Todo es perfectible y todo está en continuo movimiento y cambio por lo que a diario deben ser evaluados todo proceso humano. Es cierto que hay momentos donde la reflexión puede y debe ser más abarcadora y profunda; como el que puede asociarse al dieciocho de mayo Día Internacional de los Museos.
Como se comprende, no es posible en un artículo abarcar a profundidad toda la problemática del sistema patrimonial, ni siquiera los principales aspectos nacionales y mucho menos a escala regional o mundial. Cada elemento requeriría varios volúmenes con los resultados de diversos y prolongados estudios e investigaciones.
No obstante, es de interés destacar la necesidad de que cada cual, “dentro del pedacito” que le toca y un poquito más… precise los problemas. Es decir, hurgue en lo interno y en el entorno, en el cómo andan las necesarias sinergias de las innumerables interacciones que se producen en el desarrollo de la Misión de cada actividad, de cada entidad.
Identificar, caracterizar, analizar, planificar, actuar, evaluar y corregir debe ser acciones permanentes. Alcanzar un procedimiento sistémico y sistemático de enriquecimiento proyectivo de la actividad. Cada día, todo colectivo, además de pensar en el “aquí y en el ahora”, debiera dedicarle algunos minutos en pensar en el mediano y largo plazo, en la Visión de la entidad.
Es como cuando se conduce un barco, timón en mano y la vista de vez en cuando atrás para ver los zigzagueos cometidos que retrasan y encarecen la marcha y también la vista al frente para ver el girocompás o el punto de referencia en el horizonte.
Entonces al meditar sobre el “rumbo” de los menos favorecidos museos municipales y los pequeños y humildes museos locales, se debe otear hacia los cuatro puntos cardinales y al hacerlo, se encontrarán las fortalezas, las oportunidades, así como las debilidades y las amenazas de esas instituciones.
El escrito de hoy está dirigido principalmente a señalar algunas de lo que se considera debilidades y amenazas, que a juicio del autor se ciernen sobre la actividad museológica. Es esto, parte de la misión de esta columna de Patrimonio, Identidad y Medio Ambiente en interés de contribuir al desarrollo de las fuerzas productivas de los museos.
En consecuencia se proponen para reflexión algunos aspectos que se consideran problemas y limitaciones a solucionar y que dificultan el rendimiento de la Misión social del trabajo museológico.
Entre ellos, y considerado de primer orden está la mayor o menor comprensión en el ejercicio práctico de los gobiernos locales sobre la trascendencia social de los museos; es decir, evaluar críticamente en cada circunstancia la interacción gobierno-museo y museo-gobierno.
La Constitución de la República en Cuba establece que “La Asamblea Municipal del Poder Popular es el órgano superior del poder del Estado en su demarcación y, en consecuencia, está investida de la más alta autoridad en su territorio”.
Y más adelante expresa: le corresponde “organizar y controlar, …el funcionamiento y las tareas de las entidades encargadas de realizar, entre otras, las actividades, económicas, de producción y servicios, de salud, asistenciales, de prevención y atención social,..., científicas, educacionales, culturales, recreativas, deportivas y de protección del medio ambiente en el municipio;” De las 14 actividades, los museos municipales participan directamente en doce (las que están en negrita por el autor) y en las otras tienen diversos puntos de interacción con fábricas y con instancias deportivas como la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo, tal es el caso, por ejemplo, del Museo Municipal de La Habana del Este.
En la actualidad y en pro del desarrollo local los municipios han adquirido más autonomía y poder de decisión, por lo que se está en mejores condiciones de rectificar insuficiencias anteriores en el reconocimiento social y el apoyo material que la actividad museológica debe alcanzar por su trascendencia social e ideológica. Máxime cuando las campañas ideológicas de los enemigos tratan de disuadir a los pueblos de sus orígenes. Esos pretenden que se borre la historia, pues, como dicen, es como “agua pasada que no mueve molinos”.
Y es precisamente la cultura uno de sus objetivos estratégicos y las universidades y los intelectuales.
La CIA ha orientado a sus agentes y contratistas “Debemos trabajar sobre los errores, identificar a los débiles, a los que no tienen convicciones firmes, a los descontentos, a los que no creen, debemos apoyar el pensamiento diferente, fomentarlo. Sembrar la duda, avivar la inconformidad, exaltar los valores de la «sociedad libre»”.
Ya desde 1895 José Martí nos alertaba: “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento”.
