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Tomás Arranz Sanz: Cuba te permite sacar el lado más cálido de ti mismo


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El escritor español Tomás Arranz Sanz se encuentra en Cuba participando de la 26ta Feria Internacional del Libro, en la cual será presentado su cuaderno de cuentos Precipicios  que publica la editorial Arte y Literatura.


Arranz Sanz nació en Valladolid, España, en el año 1959. Es graduado de Geografía e  Historia de la universidad de su ciudad natal y desde hace veinticinco años es funcionario del Ministerio del Interior de su país.


No obstante su pasión es la literatura por lo que estudió técnica y composición del relato en los Talleres de Fuenteovejuna, en Madrid.


Arranz Sanz conversó con Cubarte y reveló por qué  los cuentos de Precipicios tienen como escenario diferentes lugares de Cuba y  en todas sus novelas aparecen personajes cubanos.


Recientemente en la conferencia de prensa a propósito de la presentación de su cuaderno Precipicios en FIL 2017 usted declaró:


 “Cuba es muy cercana a nosotros los españoles, ustedes no se dan cuenta de esto; ustedes son como nosotros pero  como si estuvieran en quinta velocidad y no en cuarta; son más activos, más naturales; son como nos gustaría ser pero tanta influencia de la cultura europea nos ha desnaturalizado, nos ha hecho más hipócritas, siempre decimos lo que debemos decir”.


¿Quisiera abundar sobre esta idea?


Sí, mira, los españoles son aquí más ellos mismos que allá, donde no hay más que perjuicios, normas, pero normas a veces estúpidas, cosas muy sencillas pero que te van condicionando, claro también está la imagen ridícula del tipo que nunca se pone short y viene aquí y se lo pone, algunos son tan ridículos que a veces da hasta pena ver por ahí a cada yuma…


Pero Cuba te permite sacar el lado más cálido de ti mismo, la gente te invita a abrirte porque el cubano es curioso, le gusta saber, conocer y a nosotros nos gusta hablar pero estamos reprimidos y al final se juntan las dos cosas y se establece la relación.


Yo estoy casado con una guantanamera ya con eso te lo digo todo…


Pienso que también los influye la Iglesia católica,  la larga dictadura de Franco…


Sí, el poder de la Iglesia,  Franco, que nos marcó más de lo que nos creemos, nuestra cultura, pero sobre todo la idea que nos han estado machacando durante años de que tenemos que ser europeos, como si eso fuera una meta; ese afán por querer ser europeos, modernos y estar en el mundo no tiene sentido porque lo importante es ser tú mismo, pero vamos hacia una uniformidad en Europa donde las individualidades nacionales se van borrando, en contraste con Cuba.


¿Cuándo empieza su relación con  Cuba?


Bueno, hace 100 años; yo tuve un bisabuelo que estuvo aquí cuando la guerra y allá   en mi pueblo a mi familia  la llamaban “los habaneros” y lo curioso es que la vida va dando vueltas y acaba uno aquí.


La primera vez que yo pensé venir  a Cuba fue cuando vi el documental del Buena Vista Social Club; al terminar de verlo me puse a llorar sin razón aparente pero era porque estaba viendo la verdad en directo.


Cuando están entrevistando a Ibrahim Ferrer él para la conversación y le dice al periodista, «disculpe compay pero él me necesita más que usted» y se fue a ayudar a un hombre que pasaba cargando solo con un colchón. Ahí me rompió los esquemas y me di cuenta de que era otra cosa.


La primera vez que vine a la Habana llegué de noche y me pilló un apagón, de esto  hace nueve años y de ahí para acá he venido veinticinco  veces;  al otro día por la mañana me fui a caminar por la calle 23 y me senté en las escaleras del cine Riviera  y me dije «este es mi lugar en el mundo, este es mi sitio, no sé si acabaré aquí o en Viet Nam, pero este es mi lugar», porque tenía la sensación de haber llegado a un sitio que te esperaba.


Estos sentimientos quizás determinan que sus narraciones transcurran en Cuba…


Por supuesto; estos cuentos fueron el comienzo de mi carrera literaria, yo había escrito anteriormente seis novelas pero no las consideraba de calidad, las ideas no se concretaban, eso no era lo que yo quería.


En Precipicios realmente fue donde exploté y me di cuenta de que podía hacerlo  y podía atacar cualquier tema.


¿Los temas de los cuentos son locales?


No, podría ocurrirle a cualquiera en cualquier sitio y las personas a veces no tienen ni nombre pero a partir de aquí casi todas mis novelas tienen personajes cubanos.


¿Es el caso de Los muchos?


Sí, Los muchos, que resultó finalista en la última edición del Premio Nadal en España, en el 2015; es una novela totalmente cubana, no solo cubana, sino cubana hasta el extremo; está escrita en español guantanamero, con malas  palabras y todo.


