan al niño: la aventura, el espíritu viajero, lo romántico, lo heroico, lo cómico, lo exótico, lo irreverente… ¿y el criterio de Juan Ramón Jiménez: un buen libro para niños es aquél que un adulto puede leer con agrado?... este pozo tiene muchas aguas, la rondana hace ruido y el balde saca sorpresas. No creo que los peregrinos y mercaderes egipcios, indios y persas que contaron, al calor de la hoguera, las maravillas de las mil y una noches se hayan detenido a pensar de antemano a quién dirigirían aquellas historias que de seguro eran en su alma una nostalgia visceral o una canción a flor de labios. A lo mejor entre los oyentes, algún pequeño hijo de mercader escuchaba con avidez los cuentos de sangre y de cópula de Sherezada. Aquellas historias eran narradas para el otro, con independencia de la edad, o para sí mismos, o para la apacible soledad de la noche estrellada. Según Joyce, en los albores de la humanidad surge lo poético cuando el hombre primitivo, con el trozo de pernil de mamut al hombro, emite su grito gutural apasionado, de tanta belleza para él como la luna y el sol. Ese grito se complejiza y embellece con el desarrollo del lenguaje. Surge el género lírico, la épica, la dramática… todo a partir de algo tan elemental como la necesidad de expresión de una emoción o un sentimiento. La literatura es así: elemental y compleja, apacible y convulsa como el alma del hombre, como el alma de un niño. La literatura es una.

¿Qué piensas de la infancia?

Pienso, como Novalis, que la infancia es la edad de oro de la vida. No por la imposibilidad del sufrimiento sino por el sinfín de posibilidades para la felicidad. Fruto es el hombre que eres del niño que fuiste. Pero al niño hemos de cultivarlo con abono de bondad y sabiduría para que llegue a ser sabio, fuerte y bueno aun en los encontronazos con el dolor.

En tu concepto ¿los niños leen hoy día más o menos que antes?

Si tenemos en cuenta el número de libros a los que hoy se tiene acceso pudiera parecer que leen más, pero si establecemos proporciones lógicas: posibilidad vs necesidad o posibilidad vs disposición para la lectura o cantidad de niños con posibilidad vs cantidad de niños lectores es indiscutible que leen menos. La irrupción de los medios digitales en la sociedad contemporánea propicia gente más práctica y me atrevo a decir que menos espiritual. Cuando digo esto hablo de la generalidad. Un niño amante de la lectura puede encontrar fácilmente buenos libros si posee una inmensa biblioteca en su ordenador. Pero creo que la mayoría de los niños se detendrían, al dar un clic, en el ícono de juegos y se quedarían disparando un rato, o quizá mucho tiempo, a los monstruos ¿virtuales? Aunque de todos modos (hablando de nuestro país) pienso que contamos con una sociedad preparada para pertrecharse y vencer estas dificultades. Todo es cuestión de organizar los modos. Contamos con material humano para vencer la perfidia de la tecnología. Ella ofrece infinitas posibilidades.

¿Está la lectura en crisis en Cuba?

No sé si pudiera hablar de CRISIS de la lectura en Cuba. Sí hay factores que atentan contra la lectura. Mecanismos de facilitación, promoción y distribución del libro. No creo que los programas de enseñanza sean los mejores. Hace tiempo necesitan ser renovados los textos y el enfoque de los programas. Las bibliotecas escolares están casi desnudas y a los bibliotecarios les falta preparación y capacidad para orientar al lector (hay excepciones). Por otra parte, muchos de nuestros libros, por razones archiconocidas, por otras injustificables y por una cuota de desidia no son dignos en su diseño y belleza. Sabemos que el libro en sí debe ser un objeto bello, artístico, de lo contrario aleja al lector. Hay un fenómeno que debiéramos comenzar a analizar: La Feria del libro. ¿No se estará perdiendo poco a poco el sentido de la misma? ¿Es realmente, para los niños, protagonista el libro en esa festividad DE LA LECTURA? Veo tanto muchacho saltando en los juguetes inflables, tanto afiche de Cristiano Ronaldo, tanta venduta de nimiedad, tanto folletín Walt Disney para colorear. Mientras los niños pagan alegremente el billete al mercachifle para montar al juguete remedo de Rayo Macqueen, el libro espera palpitando en el estante. Quizá te he respondido, quizá no.

¿Qué tono deben tener las historias para niños?

Las historias encuentran su propio tono, que no debe ser nunca uno que los disminuya o los corrompa. Un niño es capaz de entenderlo todo siempre que se le hable con honestidad.

¿Eres tú parecido a tus personajes?

Creo que sí, en ella va una mezcla de lo que se es y lo que se quisiera ser. Aun cuando se huye de uno mismo la subjetividad aflora en lo que se crea, ya sea un poema, un cuento, una obra dramática. Uno es casi alguno de los personajes que crea, aunque no sea el protagonista. Muchas veces el protagonista es aquél que uno quisiera ser.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niños?

El autor para niños debiera ser niño, alguien que se detiene a mirarlos jugar o conversar, alguien que se mete entre ellos y sale de entre ellos con una mezcla de alegría y nostalgia.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niño?

