Desde España llegó a la mayor de las Atillas sin saber que Cuba sería su casa, el lugar donde bailaría, creara una familia y una compañía danzaria. Susana Pous encontró algo que la cautivó y la hizo volver una y otra vez a este país. Había ya bailado en prestigiosas compañías danzarias del mundo e intercambiado con prestigiosos maestros de la danza a nivel mundial. No pensó nunca echar raíces en una isla tan alejada de su familia, sus tradiciones. Tal vez, la invitación a bailar con el Ballet Nacional de Cuba, constituyó punto de partida para amar a Cuba y regresar a ella.
¿Qué te sedujo a llegar a este país?
Vine a Cuba. Intenté aprender de su folclor, de su manera de bailar, de la técnica cubana, de la manera visual de la danza que tenían en ese momento, y conmigo traje en una mochila toda la experiencia y la información que tenía. Llegar a Cuba y adentrarse en su cultura y costumbre, al menos para un bailarín creo que es fácil. Más allá del lenguaje verbal, el lenguaje expresivo nos permite un diálogo muy rápidamente, así que para mí fue fácil.
Trabajaste también en tus inicios con el Ballet Nacional de Cuba. ¿Cómo acogiste esa propuesta de compartir con esa compañía fundada por Alicia Alonso, una de las más importante figuras de la danza mundial?
Cuando yo llegue mi primera experiencia fue, como dices, con el Ballet Nacional de Cuba. La primera vez que Susana viene a Cuba, no a vivir, pero si a tener una experiencia de trabajo acá, fue para trabajar con el BNC. Yo era una bailarina que trabajaba en una compañía danzaria en Barcelona. Trabajaba con María Rovira, una coreógrafa que ha tenido un trabajo admirable y una trayectoria de trabajo continuo con el BNC, y ella me dijo que me traería a Cuba, que me encantaría y así fue. Trabajamos en el Festival Internacional de Ballet de La Habana, montamos una pieza para BNC.
Siendo una bailarina de danza contemporánea, ¿fue un reto trabajar con el BNC, una compañía de una larga tradición clásica en su repertorio?
Fue un reto, pero no temí. Entre la danza contemporánea y la danza clásica la gente trata de ver las diferencias que nos separan a través de estilos y de conceptos, pero yo pienso que a nivel humano hay miles de cosas en común que nos unen. Mi lenguaje, o lo que siempre me ha interesado a mi es contar historias, hablar de lo que siento, de lo que me emociona, de lo que me conmueve, de lo que me conecta con el público, y eso creo que puede hacerse desde cualquier tipo de danza. Y sigo muy abierta a trabajar en un futuro con la danza clásica a pesar de que son dos mundos que es verdad que se mantienen cada uno en su lugar.
Conoces a DanzAbierta a través de Pepe Hevia, ¿cómo te involucras con el trabajo de este colectivo y de Marianela Boán?
Una de las cosas que más me ha impactado en mi vida como bailarina y también a nivel humano y emocional, fue conocer a Pepe Hevia. Nos conocimos en Barcelona. Él venía de Cuba. Empezamos a trabajar juntos y había una conexión directa y él siempre me hablaba con mucha nostalgia de Cuba y la cubanía, y me hizo conocer mucha música cubana, muchos cubanos y también me hablaba mucho de la compañía en la que él había trabajado, que era DanzAbierta. No fue una sorpresa que yo entrara a Cuba a través de DanzAbierta, la compañía de la que mi amigo Pepe venía. Conozco a Marianela Boán, la directora de la compañía, colaboro con ella, y me doy cuenta que hay más puntos de contacto que de diferencias. Todo fue muy fácil. El punto de vista que tenía Marianela y DanzAbierta en ese momento, lo que se buscaba y lo que experimentaba, era muy parecido al background que yo tenía como bailarina y fue muy fácil.
¿Qué representa para ti Marianela Boán y DanzAbierta?
Todas las personas que pasan por tu vida, como artista, creo que van dejando algo por tu cuerpo, por la manera de hacer las cosas y ahí está Pepe, esta Marianela, está DanzAbierta que fue donde yo me transformé. Sobre todo DanzAbierta lo más importante para mí fue que me permitió transformarme de bailarina a coreógrafa.
Con DanzAbierta te realizaste como bailarina, coreógrafa y también como directora. Justamente cuando la compañía arribaría a sus treinta años de creada, decides emprender un nuevo camino con Micompañía, colectivo que nació bajo tu guía y ya arriba a sus primeros tres años. ¿Por qué abrir un nuevo camino en tu carrera como coreógrafa y directora de este nuevo proyecto?
