Tres décadas de institucionalización de la Arqueología en el Centro Histórico de La Habana Vieja


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El Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana celebra este mes de noviembre tres décadas de trabajo dedicados a institucionalizar esta ciencia en el Centro Histórico habanero. Su trabajo no solo ha servido de apoyo a las labores de restauración y rehabilitación que se acometen en la ciudad, sino que se ha orientado a la reconstrucción histórica de La Habana y otros territorios nacionales, lo que ha situado a la institución como centro de referencia en materia de Arqueología Histórica en el país.


Excavación arqueológica en la muralla de mar, 2006.

El 14 de noviembre el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana arriba a sus 33 años de labor en función de la disciplina arqueológica. Desde su fundación, como institución adjunta a la Dirección de Patrimonio Cultural de la referida Oficina, su objetivo fundamental ha sido la institucionalización de esta ciencia en la ciudad, y particularmente de la Arqueología Histórica[1] en el país (Fig. 1). Su creación respondió a la puesta en práctica de la normativa internacional que promulgaba la protección de los centros históricos[2], por lo cual se estableció que previamente a la realización de los trabajos de restauración y rehabilitación en los predios del Centro Histórico habanero, se efectuaran investigaciones arqueológicas.

Sin embargo, es necesario destacar que los estudios de esta índole en La Habana Vieja han recorrido un largo camino que no se inicia con la labor del Gabinete de Arqueología. Sería imposible acercarse a la esencia de este centro sin conocer los antecedentes que dieron lugar a su creación. Los primeros trabajos relacionados con esta ciencia en la nación, tuvieron como objeto de estudio los contextos relacionados con la etapa aborigen, con la intención de comprender el pasado de nuestros primeros pobladores, del cual no existen registros escritos.

No fue hasta la década del 30 del pasado siglo, que algunos hechos favorecieron el interés por el período colonial. Entre ellos se encuentran las primeras disposiciones legales destinadas a la protección de los vestigios artefactuales y edilicios, como el Decreto Presidencial nº 1067 de 1913, a través del cual se creó una comisión científica para el estudio de un cementerio aborigen de la Ciénaga de Zapata mediante trabajos de campo y el posterior traslado de las piezas obtenidas al Museo Montané de la Universidad de La Habana. En 1938 se reguló la exportación de material arqueológico sin la debida aprobación del Poder Ejecutivo y de una comisión creada con este fin (Rodríguez, Lugo, y Arrazcaeta, en edición). A ello se suman las primeras declaratorias de Monumento Nacional en 1934 en el país a aquellas obras con carácter excepcional.

A partir de la promulgación del Decreto nº 3057 en 1937 que dispuso la creación de la Comisión Nacional de Arqueología -nombrada Junta Nacional de Arqueología y Etnología a partir de 1942- el pasado colonial se incluyó definitivamente como objeto de estudio de la Arqueología. En aquel momento, dicha rama se dedicó “a la defensa del legado histórico colonial, concentrado fundamentalmente en sus monumentos significativos” (Rodríguez, Lugo y Arrazcaeta, en edición). Un año después fue creada la Oficina del Historiador de La Habana, con el objetivo principal de rescatar, salvaguardar y difundir el patrimonio histórico de la ciudad. La institución estuvo dirigida desde entonces por el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring hasta 1964. Tras su muerte ocupó la dirección el Dr. Eusebio Leal Spengler hasta su fallecimiento el pasado mes de julio.

En 1959, esta institución se incluyó en las nuevas dinámicas políticas, económicas y sociales marcadas por el triunfo revolucionario. Bajo el amparo rector de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba, creada en 1959 se ordenó de forma legal la práctica arqueológica, principalmente a través de su Departamento de Antropología integrado por prestigiosas figuras de las Ciencias Sociales. Muchas de ellas participaron en investigaciones arqueológicas en La Habana Vieja. Entre las excavaciones efectuadas a partir de entonces se encuentran la Casa de la Obrapía, entre los años 1967-1970, bajo la dirección de los arqueólogos Rodolfo Payarés y Lourdes Domínguez, (Fig. 2) y el antiguo Palacio de los Capitanes Generales –hoy Museo de la Ciudad- en 1968, y entre 1970-1974, donde participaron especialistas como Eusebio Leal Spengler y Leandro Romero Estévanez. También se realizaron otras intervenciones, incluidas algunas de rescate, como las efectuadas en el Parque Antonio Maceo y el Castillo del Morro.


