“Ha llegado a ésta, felizmente, la expedición venezolana, sin pérdida del menor objeto de
los que fueron consignados. En ninguna circunstancia mejor que en la presente podía
habernos auxiliado con esta remesa de armas y municiones”.
Carlos Manuel de Céspedes, Los Charcos, julio de 1871.
Cuando transcurre 1958, no era América Latina precisamente un panorama grato.
Stroeesner en Paraguay. Papa Doc Duvalier en Haití. Chapitas, Rafael Leónidas Trujillo y Molina, grandísimo hijo de… bueno de quien fuera… un psicópata que martirizaba a los dominicanos.
Y, en esta Antilla, El Beno, El Hombre, El Indio, El Mulato Lindo de Banes —según lo llamaban sus guatacas— exhibía el amoral credo que siempre presidió su vida coprológica.
Cuba se desangraba, peleando, en sierra y llano, contra el régimen atroz.
Ah, pero en Venezuela, en enero de 1958, la tiranía de Marcos Pérez Jiménez cae ante el embate popular. Toma el poder una junta, donde abundan los simpatizantes de los guerrilleros cubanos. Caracas se convierte en un amable refugio para los exiliados de la Antilla Mayor. Desde allá la delegación del Movimiento 26 de Julio, por medio de Radio Continente, tendrá un espacio que los cubanos captábamos por la onda corta.
El domingo 7 de diciembre de 1958 llega a la Sierra Maestra un avión bimotor C-46 —que ha sido comprado con dinero que donó el pueblo venezolano—, procedente del aeropuerto de Maiquetía y cuyo cargamento será una bienvenida ayuda para quienes se batían contra la soldadesca batistiana.
Son 8 toneladas de armamento, que envía Wolgang Larrazábal (1911-1970), comandante de la marina que está al frente de la junta venezolana.
La carga es abundante: 10 mil tiros 30.06, 100 granadas de demolición, 150 fusiles Garands, 20 fusiles ametralladoras Browing, 10 ametralladoras calibre 30.06 de trípode. Y un fusil belga FAL 7.62, como regalo especialísimo para Fidel Castro.
El armamento llegado en el C-46 iba a cantar, triunfalmente, en la encarnizada batalla de Maffo.
Como en los días del Padre de la Patria, los queridos venezolanos no se olvidaron de sus hermanos de Cuba.
Dos días después del desembarco aéreo, Fidel dirigiría una carta de agradecimiento a Larrazábal:
“Admirado amigo:
¿Qué puedo decirle después de su noble y espontáneo gesto? Hay que llevar dos años luchando contra todos los obstáculos, las armas confiscadas antes de llegar a Cuba, los frutos de los sacrificios económicos de tantos compatriotas perdidos la mayor parte por la persecución de los gobiernos, para comprender con cuanta emoción y gratitud recibimos la ayuda que usted nos envía a nombre de Venezuela.
Desde hoy le digo que cualquiera que sea la posición que usted ocupe en el país, la más alta o la más modesta, para nosotros será siempre el primero de los venezolanos.”
Fidel Castro Ruz
FUENTES:
www.aporrea.org/internacionales/a179930.html
www.granma.cu/granmad/secciones/la.../contraofensiva_009.html www.juventudrebelde.cu/cuba/2013-12-18/la-primera-semana-de-diciembre-de-1958/+&cd=3&hl=es&ct=clnk&gl=cu
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