La Sociedad Colonia Española de Manzanillo, radicada en la esquina de Maceo y Merchán, junto otras entidades de su tipo en esa localidad -que no coincidían con la concepción del proyecto emancipador popular iniciado en 1959- fueron intervenidas en 1960.
En ese mismo año tuvo lugar en esa edificación la primera Feria de Productos locales, donde se expusieron algunas producciones culturales del municipio. Mi tía decoradora y artesana Esperanza López y yo contamos con un stand de pintura decorativa y representacional, aunque por tener apenas 13 años, lo que mostré eran visiones de simple afición desplegada en el taller de mi padre desde niño.
Más adelante allí se estableció una suerte de espacio de exposiciones, que con nobles intenciones agrupaba a personas de madurez y jóvenes que en su mayoría descendían de las clases adineradas que usaban a lo artístico desde la perspectiva del lucro y la desconexión con el contexto de vida e identidad de la Nación Cubana.
Por ello fue que la Dirección Revolucionaria de la Ciudad del Guacanayabo, en pleno acuerdo con la Delegación Provincial de Cultura de la antigua provincia Oriente, decidieron darle un carácter más popular a ese inmueble, situado exactamente frente al Parque Céspedes.
Primaba la certeza de hacer una suerte de complejo cultural nutrido de las herencias patrióticas y antropológicas de esa zona geográfica del sur oriental, desde el cual se tejieran nexos con cuanto existiera de espiritualmente positivo en ese contexto, e irradiara emisiones estéticas para el cultivo de toda la población.
En tales circunstancias se solicitó a un grupito de personas probadamente revolucionarias, que concibieran un proyecto para darle cuerpo idóneo a una institución a tono con la Política Cultural de la Revolución Cubana declarada y puesta en camino entre 1961 y 1962.
Como yo era directivo de la Unión de Jóvenes Comunistas en el seno de los estudiantes secundarios, fui incluido –con sólo 15 años- en aquel equipo de gestión, lo que me permitió sugerir que se creara una Casa de la Cultura, un tanto parecida a las que existían en Bulgaria, que yo había conocido por conducto de una revista de ese país en español que había empezado a circular en Cuba.
Cuando en el verano de 1963 se recibió la orientación de ocupar el lugar en cuestión, para tal finalidad, decidimos sumar a tal empeño a los responsables de cultura de los organismos estatales y organizaciones políticas de esa región.
Así, la Casa de la Cultura sería a su vez sede del Consejo Popular de la Cultura, que se había instituido como enlace entre Estado y Sociedad, destinado a funcionar en todos los territorios de nuestra Nación.
Debe señalarse asimismo que la trascendental significación y trayectoria del Grupo Literario de Manzanillo, con su casi ecuménica revista Orto, que habían fijado valores literarios y de pensamiento nacionales e internacionales dentro del cuerpo creativo de la manzanilleridad, durante la República, estuvo presente desde el inicio en el diseño funcional y las perspectivas de la emergente Casa de Cultura.
El credo de aquel suceso abarcador y fecundo implicaba para nosotros abrirnos a todo lo realmente valioso y prometedor, a la vez que eliminar del trabajo la estrechez localista y el regionalismo conflictivo, los reduccionismos de cualquier tipo y el corrosivo populismo.
Debíamos seguir las pautas de lo que hizo Juan Francisco Sariol con su diversa pléyade de intelectuales orgánicos: llevar a nuestro paisaje social personalidades matrices y útiles de la imaginación y la reflexión legítimamente culturales.
Por estar mi casa -a la vez taller de pintura y publicidad- a unos 30 metros de la Imprenta El Arte, donde se imprimía Orto y se reunía el referido Grupo Literario(cuyos miembros visitaban constantemente mi ámbito familiar y creativo, porque mi padre participaba en sus proyectos),desde la adolescencia recibí esa favorecedora impronta que contribuyó a una pronta modelación de mi conciencia en función de la necesidad de la cultura.
Aunque no recuerdo el día que llegamos a establecernos en la antigua Colonia Española, ni a todos los que empezamos a operar allí para bien del incremento en Manzanillo del arte y la literatura, además de otras expresiones tradicionales de la espiritualidad y los imaginarios,sí tengo en la memoria que cuando colocamos al edificio en manos del pueblo en transformación, hubo el franco propósito de ampliar los horizontes del trabajo de la CASA más allá de las actividades inherentes a escritores, artistas plásticos, músicos, teatristas y bailarines.
Así, se quiso interrelacionar nuestra labor con todo cuanto contribuyera a la formación sensible, ética y educacional de las gentes: con escuelas, logias, agrupaciones de prácticas folclóricas, iglesias y centros espiritistas típicos de la zona.
Yo tenía dos libros de Gramcsi en mi poder, ambos de Lautaro (una editorial externa y carátula verde) que en alguna medida nos aportaron la idea de cultura humanista y social que considerábamos indispensable establecer en el proyecto abarcador que nos propusimos: me refiero a los volúmenes Literatura y Vida Nacional y Los Intelectuales y la organización de la cultura.
No podíamos imaginar que entre 1967 y 1968, el Seminario Preparatorio y el Congreso Cultural internacional que tendrían lugar en La Habana, en los cuales pude participar, partirían igualmente de la acertada visión gramcsiana.
