La cercana y exitosa realización del 33 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, me incita a buscar referencias bibliográficas en mi biblioteca. Durante años, y simultáneamente con la literatura de ficción, el ensayo y la investigación científica, también he intentado sostener teóricamente ?como en el caso de las artes plásticas, la música y el teatro? cierto acercamiento a las diversas manifestaciones de la cinematografía. Y no solo a través de textos sobre soporte papel, sino mediante la participación en Cine-clubes y Cine-debates. Antes y después del triunfo revolucionario.
Para mi sorpresa ?ya mi memoria falla?, encuentro en uno de los estantes, una nutrida bibliografía sobre el cine, incluyendo aquellas maravillosas ediciones de los guiones de filmes emblemáticos, como en el No. 10 del Servicio de Información y Traducciones del ICAIC (1967), con los correspondientes a los filmes Balada del soldado, Divorcio a la italiana y Casco de oro. Y también textos casi olvidados, como El oficio cinematográfico, una colección dirigida por Carlos Agosti para la Editorial Futuro, de Buenos Aires (1957) con textos de Pudovkin, Dovchenko y Room, entre otros. O como El sentido del cine, del mismísimo Eisenstein, de ediciones “La Reja” (Buenos Aires 1958).
Muchos años después (La Habana, 1966), el MINED publicaba El cine en la Universidad de La Habana, del profesor José Manuel Valdés-Rodríguez. Un precioso tomo, con dibujo de cubierta de René Portocarrero y 485 páginas, donde el profesor universitario hace un exhaustivo recuento de las películas exhibidas por el Cine-club universitario, y sus críticas a películas por países, ciclos y efemérides. Y tres ensayos medulares de su autoría: La novela y el cine, El sonido, la palabra y el doblaje en el film y El teatro y el cine. Por asociación de ideas, recordé al doctor Mario Rodríguez Alemán, pero ?lamentablemente?, no encontré ningún libro suyo.
En cambio, descubrí Un oficio del siglo veinte, aquel libro de Guillermo Cabrera Infante, publicado por “Ediciones R”, en La Habana de 1963. Además de la pedantería y la petulancia características de Caín ?reconocidas por él en su propio texto? y un alto nivel de erudición general y cinematográfica, lo verdaderamente valioso del libro es la recopilación de sus 133 críticas de cine, correspondientes a las realizadas en la revista Carteles (1954-1960) y en el periódico Revolución (1959-1960).
Era la época de Ascensor para un cadalso, del francés Louis Mallé; de Cuando vuelan las cigüeñas del soviético Kalatazov; de Mi tío Jacinto del español Ladislao Wajda, y de Fantasía del estadounidense Walt Disney. Y Ricardo III del inglés Laurence Oliver, La fortaleza escondida del japonés Akira Kurosawa o Los 400 golpes, del también francés Francois Truffaut. Y esos son los títulos de algunos de los filmes reseñados por G. Caín.
Lo significativo es que de ellos ninguno es cubano. Y hay que resaltar que ya en 1960 la revolución producía dos cintas memorables: Cuba baila de Julio García Espinosa (segundo largometraje del ICAIC) e Historias de la revolución(1), un proyecto colectivo con argumento y guión de Humberto Arenal, José Hernández y Tomás Gutiérrez Alea, bajo la dirección del propio Alea, Titón (2).
Continuo la búsqueda y se reiteran los hallazgos bibliográficos: El público y la crítica cinematográfica, de Pio Baldelli (Ediciones ICAIC, La Habana, 1967), El cine como propaganda política, de Alexander Medvedkin (DOR-CC-PCC, La Habana, 1977), La estética del film, de Bela Balazs (Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1980), Las maravillas del cine, de Georges Sadoul (Editorial Gente Nueva, La Habana, 1980), El cine como arte, de Rudolph Arnheim (Editorial Arte y Literatura, La Habana, 1981), y hasta El cine silente en Cuba, de Raúl Rodríguez (Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1992)
Especial satisfacción me produce encontrar la elegante edición empastada en negro, con solo un nombre: Eisenstein, publicado en 1967 por Ediciones ICAIC, que agrupa numerosos trabajos teóricos del gran director soviético, tales como “La forma en el cine” y “Problemas de la composición cinematográfica”. Con un adjunto final de más de 30 dibujos de Eisenstein ?hechos como parte de la preparación de sus filmes?, el volumen de casi 600 páginas es precedido por una nota del artista de la plástica francesa Eugéne Delacroix, publicado originalmente en 1857, en la que se exalta el sentido estético en la obra de arte.
