Pocas veces se logra consenso entre las personas que conforman una barra tan complicada como la de los medios de comunicación; sobre todo si se trata de quienes se involucran en el mundo de la música –que no de la cultura propiamente, como suelen decir los críticos de arte y de cine—y todos los fenómenos y elementos asociados a ella.

No lo creerá pero esta tarde de un sábado cualquiera los prejuicios, las jerarquías impostadas y hasta los “egos” (lord dicen los músicos y musulungadas le llamo Tata Güines) quedaron en las puertas de la Casa de la Música de la Habana cuando Maikel Blanco y su orquesta decidieron agradecer y festejar a tan selecto grupo de personas y personajes.

El anfitrión tuvo tiempo, y paciencia, para conversar con casi  todos los presentes; para hacer algún que otro chiste y hasta comentar sobre sueños e insatisfacciones. Pero su meta era que la barra de prensa moviera el esqueleto, que fueran felices y aportaran con gotas de su sudor a la lucha contra el sobrepeso; pues muchas veces los del gremio están alejados de los espacios bailables.

Estaban todos y todas; o al menos así me lo pareció. Hubo abrazos, propuestas de trabajos conjuntos a futuro, discusiones amistosas sobre algún que otro disco, cantante y hasta detalles de un programa X. aunque entre lo mejor de la tarde estuvo descubrir que cierto y reputado colega es un “patón” de academia y el movimiento de cintura de cierta beldad contradice sus juicios doctor… que tarde…

Como simple observador, que no me impidió tirar mi pasillo con mi pareja, pudiera decir que tardes como estas bien vale la pena que se repitan sobre todo si la fraternidad es la máxima sobre la que se convoca.

De la próxima daré más detalles.