Y que no se dude, lo mejor de la historia local, que es la fuente de la historia nacional, desde los pueblos originarios hasta el presente está en los museos municipales, y ello es un privilegio para el municipio y es fuente de oportunidades y riquezas espirituales y materiales.
Museo que no esté a la altura que le corresponde, debe ser revisado, no su existencia como institución al servicio de la sociedad, no es asunto de “botar el sofá”, sino de rectificar todo lo que concierne al sistema de dirección y de organización de los diferentes niveles de su trabajo.
Si se mira hacia el mundo, otros fuertes intereses económicos, políticos e ideológicos motivan muchas veces la desatención a estas instituciones portadoras de la cultura comunitaria, autóctona, fuente de la identidad. Identidad, que fuerzas hegemónicas subvaloran o desprecian y de la que pretenden despojar a los pueblos, para imponer sus normas e ideales supremos.
En particular el neoliberalismo. Esa corriente de pensamiento que orienta, entre otros aspectos, reducir la influencia del estado en la economía, incrementar la privatización y la austeridad fiscal. Transferir las actividades empresariales del sector público al sector privado, es decir, traspasadas o tomadas ya sea desde el Estado o la comunidad hacia agentes económicos privados, todo lo cual trae aparejado fuertes costos sociales y un “nuevo papel del Estado: Ya no como agente económico directo, sino como garantía de equilibrio social y favorecedor de la actuación del capital privado.
Ello puede resumirse en que la privatización no genera socialización, por tanto, el neoliberalismo, en cualquiera de sus formas, no es el camino para la solución de los problemas del mundo ni los que confronta hoy la actividad museológica. Todo lo contrario es parte de las causas de los problemas. Afortunadamente, esto nunca sucederá en Cuba.
Mirando hacia los museos municipales cubanos un aspecto insuficiente es la movilización de recursos y ello determina muchas de las otras precariedades en las condiciones de trabajo que presentan.
A continuación se mencionan algunas de ellas:
Felizmente, Cuba construye y perfecciona constantemente un modelo económico y social donde se protege al ser humano, se resguarda la historia y cuida al patrimonio desde los más altos niveles del Partido, el Estado y el Gobierno y existe un conjunto de legislaciones que lo garantizan.
La Constitución lo refrenda en sus Fundamentos políticos y de la política educacional, científica y cultural:
•“proteger el patrimonio natural, histórico y cultural de la nación,”
•“La educación promueve el conocimiento de la historia de la nación y desarrolla una alta formación de valores éticos, morales, cívicos y patrióticos”.
•“protege los monumentos de la nación y los lugares notables por su belleza natural, o por su reconocido valor artístico o histórico.”
Y entre los deberes ciudadanos:
•“proteger el patrimonio cultural e histórico del país”,
Diversas son las instituciones que participan en este empeño, pero entre las primeras que están en la esencia de estas sentencias de la Carta Magna se encuentran; las escuelas del sistema de educación de los Ministerios correspondientes y la escuela de identidades que son los museos municipales, los cuales se subordinan metodológicamente al Consejo Nacional de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y administrativamente a los Gobiernos municipales.
Pero, ni el conjunto de normas jurídicas, ni artículos, ni textos como este solucionan por sí solos las dificultades que existen, sean de carácter externo o interno. Su solución depende de factores económicos y la importante percepción y voluntad humana, y todo en su conjunto contribuye al perfeccionamiento de la actividad.
No es un secreto que subsiste en la sociedad cubana otro conjunto de necesidades y problemas no resueltos en la actividad patrimonial. A lo expresado debe agregársele los siguientes aspectos:
Existe dificultad en el mantenimiento de los inmuebles y de las colecciones, lo que no pocas veces ha provocado el cierre de algunos museos.
Para que se tenga un ejemplo, de los dieciocho museos del sistema del Centro Provincial de Patrimonio Cultural de La Habana se encuentran cerrados al público (independientemente de la lamentable pandemia de la COVID-19), más de la tercera parte, de los cuales dos de ellos no tienen sede desde hace muchos años, y son los casos de los municipios de La Lisa y Centro Habana.
Otro, que si tiene sede, pero que en treinta años no ha podido abrir al público, es el Museo Municipal del Cerro. En ese tiempo no se ha logrado terminar las reparaciones necesarias, ni acondicionar adecuadamente la hermosa casona colonial que lo alberga, por tanto no ha logrado exhibir su valiosas e históricas colecciones patrimoniales, que han sufrido lamentables pérdidas de objetos.
