Solás no nos dejó solos


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Puede parecer que 16 años no son un periodo extenso; sin embargo, cuando se trata de la memoria de una persona que dejó un legado en el cine y en la cultura que trasciende su país, la perspectiva cambia. Por esta razón, Humberto Solás continúa siendo relevante para las generaciones actuales, quienes lamentaron su partida aquel 18 de septiembre de 2008 seguirán apreciando su trabajo y su obra hoy, mañana y siempre. Él, un destacado director de cine, productor y guionista cubano, conocido principalmente por su película Lucía (1968), la cual es considerada una de las diez obras cinematográficas más relevantes de América Latina.

Su reconocimiento a nivel internacional se consolidó con Un hombre de éxito (1986), primera película cubana que fue nominada al Óscar en la categoría de mejor película de habla no inglesa. Aquí aprovecha el cine de época para referirse críticamente al presente. La película obtiene numerosos premios, entre otros, el Gran Premio Coral (compartido) en el VIII Festival Internacional de Nuevo Cine Latinoamericano (La Habana, Cuba, 1986), Catalina de Oro en el Festival de Cartagena (Colombia, 1987), así como Mención especial a la dirección en XIII Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, España (1987).

En 2005, recibió el Premio Nacional de Cine de Cuba y en el 2003, fundó el Festival Internacional de Cine Pobre, una alternativa cultural en Gibara. Al momento de su fallecimiento, el Instituto Cubano del Cine resaltó su legado, afirmando: "El Cine Pobre de Humberto Solás seguirá enfrentando el gran reto ético que él planteó, buscando establecer, con una visión pragmática, diversos espacios profesionales de cine con rigor artístico tanto en Cuba como en el extranjero. Su enseñanza será un referente indispensable para las generaciones actuales y futuras de cineastas e intelectuales que se comprometen con el destino de sus comunidades." Solás guía tal cual Faro, es la academia del cine cubano.

Entre las obras más destacadas de su carrera se encuentra Manuela (1966), la cual transformó los conceptos de la cinematografía de su tiempo y le valió la Tarja de Plata en el IV Reseña Internacional de Cine en Cúneo, Italia (1966), así como el Gran Premio Paoa en el V Festival de Cine Latinoamericano de Viña del Mar, Chile (1967) y un Diploma de Honor en el Congreso Hispanoamericano celebrado en Barcelona, España, en 1966. Por otro lado, Lucía (1968) representó su consolidación como cineasta. A través de tres personajes femeninos, se retratan tres etapas distintas de la historia de Cuba: la Guerra de Independencia de 1895 y las luchas populares contra la dictadura de Machado en 1932 y los primeros años de la revolución cubana de 1959, y los conflictos que esta genera.

En 1981, Humberto Solás dirigió Cecilia, una adaptación de la reconocida novela de Cirilo Villaverde titulada "Cecilia Valdés". Esta obra fue objeto de críticas severas por parte de ciertos sectores, quienes cuestionaron la audacia y la irreverencia del director al abordar un clásico de la literatura cubana. Con su película Miel para Oshún (2001), obtuvo en 2002 el Premio Ariel a la Mejor Película Iberoamericana. Sus obras cinematográficas han sido seleccionadas en festivales de renombre como Cannes, Venecia, Toronto, Montreal y el Festival Internacional de San Sebastián. En 1974, recibió la Concha de Oro al Mejor Cortometraje por su trabajo Simparelé. Otro de sus clásicos, El siglo de las luces (1992), adaptación de la célebre novela de Alejo Carpentier, reafirma la notable habilidad del director para representar relatos colectivos con profundas resonancias melodramáticas. El legado de Humberto Solás ha dejado una huella significativa en la historia del audiovisual latinoamericano.


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