“Sombras eléctricas”, de cuando lo efímero permanece…


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Sombras Eléctricas es el título de la muestra fotográfica que Zevs, artista contemporáneo francés asociado con la escena post grafiti, recién se inaugurara en la galería de la Alianza Francesa de Prado y Trocadero, Centro Habana, con el acompañamiento de canto y danza.

La exposición, es señal oportuna para que, dentro de los “horizontes compartidos” de la 15 Bienal de La Habana, la nómina de artistas de Francia presentes en la importante cita multicultural, siga proponiéndonos una diversidad de poéticas en el terreno de las artes visuales; de lo aparentemente académico hasta lo tangente y más iconoclasta.

Así llegan las piezas de Zevs a nosotros, como especie de alusión a la serie de pinturas que el creador iniciara en las calles de París a finales de los años noventa, un trabajo nombrado “Electric Shadows”. Se trataba de intervenir el espacio urbano usando pintura metálica o tintura blanca de pavimentos que refractaban la luz para remarcar los contornos de las sombras del mobiliario urbano bajo la iluminación nocturna. Con la intención de revelar lo invisible, de hacer perceptible esas efímeras formas, hacerlas omnipresentes y crear un juego óptico entre la pintura luminosa y su equivalente sombra. Durante el día, como las sombras desaparecían, las pinturas subsistían: convirtiéndose en memoria visual de la noche proyectada en la luz del día, un diálogo entre lo efímero y lo permanente, entre la noche y el día.

Ahora, con el proyecto en La Habana, Zevs ha retomado el trabajo con las sombras inscribiéndolas en un nuevo contexto. Hecho que lo condujo a explorar las calles de la capital cubana, a deambular sus noches para encontrar las sombras a pintar. La ciudad impregnada de particular historia, de realidades y del azar que la azota y conmueve, se volvía infinito nuevo lienzo.

La exposición, dentro de la 15 Bienal de La Habana, aporta a la diversidad de poéticas en el terreno de las artes visuales. Fotos: Tomadas del Fb de la Alianza Francesa

Y justo, cuando el huracán Rafael nos impactara, Zevs se devolvería en su ser cautivo del momento, haciendo más complejo, y a la vez más significativo el trabajo. Los serios daños sufridos por las redes eléctricas y la privación de iluminación durante varios días, le otorgaría una fuerte importancia a la electricidad, a la iluminación en la vida cotidiana. Cuando la luz falta, asegura el artista, la sombra misma deviene ausencia de sombra, fascinante paradoja que interroga la relación entre la luz, el espacio y la memoria colectiva.

Sombras Eléctricas está integrada por veinte piezas, imágenes de París y de La Habana. Nuestro centro histórico es recapturado en fotos dispersas de la ciudad, pero que forman un trayecto cuasi preciso, por poco cartográfico, como una constelación de intervenciones que conecta los diferentes emplazamientos. Ellas invitan a los espectadores a redescubrir su ambiente nocturno, a observar de una manera otra aquello que a menudo se ignora, interrogando la presencia silenciosa de las formas urbanas.

A modo de tejido entre Francia y Cuba, como esos hilos que unen y distan (en tiempos, en espacios, en luces y sombras), aquello que lo aparencial de las siluetas y las visiones espectrales agitan para acortar lo distante, van y vienen ante el mirar que Zevs propicia. ¿Acaso como juntura de sonido y gesto, de música y danza, de canciones y cuerpos, para retener el instante salvífico de lo real y lo imaginado? Tal vez por ello durante el performance de apertura, el eco de “La Habanera” de Carmen se escurría entre las sinuosidades del Palacio de Prado, como si esta envolvente Habana nuestra de hoy reclamara la vuelta de anonimatos perdurables de su memoria musical, y la exquisita voz de la soprano Milagros de los Ángeles re-enunciara las palabras de Bizet como pórtico de bienvenida a la exposición.

Cómo tejer entre La Habana y París los versos y música de los hermanos Fernán y Eduardo Sánchez de Fuente en la eternidad de Habanera Tú, mientras el baile de Cinthya y Luis Enrique (Colectivo Perros Callejeros), redimensionara la pausa del movimiento capturado y la quietud de lo efímero se tornaba sobresalto de la forma y su sombra.

Milagros, Cinthya y Luis, ellas y él, voz y cuerpos, sintetizarían que las ciudades existen a través de las experiencias encarnadas de quienes las habitamos. Ciudades y cuerpos se complementan y definen el uno al otro, cual máscara que encubre y devela lo esencial y oculto a los ojos.

Habitamos la ciudad y ella habita en nosotros, y nos convertimos en los mejores testigos de sus ojos, de sus pieles que se transforman en estados transparentes del día a día, de lo común y hasta de aquello que se torna invisible y que las Sombras Eléctricas, de Zevs procuran ahora develarnos. Estas fotografías proponen un diálogo visual entre las nuevas intervenciones recién realizadas en La Habana y las primeras piezas de la serie “Electric Shadows” creadas en París. Al poner la mira sobre las dos ciudades, se establece una correspondencia poética y temporal entre dos espacios urbanos muy singulares: París, donde la luz parece infinita y poderosa, y La Habana, donde la electricidad se torna recurso frágil y, a la vez, hechizado.  

Sombras Eléctricas está integrada por veinte piezas, imágenes de París y de La Habana.

Para Zevs, el epigrama/inscripción, no es sólo una cuestión de tácita escritura, sino también de contexto y lugar (espacial, urbano, mental), que dan sentido a la obra. Y así, sus Sombras Eléctricas remarcan las ataduras a la luz, a las sombras y a la memoria de los lugares. Él nos dice que es una manera de conservar la huella de una noche suspendida en la historia de las metrópolis y de estimular al espectador a ver aquello que, a veces, queda invisible.

Zevs viaja de la calle a las galerías, reacciona a las señales urbanas y a los códigos de consumo real e imaginado dentro del día a día de lo común, cuestionando el espacio público, el arte y su relación con el consumismo, lo dispendiado, disipado y más. Aunque comparte un enfoque familiar con otros artistas en términos de escrituras urbanas, desvíos, marcas y situaciones, se distingue por integrar elementos tomados de artistas clásicos como David Hockney. Sugiere que los logotipos actuales son sucesores de los grandes mecenas del pasado. Suele también inspirarse en los “autógrafos” ocultos y estilizados de artistas como Alberto Durero y Leonardo da Vinci.

Desde la década de 1990, Zevs es reconocido por sus obras en espacios públicos, ciudades como París, Berlín, Nueva York, Seúl o Hong Kong han sido escenarios anteriores a este trazado cómplice, de luces y sobras, en esta Habana 2025 como signo elocuente de aquello efímero que permanece.


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