Como muchas personas viven en el mundo de lo que sucede a última hora, el barrio habanero de San Isidro comienza a ser noticia por los que acceden a las redes sociales digitales, la prensa plana o la televisión, hábidos de enterarse de los acontecimientos generados por ese llamado “Movimiento San Isidro” y las otras acciones que el mismo ha desencadenado fuera de la barriada.
No me voy a referir al grupúsculo de marras de mercenarios pagados desde el norte, voy a hablar del barrio para que no corra la suerte de ser considerado un espacio donde pululan ese tipo de personas.
San Isidro es un barrio de La Habana Vieja con elevados valores históricos y patrimoniales. Limitado al norte por la calle Acosta, que lo separa del también emblemático barrio de Belén, al oeste por la calle Egido o Avenida de Bélgica, límite con las barriadas de Marte y Arsenal y de Jesús María y al sur y este, por las aguas de la bahía de La Habana incluyendo varios muelles.
Lo más importante de San Isidro, en la opinión de este articulista, es el honor de contar con la casa natal de José Julián Martí Pérez -actual museo-, Héroe Nacional cubano y apóstol de nuestra independencia, en la antigua calle de Paula, actual Leonor Pérez, el nombre de su madre. Lo anterior supone al niño Pepe jugando y transitando por el barrio aunque, de muy pequeño se mudara para otro.
En la calle Velazco, una pequeña arteria de sólo una cuadra, viviera por algún tiempo el general de división del Ejército Libertador Cubano José Quintino “Quintín” Bandera Betancourt, quien se trasladara posteriormente al cercano barrio de Jesús María donde se restaura en la actualidad su última morada.
En la calle Jesús María entre oficios e Insiquisidor, en este barrio de San Isidro, se encuentra la vivienda de donde partieran los jóvenes Ernesto Tizol, Víctor Escalona y otros, el 24 de julio de 1953, con destino al oriente del país para participar en el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, enfrentando a la tiranía de Fulgencio Batista Zaldívar.
En este pequeño barrio de La Habana Intramuros, se encuentra el primer paseo urbano del que disfrutaron los habaneros: la Alameda de Paula, hace unos años restaurada por la Oficina del Historiador de la Ciudad y en su extremo, la Iglesia de San Francisco de Paula o sencillamente Iglesia de Paula, hoy sede del centro de música antigua y de su agrupación insigne: Ars Longa.
De los muelles de este barrio partió en 1778 una expedición de tropas españolas a combatir por la independencia de las trece colonias inglesas de Norteamérica que, aunque pertenecían al ejército español, la mayoría eran criollos, entre ellos los “batallones de pardos y morenos del cuartel de Dragones y el castillo de Atarés”. Fueron esos muelles el escenario laboral y político del líder obrero, sindical y comunista Aracelio Iglesias Rodríguez, asesinado en 1948 y en ellos atracó, el 4 de marzo de 1960, el buque francés La Coubre con un cargamento de armas belgas comprada por el Gobierno Revolucionario y saboteado por la contrarrevolución con dos explosiones que ocasionaron la muerte de 105 personas. En su sepelio el líder de la Revolución Fidel Castro Ruz inauguraría la consigna de ¡Patria o muerte! Que en lo adelante acompañó al proceso revolucionario.
San Isidro cuenta hoy con el restaurado muelle de San José, sede del comercio de artesanías de variados tipos y el Archivo Nacional de la República se encuentra dentro de sus perímetros.
Si bien es cierto que fue zona de tolerancia en las primeras décadas del siglo XX republicano y que se hizo leyenda en sus calles y solares el proxeneta llamado Yarini, que abundaron prostitutas criollas y francesas y la droga y el crimen formaron parte de la existencia misma del barrio, ello no opacó su rica historia anterior, su patrimonio construido y la nueva historia en la posteridad.
San Isidro dejó de ser zona de tolerancia cuando ésta se trasladó a mediados del siglo pasado para el barrio de Colón. La causa fue que el mayor turismo ya no llegaba por los muelles sino por vía aérea y Colón estaba en el centro del comercio y los servicios que se forjó en las calles de Neptuno, San Rafael, Galiano, Reina… además de que los paseos del Prado y el Malecón se pusieron de moda y todo ello estaba en Colón, antes de que apareciera la Rampa del Vedado.
San Isidro tiene muchos valores a los cuáles se aferran sus vecinos y su tradición revolucionaria siempre ha estado por encima de la marginalidad que ha sido también un sello distintivo pero no el principal, del barrio. Eso no lo cambia un espectáculo mal montado de última hora.
Deje un comentario