La Habana, cosmopolita y urbana, cemento y capiteles donde frecuentan reflejos de flores y hojas, algunas exóticas, inmigrantes de otras culturas de ultramar; jardines grises de multicolores recuerdos.
En su desandar se asiste también a un conjunto de portales y columnas coloniales, y de pronto…, como brotado de la mismísima tierra, como nuevo y alto fuste, el Modernismo, en competencia a su vez con el emblemático “Art Decó” o con las pinceladas del Gótico, aquí y allá, y con el Barroco a lo cubano, resultado de piedra autóctona. Casas coloniales de una o dos plantas, y también edificios altos de bordes curvos, pero los más cercanos al cielo, de líneas rectas, como rectos van hacia las nubes, todo entremezclado como el chino, el mulato, el negro, el crema, y hasta algunos albinos, porque no hay nada puro, aquí, el que no tiene de Congo, tiene de Carabalí, es como una bella selva, única y diversa y como tal, plena de productividad en sus múltiples nichos.
Este bosque de diversidad cultural, tan importante como la biológica, en su esplendor ecléctico, atesora catorce sitios naturales, distribuidos en parches, cuya mayor densidad está al Este de la Bahía de La Habana, bahía de bolsa, que en una de sus “bolsillos” guarda un manglar, que se antoja heroico, pues ha resistido el embate de una contaminación industrial que mancha…, pero ahí está, desafiando la ecología o reafirmándola, para albergar a docenas de especies de aves, como parte de una zona de protección y anidación, cuya identidad responde al nombre de Manglar de la Triscornia y está reconocido como sitio natural y propuesto para ser incluido en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SNAP).
Este ecosistema se ubica en lo que es hoy el municipio de Regla, en una zona entre línea del Tren y la Bahía. Se caracteriza por su relativo aislamiento en la ensenada, llamada de Triscornia de la cual el manglar tomo su nombre. Su grado de protección se encuentra pendiente de declaratoria, según consta en la base de datos de la Oficina de Sitios y Monumentos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural.
Siguiendo, a manera de Ruta Arcoíris el “sendero del Este”, se llega a la Manigua Costera de Celimar, enclavada en el municipio de La Habana del Este, cerca de la playa de Bacuranao.
Esta manigua costera, a manera de relicto, conserva exponentes propios de la vegetación original. Clasifica como un Elemento Natural Destacado de Grado de Protección II, pero se ha visto más afectada recientemente por la ubicación de una zona de exploración petrolera que ha cercenado parte de su ya limitada extensión. Luchar por mantener lo que queda es una necesidad imperiosa del museo municipal, por su responsabilidad legal (Ley No. 106) y moral (salvaguardan el patrimonio), junto a su comunidad, responsabilidad que mantiene por igual para todos los sitios naturales de su territorio.
El Abra del río Cojimar, también al Este, se encuentra en el cañón del río hacia su desembocadura. Entre sus valores se encuentran la presencia de una vegetación natural y varias formaciones vegetales como el manglar ribereño y el bosque semidecíduo. Posee especies endémicas de alta significación como el Piper cojimarun y el Xixiphus habanensis. El área es refugio de aves, reptiles y otras especies animales. Su Grado de Protección es II y como área protegida está propuesta con la categoría de Paisaje Natural Protegido.
A la derecha de la Vía Blanca, enmascarada entre el asfalto de un inmenso parqueo y en medio de un pequeño bosquecillo se esconde la entrada de la Cueva de Tarará, con un amplio portal y pendiente bajada.
Esta cueva, que debió albergar muchas evidencias de la cultura aborigen, se encuentra hoy en estado de descuido y exhiben restos de desperdicios, más bien que recrear el ambiente natural como parte de sus valores. Los estudios anteriormente realizados indicaron que contenían elementos propios de la fauna hipogea y se reportó la localización del camarón ciego como nuevo reporte para la provincia. Su Grado de Protección es II y está propuesta como Elemento Natural Destacado en el SNAP.
El conocido Hotel Itabo, rodeado de manglares, tomó su nombre del sitio natural al cual pertenece, el Humedal de la Laguna del Cobre-Itabo, que intercambia sus aguas con el mar por una pequeña desembocadura, que la más de las veces se encuentra cerrada por un tibaricón o barra de arena creada de forma natural. Sus aguas aún presentan determinado nivel de contaminación, a pesar de que el Hotel ya no vierte sus aguas residuales, pues se encuentra en un proceso inversionista desde hace un lustro. Este proceso incluye la correspondiente planta de tratamiento, pues sin ella las autoridades correspondientes no otorgarán la licencia ambiental necesaria para su nueva puesta en marcha.