Acaso los dos primeros museos municipales antes mencionados no tienen importantes elementos patrimoniales en el territorio, o en sus comunidades no se encuentran costumbres y tradiciones lo suficiente importantes para que justifiquen la necesidad de conservar sus raíces e identidades.
Tan solo La Lisa con sus asentamientos originales desde el siglo XVI y su evolución económica y política. Su destacada alfarería, dado los arcillosos terrenos en El Cano; la presencia en su territorio de la esclavitud asiática; o la importancia del que fuera Camino Real a Vueltabajo; así como, su destacado puente sobre el río Quibú, una de las obras públicas más importantes de aquella época. Todo ello, más sus manifestaciones de rebeldía por la definitiva independencia de Cuba, son tan solo pinceladas que justifican disponer de una institución de este tipo en ese municipio.
Y qué decir del municipio de Centro Habana, este territorio que fue en una época ciudad de transición entre la vieja Habana y la Moderna. Este territorio que tuvo función abastecedora hacia el núcleo histórico de la Villa de San Cristóbal de La Habana desde el siglo XVI. Estos asentamientos extramuros tuvieron una estructura agraria de minifundios propia con varios cultivos y algún ganado y toda su posterior historia de crecimiento y desarrollo urbanístico y económico productivo en el que deben mencionarse los molinos de tabaco y las pequeñas fábricas de azúcar.
La típica construcción de barracones para esclavos negros bozales y chinos culíes y posteriormente para el alojamiento de tropas y almacenes militares. El haber formado parte del centro tradicional de la capital cubana y a la vez fue su principal centro comercial y de servicios de la época. La presencia del barrio chino y de la comunidad árabe. El desarrollo del teatro vernáculo, la inclusión en el cancionero popular del feeling, así como contar con músicos como Jorge Ankermann, Gonzalo Roig, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats.
El desarrollo de la clase obrera, la presencia de los tabaqueros, de los gráficos, la creación de bibliotecas, son tan solo salteados botones de muestras para evidenciar la importancia de poder contar con un gran y prestigioso museo, atesoradorde gran parte de la identidad habanera y cubana.
¿No debiera urgir para la identidad cubana, disponer de un museo para develar todo este rico tesoro de historia y de cultura a coterráneos y a visitantes extranjeros?
Mostrarlo con sano orgullo, con sentido de pertenencia, y hacerlo desde un digno museo, lo cual representaría mucho para cada comunidad.
Tómese por caso la provincia La Habana y su patrimonio. ¿Dónde se presentan los valores primarios, esos que emanan del “mártir del municipio”, o de sus héroes? ¿Dónde se protegen los símbolos representativos de valores para la formación integral del hombre nuevo, objetivo supremo de la educación cubana, sino en los museos municipales?
También se puede realizar la siguiente pregunta. ¿Dónde están ubicados físicamente los monumentos nacionales de La Habana?, si no en alguno de los 15 municipios de la capital habanera; ¿Quién los atiende? ¿Dónde se presentan objetos de “papiermaché” representativos del territorio de San Miguel del Padrón? ¿Dónde se exponen elementos de la vida de Rita Montaner, Ignacio Villa “Bola de Nieve”, Ernesto Lecuona y Juan Arrondo; quienes en su arte reflejaron aspectos de la historia y la cultura popular tradicional cubanas? Pues, en el Museo Municipal de Guanabacoa.
Dónde se muestran y explican diariamente las manifestaciones religiosas y las expresiones simbólicas de las comunidades cubanas; dónde se encuentran no pocos estudios, investigaciones y evidencias etnológicas y arqueológicas del territorio; del patrimonio industrial; de los guaracheros de Regla, de la vida y obra de Juan Manuel Márquez, de Camilo Cienfuegos , de Carlos Enríquez, de Lezama Lima; quiénes atesoran los estudios realizados en los diferentes municipios sobre el patrimonio natural y cultural, material y espiritual, sino en los museos municipales y especializados en la localidad.
Estos son, tan solo ejemplos de las decenas de miles de símbolos patrimoniales con los que se crea, se fortalece y se enriquece la identidad y se combate la penetración e imposición de otras culturas que pretenden extender su hegemonía.
Por tanto, uno de los primeros problemas al que se enfrentan los museos es que se logre un verdadero y profundo reconocimiento de su trascendencia social.
Subsisten otros importantes problemas que hoy están frenando el desarrollo de las fuerzas “productivas de los museos”. De esos tratará el próximo artículo.
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