La literatura infantil es una enfermedad contagiosa. Lo dicen muchos. Lo tengo confirmado, sobre todo al ver la afinidad que nos une a tantos adultos por libros que, de aplicarse la lógica, mucho tiempo ha debimos dejar de leer, si nos atuviéramos a las convenciones engañosas del mundo adulto contemporáneo. Uno de esos seres “contagiados” de este vicio por los libros para niños es el acucioso investigador Sergio Andricaín (1), quien, de los estudios sociológicos, un buen día levó anclas hacia todas estas obras que marcaron nuestra añorada niñez. Creador, junto a su colega Antonio Orlando Rodríguez, de numerosos proyectos de estudio, estímulo y promoción de nuestra literatura infantil, la de Latinoamérica y los clásicos, Andricaín es, hoy por hoy, uno de los investigadores más activos, serios y laboriosos que conozco en este campo. La proximidad con tanto libro para niños le ha hecho, a su vez, desdoblarse en autor y ya va atesorando una bibliografía que cuando le conocí hace muchos años apenas quizás comenzaba a esbozar. Su recorrido por el continente ha sido diverso y en dondequiera ha plantado esta digna bandera del estudio de los libros para niños. Hablar con él, significa pues, tener un panorama real, no solo afectivo o de intuiciones, sino bastante científico, del devenir de esta disciplina en la actualidad.
¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? o simplemente ¿Literatura para personas?
Existe la literatura, es decir, la literatura de calidad, la única que merece ser difundida y leída. Como los niños y jóvenes son un grupo de lectores en formación, hay autores que conciben un conjunto de obras para satisfacer sus necesidades de lectura tomando en cuenta diversos factores como son su desarrollo sicológico y educacional, sus gustos… Eso es lo que la distingue de la literatura para adultos: las peculiaridades del destinatario. Por lo demás, es su signo estético, su valor artístico, lo que hace que una obra destinada al público infantil sea Literatura, así, en altas, tal como sucede con la que se escribe para el público adulto. Y nunca, nunca, su cercanía a lo escolar o instructivo, a lo moral y, mucho menos, a lo religioso o ideológico.
¿Qué piensas de la infancia?
Es una etapa esencial en la vida de todo ser humano. Cada hombre será, en buena medida, el producto de los primeros años de su existencia. No idealizo estas edades; los niños no son buenos ni malos: son personas que comienzan a formarse, que crecen, día tras día, tanto física como mentalmente, que aprenden dando pasos hacia adelante, hacia los lados, hacia atrás. Son seres humanos que aman y odian, que realizan buenas y malas acciones… Cada escritor de libros para niños escribe sus obras dirigidas a ellos de acuerdo a cómo concibe la infancia. En la medida que su visión sea más compleja y menos idílica, sus propuestas literarias tendrán más posibilidades de hallar resonancia en el público infantil.
En tu concepto, ¿los niñ@s leen hoy día más o menos que antes?
Leen más. A pesar de la cantidad de niños que siguen siendo analfabetos o analfabetos funcionales, estoy casi seguro de que la cifra de niños que pueden leer es mayor en términos absolutos y relativos. La enseñanza de la lectura y la escritura, aunque sin llegar a alcanzar los números que todos deseamos, también ha crecido en la misma medida que la educación llega hoy día a una mayor cantidad de niños. Eso no quiere decir que los niños que saben leer y escribir sean lectores habituales y mucho menos que lean obras literarias. Pero de que leen más, no tengo duda.
¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?
El tono debe ser respetuoso y considerar la sensibilidad e inteligencia que poseen los niños, y su manera peculiar de ver la realidad. De esa forma, cualquier tema podrá ser abordado por el autor de libros para niños.
¿Te pareces a tus personajes?
Todo creador se refleja en su obra. El arte es la forma elegida por algunas personas para expresar sus ideas, sus conceptos, su manera peculiar de percibir el mundo y de recrearlo. El autor de literatura infantil se vuelca en sus obras y está presente en los temas y motivos que toca, en los personajes que crea, en el ritmo y la musicalidad de sus poemas, en las imágenes que concibe, en la armonía de las palabras con las que estructura su discurso literario. Dicho esto, confieso que estoy presente en lo que he escrito. Mis libros son un retrato mío, de la persona que soy en obra y pensamiento.
¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?
Como alguien que tiene sus antenas dirigidas a los niños, que trata conocerlos a través de múltiples caminos (leyendo sobre ellos; compartiendo con los chicos experiencias en espacios muy diversos, como la familia y la escuela, por ejemplo) y que puede hablar con ellos, a través de sus obras y con total sinceridad, de las cosas que le inquietan a él como ser humano y de las que le preocupan a los niños precisamente por lo mismo: por su condición humana.