Y a continuación, un Prefacio del propio Serguei Eisenstein, escrito al calor de la Primera Guerra Mundial (aunque sin datar), que concluye de la manera siguiente: “…el peligro en que se encuentra nuestro país, las incursiones aéreas sobre las ciudades donde trabajamos, no nos impiden estudiar estos temas y planear las perspectivas para el desarrollo de la cultura y el arte. ¡Porque nuestra lucha es por el bienestar de la humanidad y por la elevación de su cultura, de su arte!”
Y junto a este libro, verdadera joya en cualquier biblioteca, aparece grande en su modestia, otro: la Biografía de Eisenstein por Víctor B.Shklovski, su amigo y compañero, publicada por la Editorial Arte y Literatura de La Habana, en 1985.
Hay otros libros de y sobre cine, pero ahora solo me satisfacen éstos que constituyen una sección especial. Ante todo, Santiago Álvarez, Cronista del Tercer Mundo, el volumen compilado por Edmundo Aray y publicado por la Cinemateca Nacional de Caracas, Venezuela, en 1983, con artículos, notas de prensa, pequeños ensayos “sobre la obra de un gran maestro del cine latinoamericano” y textos, discursos y entrevistas de, con, sobre Santiago Álvarez. Con textos de Mario Rodríguez Alemán, Enrique Cirules, Marta Rojas, Víctor Casaus, Enrique Pineda Barnet, Jaime Sarusky, Rolando Pérez Betancourt, Julio García Espinosa, Rebeca Chávez, Carlos Galiano…y muchos, muchos más. Y el de un autor muy especial: Fidel Castro.
Después, están los tres libros escritos por Julio García Espinosa, cada uno de ellos una obra extraordinaria. El primero, La doble moral del cine, publicado por la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Ollero & Ramos, editores), impreso en Madrid en 1996 y distribuido por Plaza y Janés. En él se agrupan diversos trabajos teóricos de García Espinosa, incluyendo el paradigmático Por un cine imperfecto en sus dos versiones: la original y la que escribiera un cuarto de siglo después.
El segundo, particularmente querido por mi, dedicado: “Para Isabel y Armando, con un abrazo “de película”, Julio García Espinosa, Madrid, 24-10-2000”, Conversaciones con un cineasta incómodo, publicado para la Colección “CineSí”, 1. del New England Latin American Film Festival (Pukara Life Achievement Award for the Medias Arts), 1997. con nota introductoria, entrevista y notas, de Víctor Fowler y numerosas fotografías personales de Julio.
El tercero, Las estrategias de un provocador, mucho más personal en su relación conmigo: “Para Armando Cristóbal, que las páginas de este libro sirvan a nuestra común devoción por la cultura cubana”, y esta datado en Huelva, España, en 2001, en medio de los homenajes que se le rindieran en España. El libro, “dirigido” (SIC) por Juan Antonio García Borrero, editado por Casa de América (Madrid) y el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, Incluye cuatro textos fundamentales de Julio G. Espinosa: La búsqueda de un cine poéticamente correcto, La crítica y la lectura del audiovisual, La nueva edad cultural del hombre y Los riesgos, los desvelos y la modernidad, en ese orden y bajo un título común: Reflexiones Incómodas.