Excavación arqueológica en la Casa de la Obrapía, efectuada entre 1967-1970.

En la década del 80 se fundaron nuevos departamentos dentro de la Oficina, con la misión de extender el diapasón investigativo y de divulgación, acompañados de las tradicionales acciones de restauración y rehabilitación. En 1993, la entidad fue dotada de personalidad jurídica propia, a través del Decreto-ley 143, lo que le concedió una mayor autonomía. Estos hechos consolidaron la institucionalización de la Arqueología en el Centro Histórico, de manera especial a partir de la fundación el 14 de noviembre de 1987 el Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana, bajo la dirección de Leandro Romero Estévanez en sus primeros cuatro años. Luego le sucedieron María Cristina Sánchez, Irma Pardo; hasta que a partir de 1993 Roger Arrazcaeta Delgado asumió la labor.

Con la llegada de la crisis económica que afectó el país en la década de 1990, se dificultaron las labores restaurativas, por lo que se priorizaron las acciones que no implicaban grandes recursos como las investigaciones archivísticas y arqueológicas. Por ello nuestra institución se centró en la recopilación de la información histórica relacionada con el proceso de restauración y de rehabilitación, además de la protección de sitios y objetos arqueológicos y su posterior conservación y musealización. En el área de las investigaciones históricas realizadas específicamente, la mirada se ha dirigido a la elaboración de expedientes de los sitios intervenidos por la institución, así como de otros espacios fuera de los predios del Centro histórico.  

A partir de los 2000, sin dejar de lado la relación entre las estrategias de restauración y el quehacer arqueológico del Gabinete, se producen cambios significativos. Uno de los más importantes, fue la superación profesional del personal que laboraba en la institución, a través de la participación en numerosos trabajos de campo, estudios de nivel superior y entrenamientos en centros docentes extranjeros, así como diversos cursos y conferencias sobre Arqueología y temáticas afines. De igual manera, se han consolidado estrategias para perfeccionar las metodologías de campo empleadas, tales como la consideración del potencial arqueológico dentro de las zonas de estudio, así como su caracterización y protección ante los diferentes agentes que puedan influir en su deterioro. (Fig. 3) Todo esto sobre la base de los presupuestos teóricos de la Arqueología Preventiva, que es una forma de gestionar el patrimonio a través de la disminución de los posibles daños sobre los yacimientos arqueológicos (Castillo y Querol s\f).


Trabajo de conservación de las piezas arqueológicas.

Actualmente el trabajo del Gabinete se ha podido sectorizar en diferentes áreas de acción y líneas de investigación, que se proponen explicar los procesos socioculturales sucedidos en la ciudad a lo largo del tiempo. Las investigaciones arqueológicas y la gestión de dicho patrimonio, son las dos áreas de acciones fundamentales en las cuales se desenvuelve el trabajo en la institución. La primera de estas, se divide en cuatro líneas temáticas: la Arqueología Urbana[3], Arqueología Subacuática[4] (Fig. 4), Arqueología Industrial[5] y Arqueología Prehispánica[6].


Prospección arqueológica en el pecio Ramón Rojas.

En el caso de la Gestión del patrimonio arqueológico, es la disciplina que permite conocer y proteger estos bienes a través de un conjunto de acciones que promueven la intervención de los suelos de manera planificada, de este modo, también reduce el impacto de las obras constructivas en los espacios con potencial arqueológico sin previa documentación (Menéndez y Nolasco, 2015, p. 9). Sus líneas de trabajo fundamentales son la elaboración de protocolos conjuntos para la gestión y la práctica de la Arqueología urbana[7], creación de la Carta Arqueológica de la ciudad[8] y la visibilización de la dimensión arqueológica de la ciudad a través de acciones de difusión que favorezcan su percepción entre la ciudadanía (Sitio web Gabinete de Arqueología, en edición).


Presentación del primer número de la Revista Gabinete de Arqueología, en 2001.

 
Todos los resultados de trabajo del Gabinete de Arqueología se difunden de diversas maneras, fundamentalmente a través de la publicación especializada de la institución, la revista Gabinete de Arqueología, (Fig. 5) que se publica desde 2001. En esta se divulgan los resultados de las investigaciones realizadas por la institución, así como por otros especialistas nacionales y extranjeros, además de otras temáticas relacionadas como la Historia, la conservación patrimonial y otras. De igual manera, se ha contribuido a incentivar el interés de los niños y adolescentes hacia esta ciencia, a través de los Talleres de Verano dirigidos a ese sector poblacional, insertados al proyecto de la Oficina del Historiador “Rutas y Andares”.  Las mencionadas acciones se incluyen dentro del campo de la Arqueología Pública, a lo que se suma la participación de los especialistas del centro en entrevistas radiales, prensa plana y documentales, con el objetivo de acercar el trabajo realizado al público general.