Yo sentí justamente en el treinta aniversario de DanzAbierta, donde todo el mundo hablaba de la importancia de la compañía en la historia de la danza en Cuba y todo lo sucedido en todos esos años de la agrupación, que yo necesitaba buscar mi propio camino. En DanzAbierta, crecí como bailarina, pero era un proyecto que había crecido con la visión de Marianela y a pesar de haberse conservado, porque teníamos coincidencia en la manera de ver la danza, ya Susana era otra, quería otras cosas, y pensé que la mejor forma de hacerlo era en un proyecto nuevo que llevara mi identidad. Ya yo venía haciendo mi trabajo como creadora, como coreógrafa, estaba dirigiendo DanzAbierta y de pronto dije, esto tiene que romper y iniciar una nueva etapa. Se ha acabado el ciclo y voy a comenzar uno nuevo. Sin tragedias ni rompimientos ni enfados, todo lo contrario, fue una transformación y eso es Micompañía.
Son ya tres años del inicio de ese proyecto. Es realmente poco tiempo, pero es un proyecto que se ha enrumbado por los buenos caminos de la danza contemporánea. ¿Crees merecido celebrar a pesar de su poco tiempo este aniversario?
No tengo tanta ilusión por celebrar aniversarios como muy contundentes, sino por hacerlo en el momento que me lo pide el cuerpo y mi alma.
¿Cómo has hecho para lograr un colectivo de bailarines que se han unido a esa estética que defiendes muy particular, con el cuerpo, los sentimientos y emociones como centro?
Es muy fácil encontrar buenos bailarines en este país. Hay mucha gente con muy buena formación y realmente ha sido como de una manera muy natural. Los bailarines que en aquel entonces eran de DanzAbierta deciden continuar conmigo en Micompañía. Somos un proyecto bastante pequeño y los bailarines no vienen y se van muy rápido, sino que suelen quedarse durante unos años. Pero generalmente, me nutro de jóvenes bailarines que vienen de la ENA, del ISA, o de alguna otra compañía que llegan y me dicen que quieren trabajar conmigo. Como somos un equipo pequeño no podemos ni me interesa tener gran cantidad de bailarines. De una manera muy orgánica van apareciendo, empiezan a trabajar, y el bailarín que quiere estar en Micompañía, lo sientes. Si te sientes bien, que hay feeling y verdaderos intereses, pues adelante con el proceso creativo.
Micompañía nace un 8 de marzo, justo cuando se celebra el Día Internacional de la Mujer. ¿Fue casual o intencional el nacimiento del colectivo en esa fecha?
La verdad es que por alguna razón disidí iniciar este camino un 8 de marzo, porque ante todo soy una mujer defensora de los derechos de las mujeres, madre de dos mujeres ya. Realmente el camino que ha cambiado muchas cosas para nosotras, quedan algunas otras por cambiar aun que persisten bajo el patrón del machismo. Yo defiendo que las mujeres tenemos mucho potencial, que podemos hacer todo lo que nos propongamos, y en ese aspecto me siento muy bien y feliz realmente.
Ante la actual situación sanitaria impuesta por la Covid-19 que vive Cuba y el resto del mundo, se detenido el proceso creativo de muchos creadores y se han modificado los espacios creativos. ¿Cómo se prepara Micompañía para cuando reabran los teatros y salas de presentación escénicas?
Estamos sufriendo porque los bailarines necesitamos espacios y necesitamos movernos. Por mucho que hayamos ensayado en casa para mantenernos con vitalidad física, es evidente que esta pausa es fatal. Hay una gran preocupación en el mundo entero por el cierre de los espacios, pero yo soy de las personas muy positiva, y tenemos que enfocarnos a cómo va a ser el cambio, cómo volveremos a la normalidad. Hemos descansado también un poco los cuerpos, que estaban un poco maltratados. Hay una cosa que yo defiendo y es que la danza no solo es el cuerpo, sino también la mente, y el ser bailarín, no es un ser que sabe moverse y usa su cuerpo, sino que usa su mente y es un ser creativo, y yo estoy tratando de potenciar aun más eso, por eso siempre les digo a mis bailarines que miren a su alrededor, que la danza no solo está en el cuerpo. El proceso creativo también está en cómo aprender cosas que luego vayan a usar como bailarines. Y en eso estamos, esperando volver a lanzarnos a los teatros y estar en los escenarios que en realidad son nuestra razón, por la que continuamos Micompañía.
Con Micompañía, Susana Pous ha creado una escuela que apenas comienza a florecer, una compañía de firmes cimientos que en sus tres años de creada, promete desde ya un futuro alentador en el panorama danzario de nuestro país.
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