Al término del formidable concierto realizado en el Teatro Nacional escuché como Pancho Amat comentaba con el director de la Orquesta Sinfónica Nacional Enrique Pérez Mesa expresándose entusiasmado:
“Lo increíble de Sindo es que su música puede convertirse en una obra sinfónica, en una rumba o una guaracha y no pierde para nada su sustancia, el sabor que lo distingue de otros compositores”.
Y así pudimos comprobarlo en el homenaje a Sindo Garay durante la clausura de la XXI Feria Internacional Cubadisco 2017, celebrada en la Sala Avellaneda del Teatro Nacional donde se presentó la Orquesta Sinfónica Nacional interpretando Mujer bayamesa, Tardes grises, Guarina, Ojos de sirena y Retorna, todas obras representativas de la inmensa representación musical de Sindo Garay.
A nadie le cabe duda que este trovador era un genio. Recordemos esa palabra, a veces tan utilizada sin razón, viene de “Génesis” que significa “Creación”, nunca reproducción.
Uno de los grandes críticos de la creación musical Vicente González Rubiera “Guyún”, expresó que Sindo utilizaba sus melodías muy bien hilvanadas y esa capacidad melódica no puede ser desarrollada simplemente mediante los estudios académicos, es decir, que no se adquiere sino que se posee.
Esas reflexiones nos vienen a la mente cuando escuchamos al trovador Eduardo Sosa interpretando Tardes grises, una de las más difíciles obras de Sindo, con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica Nacional. En esta canción el creador mueve el bajo cromáticamente, empleando los cromatismos en forma sorprendentemente acertada.
Sindo no poseía una voz segunda, o sea, de barítono muy potente, pero para acompañar a la voz prima (tenor) inventaba evoluciones armónicas de gran belleza, lo cual hace que fue calificado como uno de los más grandes segundos de la trova tradicional. Por suerte a la técnica actual se han recuperado antiguas grabaciones de 78 RPM donde él canta con sus hijos Guarionex, Hatuey y Guarina y se puede escuchar perfectamente su voz.
Vivía enamorado de la trova. De su enorme producción pudiéramos citar El huracán y la palma, La perla marina y por supuesto Germania que escuchamos mediante una grabación cantada por la maravillosa voz del barítono Adriano Rodríguez. Con respecto a esta última canción citada recurrimos a lo que dijo la musicóloga María Antonia Henríquez:
“¿Acaso el “Huracán y la palma” o “La perla marina” no son Lieder comparables a los de Franz Schubert?”
Una de las obras más comentadas por los especialistas es Germania creada en 1890 (aunque existen dudas en cuanto a esa fecha). Pero bien, esta canción tiene, entre otras, la virtud de que Sindo se adelantó a su época con su guitarra a lo que antes hicieron Wagner, Beethoven y otros grandes de la ópera. Según me contó él, era un gran amante de la ópera: “Cuando llegaba una compañía de ópera a La Habana yo me las arreglaba para colarme en los camerinos con mi guitarra y hacerme amigo de los tenores y sopranos”, me confesó una tarde en una de las tantas conversaciones que sostuvimos en su apartamento de 15 entre H e I en el Vedado.
Y continuó contándome entusiasmado: Luego nos íbamos para el restaurant El Ariete que estaba en Consulado y San Miguel, o para el Café Vista Alegre de San Lázaro y Belascoaín y ahí nos sorprendía la madrugada mirando el mar.
La cultura de Sindo es sorprendente. Según él, aprendió a leer y escribir cuando tenía 16 años de edad. Copiaba, o mejor, dibujaba, las letras de los anuncios comerciales y luego le preguntaba a su mamá que letras eran.
Hemos visto escritos de Sindo y nunca cometía faltas de ortografía, tampoco hablaba disparates, aunque desde luego, en sus conversaciones, era el típico santiaguero. Hacía chistes, contaba anécdotas de su vida de acróbata, talabartero y sobre todo de errante juglar criollo.
Por suerte el trovador Pepe Ordaz está trabajando en “salvar” una gran parte de la producción musical de Sindo. Ya hemos escuchado algunas donde él canta con su hijo Guarionex Ojos de sirena y Retorna pero faltan muchas más que esperamos poder escucharlas pronto y sobre todo estudiarlas para que sirvan de ejemplo, de herramientas didácticas a los jóvenes talentos del canto cubano que por suerte, en los últimos tiempos ha tomado un buen impulso con el entusiasmo de jóvenes trovadores como Annie Garcés, Eduardo Sosa, Vionaika Martínez, el Trío Palabras, David Álvarez y otros arropados amorosamente en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.
Finalmente digo ahora como el periodista de la radio cubana Guido García Inclán: ¡Arriba corazones!
Fuente:
De León, Carmela: Sindo Garay, Memorias de un trovador. Ediciones Museo de la Música, 2009
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