¿Reconoces en tu estilo alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?
Reconozco una gran influencia de la tradición oral en mis textos para la infancia. También de algunos autores de ayer (como José Martí y Gabriela Mistral) y de otros más cercanos en tiempo (María Elena Walsh, Ivette Vian y Antonio Orlando Rodríguez).
¿Cuáles fueron tus lecturas de niño?
Empecé por los libros escolares. En sus páginas descubrí los viejos romances y algunos autores como Martí, Mistral Darío, Antonio Machado... De ahí pasé a los cómics (algunos de ellos me hicieron buscar las obras literarias en que se inspiraban) y, junto a estos, algunos libros clásicos de la literatura infantil que fueron cayendo en mis manos mediante compras o préstamos de amigos y bibliotecas (La Edad de Oro, Platero y yo, Los quinientos millones de la Begún, Ivanhoe…). El cine también me llevó a buscar los libros en que basaban algunas películas. Un buen día me descubrí leyendo El jorobado de Nuestra Señora de París y Cumbres borrascosas. Sin darme cuenta y solo, sin orientación de nadie, me fui adentrando por los senderos de la gran literatura desde muy temprano.
¿Cómo insertas tu obra dentro del panorama actual de la llamada literatura infantil de tu país?
Mi trabajo en la ficción es poco conocido, pues lo he desarrollado fuera de Cuba, a partir del momento en que me marché.
¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?
La obra debe ser honesta. El compromiso del autor es con lo que escribe, con la historia y el tema que aborda, con sus personajes y con la calidad. El texto debe aspirar a la excelencia, a la máxima calidad posible. Si cumple con estos requisitos, la obra será rica moralmente.
¿Podrías opinar de la relación autor-editor?
Mientras más intercambio exista entre todos las personas que hacen posible la edición de un libro, mejor será la calidad de la obra publicada. Esto quiere decir que tienen que existir el mismo nivel de compromiso y los mismos objetivos por parte de un equipo que abarca desde el autor hasta el impresor, pasando por el editor, el ilustrador, el diseñador y el corrector de estilo.
Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?
Comienzo respondiendo la segunda parte de la pregunta. Ningún título mío estaría entre los que rescataría si tengo la posibilidad de elegir en una biblioteca donde estuvieran las obras completas de William Shakespeare, Don Quijote de la Mancha, El idiota, los dos tomos que reúnen la poesía completa de José Martí… Si hubiera niños en el naufragio, para entretenerlos en medio del infortunio escogería las obras de Andersen, de los hermanos Grimm, de María Elena Walsh, de Roald Dahl…
Nota
(1) Nació en La Habana, 1956. Escritor, periodista, crítico, investigador literario y editor. Se graduó en Sociología en La Universidad de La Habana y realizó estudios de posgrado en el Centro Latinoamericano de Demografía, con sede en Costa Rica. Fue investigador del Centro de Investigaciones Culturales Juan Marinello, del Ministerio de Cultura de Cuba. Creó con Antonio Orlando Rodríguez la Fundación Cuatrogatos (www.cuatrogatos.org), que desarrolla proyectos educativos y culturales, con énfasis en la literatura infantil y juvenil y el fomento de la lectura. Obra publicada: Había otra vez. Historias de siempre vueltas a contar (Alfaguara, Bogotá, 2013); Cuando sea grande (Panamericana, Colombia, 2013); Lero, lero, candelero (Everest, España, 2012).Con Antonio Orlando Rodríguez: Rustam el valiente y otras historias (Panamericana, Bogotá, 2012); El pequeño gran pescador y otras historias (Panamericana, Bogotá, 2012); Lalla la hermosa y otras historias (Panamericana, Bogotá, 2012); La joven de los cabellos de oro y otras historias (Panamericana, Bogotá, 2012); ¡Piratas a la vista! y otras historias (Panamericana, Bogotá, 2012); Adivínalo si puedes (Panamericana, Bogotá, 2003) y El libro de Antón Pirulero (Panamericana, Bogotá, 2003) y con Chely Lima El planeta de los papás-bebé (Panamericana, Bogotá, 2010;); Libro secreto de los duendes (Panamericana, Bogotá, 2008); Un zoológico en casa (Panamericana, Bogotá, 2005); Hace muchísimo tiempo (Panamericana, Bogotá, 2005) y La caja de las coplas (Panamericana, Bogotá, 2003. Es autor de numerosas antologías.
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