Es una novela un poco fuerte; es la historia de un marginal, de un bandido de 28 años que resolvía lo que le pidieran los turistas  en  Cuba, en una ocasión estuvo a punto de conseguir una avestruz que querían unos extranjeros, y  también vivía de las mujeres.


Salió de Cuba al ganar el sorteo de las visas de Estados Unidos, creyendo que se iba a comer el mundo y realmente la vida no resulta como pensaba.


¿Es una historia real?


Sí, yo conocí a este cubano en una cárcel de España; en Estados Unidos no le salió bien «el sueño americano» y le propusieron ponerse un traje y viajar a España; él aceptó y por supuesto al llegar a España detectaron que el traje iba cargado de drogas y lo condenaron a nueve años de cárcel.


La novela  narra cómo el personaje va transitando por los sistemas políticos de los tres países y cómo es un inadaptado siempre. Es un vivo que se aprovecha de las debilidades humanas y que ve a las personas como vacas a las que hay que ordeñar en su beneficio; pero de esos hay en todas partes.


Apenas sabe leer y escribir pero tiene un inmenso carisma. Cuando yo llegué a Guantánamo y pregunté por él, era conocido por todo el mundo como un tipo muy peligroso.


Muchas personas que la han leído no paran de reírse, porque tiene el humor de los cubanos.


¿Está publicada?


No, estoy en negociaciones con una editorial porque yo alcancé cierto relieve porque rechacé a la Editorial Planeta —porque parece ser que a esta editorial no la rechaza nadie— y lo hice porque los términos del contrato eran inaceptables.


Usted ha comentado que uno de los cuentos recogidos en Precipicio ha dado pie a una novela reciente.


Si, se llama Sed de sal, me llevó dos años escribirla, tiene seiscientas páginas y  la estructura de la novela de Leonardo Padura, El Hombre que amaba los perros, tres historias que confluyen al final en una; son dos tipos que intercambian sus vidas, sus pasiones, sus gustos, sus familias, todo; uno es un empresario corrupto, típico de los tiempos que se viven en España, y que está huyendo de la justicia y el otro es un cubano que vive en Estados Unidos donde trabaja como «asesor» de campañas electorales, y que su función es buscar «los trapos sucios» del contrincante en la campaña.


Ambos personajes están unidos por la figura de un presidente de gobierno que en este caso es José María Rodríguez Zapatero, a partir del día en que abandona el poder.


Háblenos de su experiencia en la  26ta Feria Internacional del Libro


He asistido a muchos eventos  en la feria y me parece muy atractiva; es una fiesta de la literatura con sus críticas de que si la gente va a comprar libros de cocina y otros, pero bueno es así, las editoriales se financian muchas veces a través de proyectos más populares; yo no lo veo mal y que los niños aprendan jugando me parece normal, ya tendrán tiempo de leer libros de filosofía.


¿Cuáles son sus escritores cubanos preferidos?


A mí me interesa mucho la literatura cubana actual, por ejemplo me gusta mucho el narrador Ernesto Pérez Chang.


El problema que yo creo que tienen los escritores cubanos es de promoción; hay muchos que destacan por su talento pero hay pocas editoriales en el mundo que los publiquen, que apuesten por ellos y la contradicción es que habiendo escritores muy buenos  apuestan por algunos que no tienen una real calidad.


Yo apuesto por una literatura de calidad, de riesgo; la literatura se puede hacer desde el centro de la mesa o desde el borde, siempre al borde del ridículo pero allí es donde se genera la calidad y desde donde escriben autores que tienen algo que aportar.


Me gusta mucho Virgilio Piñera, también  Guillermo Cabrera Infante, ese juego con el humor, la ironía, los juegos de palabras, me ha influido bastante; a José Lezama Lima me suelo acercar de rodillas porque no me atrevo mucho a mirar para arriba; me encanta su poesía, siento envidia cuando lo leo, esa envidia sana del por qué no se me ocurrieron a mí estas cosas.


¿Escribe usted poesía?


No, mi escritura está llena de poesía pero no escribo poesía; mi voz narrativa es agridulce, una mezcla de humor, poesía y a veces tristeza; siempre con mucho humor, un humor irónico y socarrón, a veces tiene mucho de cubano; admiro mucho en las personas el humor y la bondad.


¿Seguirá Cuba en sus obras?


Sí, ya yo estoy atrapado.


Es que en España a los personajes tienes que salir tú a buscarlos, aquí te salen al paso, ellos te piden voz, a veces tienes que esquivarlos porque aquí hay personajes por todos lados, hasta el que vende el maní, todos tienen una historia, allá hay que buscar porque todos somos planos y nadie permite que invadas su intimidad entonces apenas te relacionas con el vecino, hemos perdido la cultura que teníamos allí de pueblo, cada día somos más educados y correctos pero es una cordialidad aparente.


Aquí el que te da algo te lo da de corazón; el cubano es generoso y luego tienen ese punto espontáneo que te arrebata.



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