El arte necesita de la ciencia para conocer qué quieren los públicos, afirmó el director del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT
Una de las misiones del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) es saber qué piensan los públicos de los programas televisivos y radiales, qué les interesa y a través de qué plataformas prefieren recibir los mensajes.
Esta institución cubana, nacida el 27 de noviembre de 1977, ofrece información científicamente avalada que contribuye a la toma de decisiones en el ámbito de los medios de comunicación y de mercadotecnia.
La mano de cada uno de sus investigadores está detrás de cada triunfo de nuestros programas radiales o televisivos, pues gracias a ellos se conoce, por ejemplo, la aceptación o no de las propuestas y se establece una retroalimentación entre público y creadores. Desde el anonimato, los científicos de este centro abordan los estudios de la radio y la televisión, miden, analizan y caracterizan las audiencias y la opinión pública.
El CIS ofrece, además, respuestas a las demandas investigativas provenientes de clientes externos relacionadas con el marketing y la comunicación social. «Contamos con un grupo multidisciplinario de profesionales calificados y una red de encuestadores de alcance nacional», afirmó Salam Mousa Reyes, director del CIS, quien es sus declaraciones recordó que el surgimiento de este centro está relacionado con las políticas implementadas a mediados de los 70 del siglo pasado, especialmente con las Tesis y Resoluciones del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba (1975) y con el llamado que se hizo a aplicar la ciencia y la tecnología en las esferas culturales.
«Cada uno de los éxitos alcanzados ha estado en correspondencia directa con la calidad de la televisión cubana. A medida que fue creciendo, el CIS tuvo que asumir tareas de mayor envergadura y sentar pautas en cuanto a líneas investigativas como los estudios de audiencia, análisis de la programación, creación de los sistemas de retroalimentación y la clínica de programas cero.
«Como ejemplos se pueden citar el estudio de hábitos de vida de la población en 2009, que fue un censo pormenorizado del consumo cultural; estudios a empresas como Brascuba, que permitieron la introducción de nuevas marcas en el mercado y otros análisis nacionales de percepción sobre productos comunicacionales.
«Se han desarrollado proyectos relacionados con los programas de participación de RTV comercial, los espacios humorísticos (Jura decir la verdad, Vivir del cuento...), dramatizados e informativos, lo que ha contribuido a tomar decisiones que han tenido impacto en la programación radial y televisiva».
Al dialogar acerca de la inserción del CIS en la dinámica del ICRT, el director de esta institución cubana resaltó, en un primer término, la relación con los creadores, con quienes mantienen un vínculo sistemático porque ellos son los que llevan la ciencia al arte final.
«También se trabaja en función de los intereses de los encargados de tomar decisiones sobre la programación y los contenidos que se publican en los diferentes espacios. Nuestras líneas de investigación son variadas y van desde los temas raciales y de género, hasta los de opinión pública y el trabajo de comunicación institucional, pasando por la evaluación de la calidad de las propuestas audiovisuales y el impacto en los públicos, según su sector etario.
«Estamos haciendo énfasis en las investigaciones y asesorías en comunicación. Nos insertamos en las nuevas dinámicas sociales en las que las herramientas hipermediales forman parte de la cotidianidad: estudiamos los lenguajes, públicos y la relación entre las plataformas que más se consumen en nuestro país. La meta es convertir esa opinión pública en el instrumento de dirección de los procesos de trabajo en los medios, siempre acotando que es imposible complacer todos los gustos.
«En cada uno de nosotros prima el sentido de responsabilidad y respeto por nuestro patrimonio mayor: la opinión pública. Hoy se busca extender el trabajo de nuestra red de encuestadores para que no quede en Cuba un lugar sin recoger un criterio; se realizan procesos de modernización tecnológica; ampliar la gama de servicios y lo más importante, aspiramos a ser fuente de consulta obligatoria para los creadores que emprenden proyectos para el disfrute de los públicos.
«El arte necesita de la ciencia para conocer qué quieren los públicos porque solo la investigación científica permite traducir miles de ideas en un proyecto de todos», concluyó el director del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT.
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