Su mayor sentido… tocar desde el corazón


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Frank Emilio es un pianista que ha influenciado a cada generación subsiguiente, y los que están por venir, porque se ha mantenido al día. No se puede hablar de Frank Emilio en el pasado, porque todavía está muy vigente en el presente”. Chucho Valdés Quizás haber sido un gran conocedor de los ritmos autóctonos cubanos, fiel intérprete de las danzas de Manuel Saumel, Ignacio Cervantes y Ernesto Lecuona, fue la inspiración para explorar como nadie las notas de grandes clásicos internacionales como Johann Sebastián Bach, Wolfgang Amadeus Mozart y Claude Debussy, entre otros autores.

De cómo asumió la interpretación Frank Emilio expresó:

“Tengo bien delimitado mi forma de enfrentar el piano, acorde con los requerimientos de cada momento Una cosa es interpretar, otra acompañar. Es diferente una orquesta que un grupo pequeño. En la interpretación no tengo estilo propio. Busco el de cada obra y su autor. Si toco un concierto de Federico Chopin, pienso en la manera en la que él lo hubiera ejecutado, si hago una composición de Bola de Nieve, respeto al máximo su estilo. En la improvisación mezclo estilos de unos y otros, sintetizo mi forma, soy más personal”

Como un verdadero sortilegio este criterio de quien fuera uno de los más extraordinarios músicos cubanos, Frank Emilio Flynn, aquel artista de luz interior y extrema sensibilidad que pudo captar la esencia de la música hasta llegar a convertirse en un ejecutante asombroso, un intérprete excepcional y un improvisador virtuoso a pesar de haber perdido la visión desde la infancia.

Su mayor sueño era interpretar, con la Orquesta Sinfónica Nacional, el concierto en Fa, de George Gershwin.

El tesón y fuerza de voluntad le permitieron, gracias al auxilio de su gran amigo y músico, Armando Romeu, leer y escribir música en el sistema braille con el objetivo de poder transcribir partituras para ejecutar obras de gran complejidad.

Así comenzó a estudiar piano y armonía, con grandes maestros como César Pérez Sentenat, Félix Guerrero y Harold Gramatges lo que le permitió llegar a interpretar como solista la música cubana e internacional en la Radio, la Televisión y salas de concierto. Según Marta Valdés, compositora, guitarrista e intérprete de sus obras, este pianista cubano visitó las más disímiles formas del pianismo. Desde un repertorio universal recorría el mambo, la guaracha, el son hasta ser un fiel amante y ejecutante del felling con un dominio suigeneris del blues siempre haciendo alusión a sus raíces.

Ya en 1963 hacía realidad sueño e interpreta Rhapsody in Blue, del compositor y pianista estadounidense George Gershwin, con la Orquesta Sinfónica Nacional, dirigida por Manuel Duchesne Cuzán.

De Frank Emilio también es famosa su fuerte vinculación, con los integrantes del movimiento felling. Sus presentaciones se recuerdan los clubes, cabarets, radio y televisión, así como en diversos países. Sus inquietudes como músico lo hicieron estar cerca de grandes de la música cubana como Omara Portuondo, José Antonio Méndez, y Oscar González con los cuales consolidó la necesidad de crear diversos formatos para hacer extensiva su música.

En 1950 funda, junto a otros músicos, el Club Cubano de Jazz e integra un cuarteto con Leonardo Acosta, saxofón alto, Orlando Hernández, contrabajo y Walfredo de los Reyes, además de crear y dirigir el Quinteto Instrumental Música Moderna.

Frank Emilio nació el 13 de abril de 1921 y muere el 23 de agosto de 2001, a casi dos décadas de su deceso físico, es considerado como un músico que ha influenciado a generaciones de grandes músicos cubanos. Quienes admiramos su obra la guardamos también como referencia obligada para conocer, apreciar y disfrutar el Jazz latino, género que creció en la isla gracias a los aportes de este pianista inigualable que inspirado en su necesidad de amar y ejecutar la música no permitió que fuera privativa para otros la maravillosa oportunidad de aprenderla.

Junto al saxofonista Armando Romeu, preparó un libro en sistema Braille, con el objetivo de que otros músicos ciegos pudieran estudiar e interpretar esta manifestación artística.

Tiene la música cubana un tesoro: discos del maestro Frank Emilio que contienen danzas y danzones de autores casi desconocidos, danzas y contradanzas de Manuel Saumell, Cervantes y Lecuona.

Discos de Jazz y descargas pianísticas que recogen sus obras magistrales y tiene también la música cubana, la posibilidad y el placer de retener en la memoria, al maestro Frank Emilio, ese músico cubano ciego cuyo mayor sentido fue tocar con el corazón.


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