Sin lugar a dudas, el quehacer del Gabinete a lo largo de sus 33 años, ha producido numerosos resultados principalmente orientados a la reconstrucción histórica de la ciudad habanera, y también fuera de sus marcos, lo que ha situado a la institución como centro de referencia en materia de Arqueología Histórica en nuestro país. Gracias a ello, ha quedado demostrada la pertinencia de esta rama para la valoración y preservación del patrimonio histórico urbano y rural relacionado con la etapa de colonización europea (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

 

Bibliografía

  • Castillo, Alicia y Mª Ángeles Querol (s/f). Nuevas perspectivas para la gestión de un Patrimonio Arqueológico. Recuperado de:
  •  https://webs.ucm.es/info/parquecipamu/sites/default/files/1.AliciaCastilloEs.pdf
  • Menéndez, Sonia.; Alejandro Nolasco. (2015). Gestión del patrimonio arqueológico en el Centro Histórico de La Habana: los SIGs y su aplicación en la arqueología urbana. Gabinete de Arqueología, no. 11, pp. 4-16. Editorial Boloña, La Habana
  • Rodríguez Basulto, Beatriz; Karen Mahé Lugo Romera; Roger Arrazcaeta Delgado (en edición). Prácticas arqueológicas en el Centro Histórico de La Habana Vieja. Cinco décadas de investigaciones. Gabinete de Arqueología, no. 13. Boloña, La Habana.
  • Sitio Web del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de La Habana. (en edición)
  • Vasconcellos Portuondo, Daniel. (2001): Institucionalización de la Arqueología en La Habana. Gabinete de Arqueología. No. 1, año.1, pp. 22-28. Editorial Boloña, La Habana.

 

Notas:

[1]  Estudio de los sitios arqueológicos que pertenecen al periodo de contacto y establecimiento del colonialismo europeo en América (siglo XVI en adelante). Posee un objeto de estudio orientado hacia la indagación de los procesos políticos, económicos y comerciales que centraron las estructuras sociales, de producción, distribución y consumo entre las metrópolis europeas y sus colonias, así como en el periodo postcolonial (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

[2] Debido a la existencia de importantes valores patrimoniales, La Habana Vieja junto a su sistema de fortificaciones, fue declarada en 1978 Monumento Nacional de la República de Cuba y más tarde, en 1982, se inscribió por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

[3] Estudios sobre el crecimiento urbano y arquitectónico de la ciudad; sobre la pervivencia e interacción aborigen durante el período colonial; el análisis del desarrollo edilicio y funcional de espacios domésticos, civiles, militares, religiosos y funerarios; los estudios de relaciones comerciales y prácticas de consumo; los hábitos alimentarios y su impacto sobre la flora y la fauna habaneras y los estudios sobre permanencias de poblaciones foráneas asentadas en la isla (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

[4] Refiere el estudio del patrimonio cultural sumergido y en franjas litorales, vinculado a pecios, naufragios, relaciones comerciales, arquitectura naval, instalaciones costeras (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

[5] Estudios sobre asentamientos y procesos productivos relacionados con el patrimonio azucarero, cafetalero y portuario   

[6] Refiere investigaciones en contextos de ocupación aborigen y estudios de arte rupestre.

[7] Declarar diferentes áreas de protección según su significación y potencial arqueológicos; inclusión de estas en las regulaciones urbanísticas del Centro Histórico de la Habana Vieja instrumentadas por el Plan Maestro de La Oficina del Historiador de La Habana (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

[8]Evaluación, catalogación y diagnóstico del patrimonio arqueológico; confección de un Sistema de Información Geográfico (SIG) que sistematice la labor arqueológica que durante cinco décadas ha realizado la Oficina del Historiador de La Habana y permita planificar su práctica (Rodríguez, Lugo, Arrazcaeta, en edición).

* Lic. En Preservación y Gestión del Patrimonio Histórico- Cultural. Especialista en Arqueología Histórica, Gabinete de Arqueología, Oficina del Historiador de La Habana.


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