Un encuentro con Playhouse en la EICTV, la más reciente producción de Francis Ford Coppola


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Uno de los regalos que le ha ofrecido Francis Ford Coppola a los estudiantes, trabajadores y personal académico de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (EICTV) en estos días que la ha visitado, fue la posibilidad de visionar y discutir su más reciente trabajo Playhouse, considerado por él como un intento de hacer live cinema o cine en vivo.

Por supuesto, la experiencia de verlo como un producto terminado no es igual a lo que el realizador había contado con mucho entusiasmo en la mañana el martes 15 de julio cuando tuvo el primer encuentro con la comunidad de la EICTV; pues su idea gira alrededor de las posibilidades que brinda la televisión como medio desde su inmediatez, por lo que la obra fue concebida para disfrutarla en vivo con los cortes de comerciales habituales en las emisiones televisivas norteamericanas, algo respetado en la proyección hecha en la EICTV, y que complementó el encuentro con este texto, no solo porque el auditorio pudo acercarse a la forma en que se emitió por primera vez, sino también porque pudo apreciar la estética de cada uno de los spots intermedios que contrapunteaban o reforzaban la narración del texto exhibido, entre otros motivos, debido a que algunos eran promociones del vino producido por el propio Coppola.

Playhouse significó, para Coppola, la posibilidad de contar una historia autobiográfica, en la que participa el propio director en persona como narrador autodiegético en algunos momentos; pero, al mismo tiempo, a través de un personaje protagónico, quien funciona como su alter ego, al punto tal de poner en su boca el texto: “Toda historia es un poco autobiográfica”.

La base del relato es la televisión como recurso narrativo utilizado de diferentes formas. El eje conductor de toda la historia consiste en una entrevista realizada por un conductor de un falso programa televisivo a este personaje alter ego de Francis Ford Coppola, quien se encuentra en un vehículo de transmisión desde donde controla toda la información del propio texto narrativo, mediante el switcheo de múltiples pantallas, contenedoras, cada una, de los episodios que van integrando el devenir de la vida de la familia. De esta forma, consigue que el medio televisivo se convierta en metáfora del devenir de su familia, donde la producción de imágenes es una constante.

Esta forma de narrar, a través de la cual, fragmenta el tiempo, lo manipula libremente, explica su primera visión de hacia dónde él considera se dirige el cine. Para Coppola uno de los nuevos retos del séptimo arte está en la forma de escribirlo, de armar la historia. En la conversación que sostuvo en la sala Glauber Rocha de la EICTV el martes 15 de julio, fundamentó como la novela había logrado de construir las historias y manejar su desarrollo desde los diversos puntos de vista. A esto se unía, de forma muy cercana, la hibridación de los lenguajes, en el cual entraba el documental como una forma de producir la realidad a través de lo audiovisual. Por supuesto, esto no es algo novedoso en la historia del cine y él mismo es consciente de lo anterior, pero en la magnitud y riqueza con que lo empleó, sí me atrevería a asegurar que es novedoso en la filmografía de este realizador.

Playhouse constantemente juega con esta hibridación, incluida la posibilidad de la inserción en una misma imagen de otras que enriquece su sentido semántico, pues una foto, o una imagen de archivo se sobre impone sobre una recreación ficcionada constantemente, con lo cual las variaciones del punto de vista no queda en el testimonio de los personajes o en la reconstrucción de los episodios, sino en una mezcla donde el espectador puede construir el suyo propio.

Otra peculiaridad del texto es el sentido teatral de la representación. La puesta en escena visual es sobria. Cada reconstrucción de época apenas tiene los elementos decorativos imprescindibles para que el espectador se ubique. Desde la producción, esta característica fue explicada por el realizador como un resultado del carácter de experimento que tuvo su puesta al aire, pues —como ya escribí en otro trabajo— su realización fue fruto de un trabajo con estudiantes y con recursos financieros y técnicos limitados.

Visto como un texto único, Playhouse recuerda constantemente la estética empleada por Lars Von Trier en filmes como Dogville; pero dentro de la creación de Coppola es un punto de búsqueda que rompe su estilo ortodoxo de construir sus relatos. No obstante, en cada una de las escenas recreadoras de las diferentes épocas por las que transcurrió la vida de la familia, la iluminación, el empleo del color, los movimientos de cámara, la composición de los encuadres son absolutamente cinematográficos y uno descubre en ellos el peculiar y cuidado estilo de un realizador que está dispuesto a arriesgar todo menos la limpieza de la visualidad de sus obras, acompañado siempre por un sólido trabajo con los actores.

Ante estas características de las imágenes de Playhouse, recuerdo que un estudiante le preguntó sobre el guión y la actuación, y él afirmó que una película, ante todo, debe tener estos dos parámetros muy bien trabajados, pues, según su criterio, un filme con una buena historia y excelentes actuaciones siempre será mejor recordada que una donde se haya elaborado más la fotografía, el sonido o el montaje, y no tenga buenas actuaciones y un argumento bien tejido.

Vale también apuntar que este nuevo texto de Coppola se puede inscribir también en otra tendencia del séptimo arte que la acerca al lenguaje televisivo a través de las series. Debo aclarar que con esto no estoy desconociendo que la serie audiovisual tuvo su origen dentro de la programación del propio cinematógrafo, quien la heredó, a su vez, de la literatura y del periodismo de finales del siglo XIX; pero lo que deseo remarcar es el suceso que viene ocurriendo desde hace más o menos una década, en que las series televisivas cada vez poseen un empaque visual-sonoro muy cinematográfico, pero su medio de exhibición no es el espacio público (léase salas de cine), sino mediante los dispositivos privados (tv, PC, móviles, etc.).

Playhouse no es una serie. No obstante, los primeros 52 minutos del experimento realizado en la Universidad de Oklahoma, puestos al aire como un programa televisivo, bien podrían convertirse en tal, si tenemos en cuenta que Coppola ha confesado que solo era una parte de un guion más extenso, donde está contando la historia de su propia familia, quien ha vivido, por cinco generaciones relacionada intrínsecamente con los medios audiovisuales.

En cambio por esta generosidad de exhibir en la EICTV su obra más reciente y discutirla con la audiencia, los estudiantes le proyectaron algunos de los trabajos de tesis de este curso que está terminando y recibieron, como recompensa el criterio de uno de los exponentes más importantes de la generación de cineastas norteamericanos que durante la década del setenta del siglo pasado cambiaron el rumbo del cine mundial.

 


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