En este libro Julio G. Espinosa es acompañado por otros colegas a los que se deben sendas críticas cinematográficas de su filmografía: sobre Cuba baila y los orígenes del nuevo cine cubano, a cargo de Jorge Ruffinelli; lo que ?el nunca olvidado? Rufo Caballero llamara “El fracaso”, explicando sus criterios sobre Son o no son; y después Reina y Rey; a la que siguen sendas críticas del propio Rufo Caballero, Mayra Vilasis, Joel del Río y Eduardo Galeano. Y entre otras significativas apreciaciones, las de Roberto Fernández Retamar.
Entonces, destacándose en el conjunto, aparece la sobria edición de Revolución es lucidez, de Alfredo Guevara, publicado por Ediciones ICAIC en La Habana, en 1998. Lo recibí como un preciado regalo, en Madrid, durante aquel período en que ?como Ministro Consejero de la Embajada Cubana? me preocupaba por “los asuntos culturales”. Tiene una generosa dedicatoria: “Armando, este fue un libro rescate; como un viejo espejo en el que quise verme y rescatarme y ganar fuerza desde la coherencia en la autenticidad; no es más, es, simplemente soy, con afectos.. Alfredo”.
Me detengo en la revisión del texto. ¿Qué decir? Serían necesarias muchas más cuartillas para ?al menos? dar una idea cabal de este libro para mi lector cómplice. Se trata de más de 60 textos, no ordenados cronológicamente, sino según la recurrencia de ciertos temas y el fluir de las ideas que ellos originan. De todas maneras, los más antiguos corresponden a 1960 y son seis.
La cultura y la revolución, en un programa del Sindicato de Trabajadores del Circuito CMQ; Las catedrales de paja, publicado en una nueva revista; Cine de la libertad; Este cine nuevo; Cuestión de conciencia (fragmento de una conferencia); Realidades y perspectivas de un nuevo cine (publicado en el No. 1 de la revista Cine Cubano); Por el enunciado de sus títulos y el auditorio al cual se dirigió, puede apreciarse el derrotero de las preocupaciones esenciales que lo embargaban en aquellos momentos primigenios de la revolución y del nuevo cine.
Los más recientes de los fechados, son 7 de 1998: Más que ser insular… ser isla; Más y más claridad, en el 39 aniversario de la fundación del ICAIC; Respuesta (I), al corresponsal de Reuter y Respuesta (II), al corresponsal de La Jornada; Se quiso nuestro cine un estilete, con motivo del estreno del film Che; La magia del artista tiene imágenes que expresan lo que oculta el horizonte, palabras en el sepelio de Santiago Álvarez; y Un tenue resplandor de sus miradas, al recibir la Orden de Mayo de la República Argentina.
Entre ambas fechas ?1960 y 1998?, indistintamente, aparecen en el libro reflexiones fundamentales en todos los años, lo que hace imposible intentar siquiera un resumen. Pero me detengo de todas maneras en una, titulada Parecía un sueño y es una realidad; es decir, las palabras de apertura del Primer Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en La Habana, el 11 de diciembre de 1979.
“…No podía ser nuevo cine ?dice Alfredo en esa intervención?, cine revolucionario, antiimperialista y militante sin serlo primero de autenticidad. Por eso la primera Ley del Cine, promulgada por la revolución cubana cuando no habían pasado aún tres meses del triunfo, dice en su primer “Por cuanto: El cine es un arte”. Para serlo, y para serlo de Cuba, el lugar que nos vio nacer, y de América Latina, primera escala hacia la humanidad toda, porque Patria es humanidad, teníamos una sola fuente válida: la obra de nuestros maestros de la literatura y la crítica en el siglo XIX…”
Notas:
(1) García Borrero, Juan A.: Guía crítica del cine cubano de ficción. Editorial Arte y Literatura, La Habana, 2001, pp. 105 y 168.
(2) Fornet, Ambrosio (selección, prólogo y notas): ALEA, una retrospectiva crítica Editorial Letras Cubanas, 1998 (primera edición 1967), p. 336.
Deje un comentario