Me recuerdo leyendo hermosos libros de autores soviéticos, algún cuento del ruso Afanasiev, un álbum de animales que me prestaba el viejito granizadero que me enseñó a trabajar (lo ayudaba a vender granizado). Negrita, de Onelio, un libro de leyendas guaraníes, El cochero azul, Cuentos de Guane, Por el mar de las Antillas… En unas vacaciones me sorprendió el Huck Finn de Mark Twain y aprendí a fugarme al río, a respirar a bocanadas la libertad. Paladeaba ese libro como se paladea un sabroso manjar, así, literalmente. Se me hacía agua la boca leyéndolo. Es el libro de mi infancia. Leí libros ilustrados sobre la Revolución de Octubre, algún testimonio histórico: recuerdo Salida 19, y trozos de La segunda guerra mundial, también El boxeo soy yo, sobre Kid Chocolate. En la secundaria encontré una edición ilustrada de Don Quijote que acostumbraba devorar. Leí por primera vez El principito, los cuentos de Maupassant -recuerdo especialmente el cuento El collar-. A Salgari, Verne, Dumas, Stevenson…

¿Reconoces influencias de autores clásicos o contemporáneos?

Influencias que pueda reconocer… creo que poéticamente las he tenido de Alberti, Eliseo Diego, Antonio Machado, los dos Guillén: Nicolás y Jorge, Keats, el romántico inglés, Mirtha Aguirre… en cuanto a la prosa, deben ser muchas, subconscientes.

¿Quién es tu héroe de ficción?

John Silver. Para mí es el personaje mejor logrado del mundo. ¡Exagero! Para gusto los colores.

¿Prefieres los buenos o los villanos? ¿Quién es tu villano?

Prefiero esos personajes que se mueven en las fronteras, aunque reconozco que Silver está muy cerca del infierno. Es Silver mi preferido. Quiero regalarte una semblanza poética que hice de él. Se titula: Duda de Jim:

¿Pata de palo,

será un truhán,

será muy malo?

El viejo John

parece que esconde

buen corazón.

¡Pero te engaña

con esa astucia,

con esa maña!

Que si no fuera

por el tesoro

fuera de oro.

Estoy seguro

que el viejo John

es un buen señor.

¿Cómo insertas tu obra en la literatura infantil cubana?

No sé. La literatura infantil cubana es muy rica y heterogénea. No creo en las clasificaciones, en los grupos (aunque sé que son necesarios). Cuando el tiempo haga sus decantaciones cada cual ocupará su lugar. Yo no sé si tendré el mío. Es muy probable que me devore el olvido. No soy un escritor prolífero. A los 42 años sólo he publicado 4 libros para niños. Podría decirte que más que un autor soy un lector voraz que ha tenido la suerte de escribir y publicar. Sí me siento feliz de poner mi granito de arena o vivir con la ilusión de que lo he puesto, en esa inmensa biblioteca universal que dice Borges. Un granito de arena en la eternidad.

¿Qué es lo que te enciende emocional-creativamente?

El encuentro con un buen libro, la reunión con mis colegas, el descubrimiento de una belleza, natural o moral, o de una fealdad…

¿Qué te desanima?

Hay muchas cosas que me desaniman, cosas del oficio, tú sabes… la imposibilidad de cumplir determinados rituales, una hora, un estado emocional adverso…

¿Un buen libro para niños debe portar atributos morales?

Un buen libro siempre es bello y útil, y te hace fuerte. Lo hermoso y útil es bueno para el alma. No se confunda mojigatería y charlatanería con fuerza moral. Los discursos moralistas nunca son buenos y sí hipócritas. El libro sincero, que enseña divirtiendo, siempre posee atributos que te llevaran a descubrir la verdad.

Aparte de tu profesión ¿qué te hubiera gustado ser?

¿De la profesión de escritor?, pues me hubiera gustado ser un tiempo pelotero, arqueólogo también…, periodista.

¿Qué profesión no ejercerías?

La de profesor de matemáticas.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

Puede ser fructífera o frustrante.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio, ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

Salvaría La odisea, podría ayudarme a regresar a casa luego del naufragio. La biblia me ayudaría a olvidar los horrores de la guerra de Troya. Imagina que soy un Ulises atemporal que se consolaría leyendo los salmos de David y el sermón del monte, de Jesús. ¡Pero me permites escoger tan pocos! El Principito, La Edad de Oro, Las aventuras de Huck Finn, Las mil y una noches, El quijote, La isla del tesoro, Retrato del artista adolescente y… ¿No se valen las antologías?... una antología con al menos cinco obras de Shakespeare, en la que no falten Hamlet y Romeo y Julieta. Ya la marejada comienza a violentarse, sé que tengo los diez libros, pero voy a hacer una trampa: meteré entre volumen y volumen uno de mis breves poemarios… pero…ya casi no hay tiempo, las olas anegan mi camarote. ¿Me decido por el poemario, o por un ejemplar empastado en negro, hermoso, de caracteres áureos, de Crimen y castigo que me muestra su lomo desde el librero salpicado ya de mar?

¿Cuál consideras debe ser el sueño de un escritor?

Te voy a hablar de los míos, porque son sueños a corto y a largo plazo. A corto plazo, sueño perfeccionar mi obra y poner en manos de los lectores hermosas entregas. A largo plazo, perseverar y perdurar, como la piedra, que eternamente quiere ser piedra, y como el hombre, que eternamente quiere ser hombre.

 

 

Nota:

(1) (Pinar del Río, 1973). Escritor y promotor. Ha publicado: Con pies de fango (Premio Hermanos Loynaz en el 2004); Caminito blanco (Premio Hermanos Loynaz en el 2014); Maquetauri (Premio Chicuelo en el 2012 y Premio Puerta de papel) (Leyendas taínas).


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