Un canto a la ciencia y la técnica: el INIFAT


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Es afortunado y no casual, que el 20 de octubre coincida el Día de la Cultura en Cuba con la declaratoria de Monumento Nacional del internacionalmente prestigioso Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical (INIFAT) “Alejandro de Humboldt”.

Cuando se habla de cultura, lo primero que tiende a venir a la mente son las bellas artes y las humanidades, quedando relegado en el pensamiento el conjunto de saberes, de creencias y patrones de conducta de los diferentes grupos sociales, incluyendo sus medios materiales y los modos de emplear las tecnologías en la resolución de las necesidades de todo tipo.

Hay cientos de acepciones del término cultura, pero todas debieran abarcan la obra humana en su integralidad.  No debe haber menosprecio de contexto alguno y las dimensiones naturales y sociales son tributarias a la misma.

No hay que olvidar que, aunque su significado ha ido variando y ampliándose con el tiempo, el término cultura proviene del latín cultus, que a su vez deriva de la voz colere, que significa cuidado del campo o del ganado y es precisamente en el “cultivo de este campo” en el que el que se ha desempeñado el referido Instituto de Investigaciones a lo largo de una historia que comenzó con su fundación en 1904.

Entre los valores excepcionales de este patrimonio, con clasificación de construcción civil, acreedor de la condición de monumento nacional, está la historia de sus resultados científicos y la presencia de connotadas personalidades de la ciencia agropecuaria.

En el Instituto se unen, o mejor, se integran de forma transdisciplinaria y ejemplar la teoría con la práctica, lo cual lo hace paradigma de universalidad en el estudio agrícola cubano.

Datos de interés hostórico

Recorriendo la historia de la edificación antes de ser lo que es hoy, una institución científica, el inmueble fue una Escuela de Oficios para niños huérfanos, la cual posteriormente sirvió de Cuartel de Aclimatación de las tropas españolas que vivían en Cuba en 1856. Años después, en 1895 sería transformado en un hospital de sangre en 1895.

Y fue en esa misma edificación que se creó, el 1 de abril de 1904, la primera Estación Central Agronómica de Cuba, nombre recibido porque existía la idea de crear otras estaciones en distintos lugares del país. En sus inicios, la misma estuvo dirigida por un personal estadounidense. Su primer director fue el agrónomo Franklin Summer Earle, que había adquirido prestigio en la Estación Experimental de Louisiana. Es importante destacar que, desde el mismo primer día, al organizarse el Departamento de Agricultura, se nombra como jefe al cubano Francisco B. Cruz, catedrático de Agricultura del Instituto de Pinar del Río.

La Estación contó desde los inicios con una Biblioteca especializada y con los Departamentos de Agricultura, Horticultura, Botánica, Patología Vegetal, Industria Animal, Química. A través de estas disciplinas ya puede verse el enfoque integrador y aplicado de su concepción científico-técnica.

En 1909 cambia su nombre por el de Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas (EEA). En este año entra a formar parte del personal de la Estación, Patricio Cardín Peñarredonda, quien contribuyó con sus trabajos de Entomología y Patología Vegetal a que la Estación fuera conocida internacionalmente.

En 1913 y 1915 comienzan a trabajar dos hombres de una gran cultura y que le han dado a la ciencia cubana un gran prestigio:el eminente botánico Dr. Juan Tomás Roig y el norteamericano Stephen C. Bruner, quien durante 38 años y hasta su muerte, realizó toda su labor científica en esta Estación.

Tomás Roig, nacido precisamente en Santiago de las Vegas, fue un destacado científico que se distinguió tanto en la investigación como en la docencia, lo cual le permitió sobresalir como uno de los más eminentes botánicos de Cuba, siendo reconocido por instituciones cubanas y extranjeras. Su mayor aporte a la ciencia lo constituyen sus estudios acerca de las plantas medicinales. También merece mención sus valiosas investigaciones acerca de la depuración para la reconstrucción de la variedad cubana de tabacohavanensis [sic]. Entre sus muchos méritos están los estudios y clasificación de ejemplares de plantas maderables de Cuba, así como su lucha por evitar la destrucción de los bosques cubanos. Al respecto redactó un proyecto de legislación forestal y parques nacionales. 

