Un signo en el espacio: Alicia Alonso en París


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La danza es un signo en el espacio. Algún día el gran poeta Paul Valéry señaló que en el Partenón de Atenas lo más importante era el espacio dejado entre las columnas y que, llenando el vacío se encuadraba en las columnas mismas del maravilloso edificio. Creo que dijo, con estas u otras palabras, “detesto el movimiento que desplaza las lineas”. La danza, en su sentido más profundo, es una sintaxis de la dinámica humana según la cual el movimiento, respondiendo a sus voliciones profundas, mantiene la arquitectura del cuerpo, del organismo, de la formación muscular del ser humano sin modificar las líneas, pero, por el contrario, magnificándolas y dándole un sentimiento expresivo que es el de Orfeo, alzando las murallas de una ciudad al sonido de un arpa. Baile, música y arquitectura son tres esencias que se integran en una totalidad. Danzar. integrando el gesto a lo presente y perenne, es lo que ha logrado una danzarina de la visión y calidad de Alicia Alonso.

De niño tuve la dicha de ser arrullado por Anna Pávlova y desde entonces cobré el sentido de lo que podía ser la danza a partir del instinto de una mujer genial. Encuentro una relación entre el genio de Anna Pávlova y de Alicia Alonso que al cabo de los años vividos y cumplidos, de los años gastados y padecidos, me establecen un contrapunto entre esas prodigiosas danzarinas.

Con el segundo acto de El lago de los cisnes de Chaikovski. sobre la vieja coreografía de Lev Ivánov. Alicia Alonso, remontándose a las tradiciones del gran ballet romántico. alcanza las cumbres de sus posibilidades. Ya no es un ser que anda o se mueve en la escena de una manera prodigiosa: alcanza en el pas de deux una elevación que solamente he conocido en la danza de Anna Pávlova. No camina, vuela, se revela en toda su grandeza. pocas veces alcanzable (acaso tres veces en este siglo), que le ha valido el entusiasmo increíble del público de París. El público de París es difícil, es frío, se entusiasma difícilmente. Alicia Alonso ha sido objeto de tantos alzarse de telones, que renuncio a establecer un recuento de ellos. Alicia, una vez más, ha sido, ante el público de París, y el público del mundo, nuestra siempre “Alice in Wonderland”.

 

1970

 

* Texto escrito con motivo de las actuaciones del Ballet Nacional de Cuba en el VIII Festival Internacional de la Danza de París, en el Teatro de los Campos Elíseos. Publicado por primera vez en: Cuba en el Ballet, La Habana, No. 94, may.-sep., 1999, p. 48.


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