Durante más de treinta días, comunidades guantanameras fueron testigo de la más grande aventura artística que año tras año, asume la pretensión de ganar para el teatro, el amor de los públicos serranos: la Cruzada Teatral Guantánamo – Baracoa.

Veinticuatro capítulos después del inicial en 1991, la recién culminada edición, que diera inicio en la fecha habitual del 28 de enero, finalizó este 3 de marzo, tras haber protagonizado un intenso itinerario que involucró los esfuerzos, la colaboración y el apego de un importante número de instituciones, especialistas, personalidades y colectivos escénicos.

Europa, Sur y Norteamérica tuvieron representación en el periplo teatrero, que dejó su impacto en alrededor de sesenta mil habitantes de casi doscientas comunidades montaña adentro.

Desde España, Yheppa Títeres y Títeres Etcétera llegaron con sus magníficas propuestas; de Dinamarca, un nutrido grupo de representantes de la ASSITEJ (Asociación Internacional de Teatro para Niños y Jóvenes) aportaron sus concepciones escénicas y cualidades interpretativas, rompiendo las barreras del idioma; de Brasil, Parlendas trajo consigo su teatro de calle, compromiso artístico y militancia política; de Colombia, Agité Teatro y Colectivo Teatral Luz de Luna, su despliegue escenográfico; de México, Pipuppets compartió sus finos diseños y su fantasía, y de Estados Unidos, la profesora e investigadora Laurie A. Frederick vino a contribuir con sus estudios antropológicos a la evolución del evento, que al cabo de cada edición, se afianza como el mayor de los auspiciados por las Artes Escénicas en la provincia y uno de los más importantes de su tipo y con sus aspiraciones en todo el país.

A lo largo de la travesía, además de los espectáculos teatrales -que fueron el plato fuerte de cada día- ocuparon un rol significativo los talleres de creación, las conferencias, la proyección de materiales audiovisuales y otros ejercicios teóricos concebidos por los organizadores, a modo de superación para los instructores de arte, promotores culturales y demás actores sociales interesados.

Numerosos proyectos comunitarios, -muchos de ellos nacidos al calor del movimiento cultural que ha generado desde sus mismos inicios la Cruzada- se vincularon en el intercambio y las puestas en escena. Asimismo, reconocidas agrupaciones profesionales como la compañía Danza Libre, y el grupo humorístico Komotú, compartieron espacios con los “cruzados” en jornadas de especial trascendencia.

Dos momentos de diálogo y confrontación resultaron fundamentales para mover al pensamiento, motivar el autoanálisis, sentar nuevas pautas y definir estrategias en pos de avanzar hacia una mejor realización del evento.

Uno de ellos, el XI Coloquio Teatro y Comunidad,  constató la impronta de la Cruzada en algunos de los asentamientos poblacionales más representativos, a través de la exposición de once investigaciones de estudiantes de la Universidad de Guantánamo.

En tanto, el Encuentro con la Crítica, -que contó con la presencia de Omar Valiño, crítico de teatro y Director de la Editorial Tablas-Alarcos; Maité Hernández Lorenzo, Directora de Prensa de Casa de Las Américas; Dania Del Pino, Directora de Comunicación del Consejo Nacional de las Artes Escénicas; Armando Morales, Director del Teatro Nacional de Guiñol, entre otros directores, actores del patio e invitados- examinó las cualidades y pertinencia de las obras integrantes del programa de espectáculos, como parte de una práctica evaluativa esencial en el proceso de creación y desarrollo artístico.

Al término de su primer cuarto de siglo, emprender nuevas rutas y alcanzar nuevos públicos en lugares hasta hoy no incluidos en el recorrido, es la próxima meta de la ya consolidada expedición cultural, luego de haber cumplido satisfactoriamente con su cometido y patentizar nuevamente la importancia que reviste su existencia, para el desarrollo estético y crecimiento espiritual de los habitantes del lomerío en la más oriental de las provincias cubanas.