Acaba de transcurrir en Cienfuegos la segunda edición del Festival de Música Alternativa Ciudad del Mar, o El Fiestón, como también se le denomina y así ha prendido entre el público. Fue un evento lucido y lúcido, donde pudo trabarse contacto con la agenda actual de diversos solistas y agrupaciones nacionales, a cuya vera compartieron distintos artistas del territorio, quienes a su vez mostraron las facetas de su quehacer del momento.
La temperatura del ahora creador se tomó desde el termómetro del presente popular: algo invaluable, tanto para quienes están arriba del escenario como para los que presencian el espectáculo.
Amén del contacto previo que pudiera existir o de hecho existe con varias de tales ejecutorias musicales en el caso de los visitantes y en el de los anfitriones —ya sea a través de discografía digital, conciertos grabados o peñas habituales—, dichas presentaciones masivas en vivo portan el halo de perdurabilidad del contacto directo y por tanto se agradecen más, habida cuenta de que harán parte del reservorio sensorial del espectador.
Música de cantautores, popular, pop, fusión…, el diapasón genérico dio a abrirse sin reservas ante un respetable que acogió con gusto el convite, tanto en el escenario principal del teatro Tomás Terry (sede oficial del certamen y ente auspiciante junto al grupo Karamba), como en disímiles instalaciones cerradas o a espacio abierto a lo largo de la ciudad.
De especial interés resultaron diversas iniciativas; entre ellas concitaron la atracción esperada los contactos de artistas y pueblo, sazonados mediante la firma de carteles publicitarios y fotos por parte de los primeros. Los conciertos realizados en las áreas de la Plaza de la Ciudad, multitudinarios y gratuitos, coadyuvaron a irrigar las dinámicas recreativas nocturnas de una urbe ya casi olvidada de dichas presentaciones exentas de costo.
Las tablas de la principal institución escénica de la provincia fueron testigo de cuatro grandes espectáculos realizados entre el jueves y el domingo, escoltados por amplio respaldo popular.
Aunque no es exactamente alternativo todo el dispositivo musical montado para el encuentro veraniego, ha de entenderse mejor el concepto, de observarse como variante a lo establecido a fuerza de la (mala) costumbre.
A la manera de diversos focos culturales del país, El Fiestón demostró que puede haber alegría, baile, disfrute sonoro sin la irrupción de las sonoridades monopólicas. Territorio libre de reguetón, el Festival Ciudad del Mar 2015 sí es, por tal, alternativa loable y bien tangible del mal gusto entronizado en centros recreativos, discotecas, instituciones culturales y hasta en las actividades de los centros escolares de todas las enseñanzas.
Las palmas para las autoridades de Cienfuegos por su discernimiento cabal al aprehender (y por consiguiente respaldar) las intenciones culturales de un encuentro que, nada indica lo contrario, ya con solo dos ediciones se perfila como el megaevento veraniego del territorio.
El Fiestón, convocador de casi medio centenar de creadores de primer nivel, proyectó energía, estímulo vital, sí; pero además contribuyó a añadir nuevas señas de identidad a una institución cultural esencial aquí como el teatro Terry, cuya “caracterización” temática de la agenda anual cobra cada vez mayor compactación.
La estructura del “edificio” programador de dicho centro cultural añade, El Fiestón mediante, otro pilar a espacios de tanta identificación como el Festival del Monólogo Latinoamericano o la Temporada de la Danza, por citar solo dos.
Ideas semejantes a la del “Ciudad del Mar”, materializadas a base de intencionalidad, deseo, gestión y los obligatorios toques de puerta, devienen la estrategia a observar en pos de garantizar entretenimiento sano a la población, cuando hemos de estar siempre atentos a la máxima eterna de que “espacio desaprovechado será espacio ocupado”.
Al llenarlos preservamos mucho y de paso esquivamos nuestra propia queja futura por no hacer lo correcto en el momento debido.
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