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Un desmentido recurrente sobre “El derecho de nacer”


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"El derecho de nacer" nació como una radionovela, estrenada desde abril de 1948 en la cadena nacional CMQ Radio.

Generalmente no valoramos suficientemente la impactante trascendencia que tienen las percepciones que perviven en el imaginario popular generación tras generación.  

En proceso a veces inexplicable, estas percepciones sociales se convierten en  convicciones aunque la realidad histórica de los sucesos o temas en cuestión difiera del consenso masivo. Cuando estas supuestas verdades se replican una y otra vez, se consolida un mito.   

Así sucede con El derecho de nacer, de Félix B. Caignet, considerado el relato de ficción mediática de mayor circulación del siglo pasado dentro y fuera de las Américas.  

Pongamos en orden nuestro análisis.

El derecho de nacer nació como una radionovela, estrenada desde abril de 1948 en la cadena nacional CMQ Radio, planta habanera que entonces competía ferozmente por el liderazgo con su rival RHC, Cadena Azul.

Para entonces, algunas de estas emisoras alternaban diversas bandas de transmisión de frecuencia y ello les permitía —además de cubrir todo el territorio nacional, expandir su cobertura hacia otros países e incluso continentes. Por ello, el éxito instantáneo de este relato no solo impactó a las audiencias cubanas sino a las radicadas en otras latitudes geográficas.

Lo que vino después ya se conoce:

El derecho de nacer generó un fenómeno comunicativo nacional solo comparable en Cuba con el impacto que había tenido en su reposición habanera otra historia del propio Caignet: Las aventuras de Chan Li Po.

Alteró las prácticas cotidianas de nuestra sociedad, generó una monumental estrategia de mercadeo y merchandising y se expandió por la región en versiones radiofónicas, cinematográficas, teatrales, fotonovelas y hasta postales.

Con ella, Caignet devino el escritor de ficción mediática más famoso de la región y su estilo tan peculiar de narrar se generalizó. Por ello no asombra que cuando investigamos la historia de las telenovelas nacidas décadas después en nuestra región, reencontremos su argumento desde su primera década en Cuba y poco después en Puerto Rico. En el caso de Brasil —el país que le sigue cronológicamente— es paradigmático, pues allí la adaptación de este relato desencadenó la asunción del modelo melodramático-folletinesco en los formatos televisivos seriados.

Esta es la historia.

Lo asombroso es que más de seis décadas después, neófitos o especialistas de Cuba y de América Latina, sigan afirmando que El derecho de nacer es la primera radionovela y la primera telenovela cubana.

El fenómeno alcanza hasta la propia televisión cubana donde una y otra vez se reitera, incorrectamente, una paternidad que no es cierta y lejos estamos de pretender anular la trascendencia que tuvo en este ámbito el argumento en cuestión y su autor. 

No neguemos nuestra propia historia:  

Las primeras radionovelas sentimentales se difundieron en Cuba desde 1937, fueron adaptaciones de argumentos radiofónicos norteamericanos y le siguieron las versiones de famosos clásicos de la novelística universal —fundamentalmente europea—; y entre varios espacios habituales de la radiofonía habanera, resulta ineludible recordar La novela del aire, nacida en RHC, Cadena Azul, durante 1941.  

Las primeras obras escritas expresamente para la radio cubana se estrenan en la primera mitad de los años 40 pasados; y aunque este espacio no permite una cronología acuciosa, hay consenso en que en este período la trilogía que inaugura el éxito contundente de los originales radiofónicos la integran las siguientes historias:

Ave sin nido, de Leandro Blanco, que describe los infortunios de Anita de Montemar, mujer casada víctima de un matrimonio infeliz por los prejuicios de género en Cuba a principios del siglo XX.

Por la ciudad rueda un grito, de Reynaldo López del Rincón, que estrena la temática de los barrios insalubres y los indigentes cubanos.

El collar de lágrimas, de José Sánchez Arcilla, el relato más extenso de la radiofonía cubana.

Así las cosas, sobran registros que demuestran que antes de 1948, cuando se estrena El derecho de nacer, ya existía una hornada de escritores de aventuras heroicas y novelas románticas, sentimentales, melodramáticas y folletinescas que paso a paso consolidaban nuestro propio modelo del género y del formato en diversos proyectos habituales y radioemisoras de diversa cobertura geográfica.

Uno de ellos era el propio Caignet, quien entre 1940-1948 estrena la mayoría de sus  aventuras y novelas románticas en RHC, Cadena Azul.

Por ello, afirmar que El derecho de nacer es la primera radionovela cubana niega la trayectoria de su propio autor y la de aquellos hombres y mujeres cubanos que forjaron  en un empeño colectivo inédito, el modelo latino de la novela radial.

Con la televisión sucedió algo parecido: 

La primera telenovela cubana escrita y dirigida por Mario Barral López (1) se estrenó desde octubre de 1952, en el Canal 6 (CMQ TV), en un proyecto experimental que durante seis meses difundió cinco historias escritas expresamente para la pantalla chica. Progresivamente, la práctica se expandió por el resto de las televisoras habaneras.  

Entre 1952-1960 Cuba gesta y forja un modelo dramatúrgico de telenovela latina inspirado en nuestra radionovela, que se sustenta en la historia de amor y en las esencias del romanticismo, el melodrama y el folletín europeos; que se aleja de su predecesora, la soap opera anglosajona.

Por sus identidades y sensibilidades culturales comunes se esparció de inmediato por América Latina y finalmente se posicionó en los propios Estados Unidos, donde compite desde entonces de tú a tú con la soap opera anglosajona y se afianza en otros continentes de culturas ajenas a nuestras raíces históricas, donde ya genera la producción autóctona.  

En menos de un decenio de televisión comercial, en el competitivo sistema audiovisual  habanero, la mayoría de sus televisoras experimentaron sucesivamente la diversificación de las fuentes de estos relatos.

A los originales televisivos se sumaron argumentos exitosos provenientes del teatro, la literatura, la poesía, el cine y la radionovela nacionales, donde la historia de amor central se desarrollaba en ambientes geográficos, sociales e históricos variados y aparecían múltiples problemáticas sociales.

El entorno de estos dramas amorosos iba desde los citadinos (Mario Barral), los rurales (Dora Alonso), los exóticos países orientales (Caridad Bravo Adams y Delia Fiallo), aquellos que destacaban conflictos bélicos históricos como la Guerra de Independencia del siglo pasado (Historia de tres hermanas, de Mercedes Antón) y algunas que dieron prioridad a las temáticas pro-sociales como Mi apellido es Valdés, de Roberto Garriga.

Hubo que esperar a 1958 para ver en la pantalla chica la primera versión televisiva mundial de El derecho de nacer, difundida una vez a la semana por el Canal 6 (CMQ TV).

No sigamos negando nuestra propia historia: El derecho de nacer no es la primera radionovela ni telenovela escrita y difundida en Cuba.   

 

 

NOTAS:

 

(1) Poeta, dramaturgo, publicista, locutor, guionista, productor y director radial-televisivo- cinematográfico; quien también dirigió su puesta en escena.


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