Herbario de Plantas Económicas de Cuba

La institución no solo aportaría ejemplarmente a las ciencias naturales, sino también a otros aspectos socio-culturales de alta envergadura y que la sitúan como pionera en la defensa de los derechos de la mujer.

En 1918 ocurrió un hecho de trascendencia histórica que desafiaría los profundos y arraigados prejuicios de la época. En ese año se nombraría como Jefe del Departamento de Botánica a la Dra. Eva Mameli, primera mujer que entraba en la Estación para desempeñar funciones científicas, ocupando además un cargo de gran responsabilidad.

Otros valores se agregarían al resultado de la obra cultural de la Estación científica, como el de la confección por Julián Acuña Galé, eminente científico cubano, del Herbario de Plantas Económicas de Cuba, el que en 1953 ya contaba con 19 mil ejemplares cubanos y unos 10 mil extranjeros, que lo convirtieron desde entonces en el mejor del país y en el cuarto del mundo, entre los que poseían colecciones cubanas.

La Estación Experimental Agronómica de Santiago de las Vegas, existió como tal hasta 1965, año en el que surge la Estación Central Experimental Agropecuaria que duró hasta 1967 para convertirse en el Instituto de Agronomía de la Academia de Ciencias (1967-1971). En 1971 se le une el Instituto de Mejoramiento de Plantas.

En 1970 se incorpora también a la Estación el Instituto de Investigaciones Tropicales “Alejandro de Humboldt”, en estrecha colaboración con la Academia de Ciencias Agrícolas de la República Democrática Alemana, lo cual permitió disponer de una mejor base técnico-material y las posibilidades de aumentar la cantidad y la calidad del trabajo.

Otro suceso ampliaría las potencialidades de la Estación y fue un nuevo convenio entre Cuba y la RDA, firmado en 1974, que crea el Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical “Alejandro de Humboldt” de la Academia de Ciencias de Cuba.

Merecido reconocimiento como Monumento Nacional

El Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical fue reconocido legalmente en 1976, el cual constituye el Instituto de Investigaciones agrícola más antiguo de la América de habla española.

En él se realizan tareas de investigaciones fundamentales, aplicadas y de desarrollo, en cultivos de importancia económica del país, siendo su Misión la de:

A lo largo de la evolución de la entidad histórica se han acumulado numerosos méritos que hacen de la misma un ejemplar resultado del desarrollo cultural de la nación, donde han jugado un rol fundamental el empeño y la inteligencia de personalidades y la potenciación que aportó la propia revolución cultural que es la Revolución Cubana.

Todo este patrimonio permite que, en justo reconocimiento al significado nacional e internacional, en especial para la región de América Latina y el Caribe, se distinga como Monumento Nacional al Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical y que alcance la condición de Patrimonio Cultural de la Nación.

La clasificación de los Monumentos Nacionales y Locales no se limita solo al reconocimiento de lo hecho, sino lo que significa como guía hacia el futuro, a sus valores intrínsecos educativos. Se trata de serlo, mantenerlo, desarrollarlo y divulgarlo.

Y esto último, es también muy importante.

Es oportuno y necesario aplicar la ciencia de la comunicación para dar a conocer obras como estas y una reflexión y recomendación emerge de este caso: la utilidad de desarrollar un proyecto comunicativo que enaltezca el orgullo del desarrollo científico-técnico del país en todos sus saberes y fortalezca el sentido de pertenencia y de identidad.

Su contenido no podrá ser otro que abundante y suficiente, al decir de algunos escritos notariales, y su enfoque tendrá que resultar sistémico y holístico.

El patrimonio cultural y natural deberá disponer, claramente identificado a semejanza de un programa formal de estudio, de su objetivo y niveles de asimilación, su contenido, sus métodos y procedimientos,sus medios y formas de organización, así como los indicadores y sus evaluaciones periódicas para el ajuste, siempre necesario, de cualquier obra humana. Deberá poseer también con toda precisión su objeto y campo de acción y su estudio de público.

 

 


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