Integramos el equipo directivo inicial de aquella primera casa cubana de la Cultura, instituida en Manzanillo por resolución emitida desde la Delegación Provincial de Cultura y apoyo oficial de la JUCEI y las ORI, las siguientes personas: Pedro Pérez (Tom) a nombre de la JUCEI(que recibió el nombramiento de Director y luego Delegado); Antonio Sánchez (Ruco), que era el Responsable de Cultura de los CDR, como Subdirector de actividades y luego Subdelegado; y quien esto escribe en condición de Secretario Ejecutivo.
Aunque debo aclarar que yo nunca acepté el nombramiento llegado de Santiago de Cuba, puesto que por ser estudiante aún y aspirar a estudiar pintura y letras, no quería amarrarme a un trabajo ejecutivo que otro podía realizar perfectamente.
De modo que se lo comuniqué a quien bien lo entendió: Miguel Ángel Botalín, que era el Delegado Provincial de Cultura. Tanto él como Navarro Luna y Celia Sánchez fueron importantes soportes de apoyo y propulsión para el trabajo en la esa primera etapa de la CASA.
Debe decirse, además, que el grupo gestor de la Casa de la Cultura contó con el concurso activo de mi padre el pintor publicitario y decorador-escenógrafo Manuel López Montero, el dirigente de la CTC y pintor aficionado Pedro González, el Músico de la localidad Leovigildo Palma, el Profesor de Artes Plásticas Gastón Sariol y promotores culturales de la FMC, la Dirección de Educación de la Localidad y las FAR.
Las gestiones más diversas destinadas a poner en movimiento y expansión social a la Casa, se hacían en una moto roja rusa que tenía Ruco Sánchez. Jamás olvidaré que cuando logramos que el Ballet Nacional de Cuba se presentara en un escenario que se armó en el Antiguo Club 10 del litoral manzanillero, a todos nos resultó gracioso ver aparecer a la Primerísima Alicia Alonso montada en la moto, detrás de Ruco, que no halló otro medio para llevarla desde el Hotel Casa Blanca hasta el sitio donde se presentaría después su compañía.
Entre las primeras acciones acometidas en la Casa de la Cultura en 1963 y 1964 estuvieron: la construcción de un teatro en el piso alto, donde Enrique Veliz (KIKI)montaría la obra de Martí Abdala; la organización de una exposición de pintura y dibujo con los profesionales y amateur de Manzanillo y algunos de municipios de esa Región, el apoyo al conjunto musical estudiantil “Los traviesos”(que posteriormente se convertiría en la Orquesta Típica Original),la concentración en tertulias de trovadores y cantantes de la localidad, y la creación de un aula para la enseñanza de bailes tradicionales y modernos.
Y como a los ejecutivos de la Casa de la Cultura se nos entregó la Biblioteca de la antigua Sociedad Maceo, propuse a quien había sido mi profesora de Historia de Cuba, Nilda Lamelas, para asumir la función de Directora de lo que sería la primera Biblioteca Municipal de Manzanillo de la época revolucionaria.
Así se inició una labor de catalogación de los libros destinados a complementos de la educación y siembra popular del culto placer por la lectura. Simultáneamente se empezó a pensar en una posterior Escuela de Artes Plásticas y en una Escuela de Música…lo que ocurriría cuando ya yo estaba estudiando y en funciones de profesional del arte y la crítica de arte en Granma, Cuba Internacional, El Caimán Barbudo, la Gaceta de Cuba y otras publicaciones en La Habana.
En la práctica, la Casa de la Cultura fue pórtico y puesta en actos del Consejo Municipal de Cultura, nacido durante el tiempo de concreción y legalización de ésta.
A posteriori la Casa de la Cultura se convirtió temporalmente en Centro Cultural dirigido por Ángela Almeida, para volver a ser Casa de la Cultura a partir de 1976 con dirección de Amanda Enamorado;y entre 1989 y 1999 funcionaría bajo el mando ejecutivo del artista plástico Manuel Olivera, más conocido por la sigla artística “MOA”. Pero de todo lo sucedido con posterioridad a los años fundacionales, se tratará en la segunda parte de este texto…aún por escribir.
Concluyo esta parte primera de apuntes históricos, rememorando que mis dos primeras exposiciones personales, cuando era estudiante de la Escuela Nacional de Arte, las realicé en la Casa de Cultura de Manzanillo, en mis períodos vacacionales de 1966 y 1967.
La primera era de tintas, litografías y dibujos; y la segunda de pinturas y dibujos. Aún guardo los míseros plegables impresos en papel gaceta. El plegable de la del 67 cuenta con un exergo que yo mismo escribí entonces, cuyo párrafo final manifiesta: “En los dibujos (tinta y tempera)y en las litografías coexisten la disciplina lógica del aprendizaje y la inquietud del artista por reflejar, en los trabajos, su visión creadora de la realidad.
Con esta pequeña muestra del esfuerzo de un estudiante que busca un estilo y lenguaje propios, añoro dar inicio –en Manzanillo- a un movimiento cultural capaz de poner al pueblo en contacto con lo más moderno de las manifestaciones artísticas”.
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