El origen de lo del “Cobre” en el nombre se remonta mucho más al Sur, en tierra firme y tiene que ver el tráfico del mineral, pero esa es otra historia que deberá esperar una nueva oportunidad
Su bello entorno atrae al turista, de cálidas aguas marinas tropicales y suave y fina arena, posee dunas altas y una berma de las más amplias de la zona. Hacia la desembocadura al mar de la laguna se han encontrado pequeños camarones comerciales como el Penaeus notialis, aunque presencia es muy eventual, más bien rara, quizá de vez en cuando alguna larva trasportada por las corrientes ha encontrado en el fango del fondo de la laguna un lugar con ciertas condiciones para su crecimiento, y sus poblaciones deprimidas hoy en densidad, esperan con paciencia infinita mejores momentos para su explosión demográfica, aunque en verdad, la costa norte cubana no es un ecosistema propicio para el desarrollo de las poblaciones de esta especie.
En sus alrededores del Hotel y a lo largo de la Ensenada de Sibarimar, la Naturaleza lucha contra la agresión del hombre y sus arenas como soldados de primera fila y en oleadas avanzan, como enviadas por la Suprema Naturaleza para luchar por rescatar su espacio robado por una carretera cincuentenaria para facilitar el movimiento del turista en la postduna. Afortunadamente entre los planes de recuperación de la playa se encuentra la eliminación paulatina de los objetos de obra que obstaculizan el ciclo normal de la arena para beneficio del medio ambiente.
Este sitio natural se describe como el más extenso humedal de toda la Ensenada de Sibarimar. Sus manglares y lagunas, son refugio de aves, moluscos, crustáceos y peces. Posee un Grado de Protección I dentro del sistema de Patrimonio, y es considerado por el SNAP como un Paisaje Natural Protegido, resultando su administración a cargo del Museo Municipal de La Habana del Este.
Siguiendo la línea costera encontramos los manglares o Mangles de la Conchita, que sobreviven a pesar de distar del mar más de doscientos metros, consecuencias del desarrollo urbano.
Entre sus características físico-geográficas se inscribe como un relicto de gran humedal que abarcó toda la Ensenada Sibarimar. Refugio de aves, crustáceos, insectos y otras especies propias del ecosistema, posee un Grado de Protección II y está propuesto como Elemento Natural Protegido para el sistema nacional de áreas protegidas, sin embargo, estos títulos no ha impedido que la comunidad descargue en él residuales de todo tipo y lo estén agrediendo de muchas maneras, entre ellas tomándole espacio que le pertenece, compitiendo el ya reducido bosque con la ampliación de patios caseros.
En realidad, en estos temas ambientales se dista mucho de alcanzarse el grado de cultura mínimo necesario para darnos cuenta de su importancia para nuestra propia vida, ¿se imaginan una ciudad como desierto de cemento y asfalto?, pero además, por un simple pragmatismo económico, ¿cuánto nos “cuesta” no poder desarrollar un mayor mercado turista por el grado de deterioro que presenta el medio ambiente?
Continuando este imaginario viaje y para terminar el “sendero” por la zona costera terminemos por el momento con El Rincón de Guanabo y pospongamos el recorrido hacia el resto de los sitios terrestres de Este y de la ciudad para otro momento
Entonces, amaricemos en el Rincón de Guanabo que, según explican los especialistas, posee la cresta arrecifal mejor conservada de la costa norte de Cuba y que se encuentra a menos de ochocientos metros de la costa.
Dicha área se encuentra amenazada actualmente por la alta contaminación del río Guanabo y por pescadores submarinos ilegales.
Su administración, como área protegida (Paisaje Natural Protegido) corre también a cargo del Museo Municipal de La Habana del Este, además de resultar un sitio natural clasificado como monumento local aprobado por la Comisión Nacional de Monumentos.
El museo dispone para su protección y promoción, además de un equipo de especialistas y colaboradores, un área de laboratorios y dormitorios, los que se encuentran actualmente en habilitación, un sendero ecológico que a manera de pasarela de madera se adentra por el mangle hasta un puesto de observación de aves; así patos y garzas, entre otras especies revolotean o se detienen sobre sus aguas y resulta sumamente curioso que en determinada época del año entre los mangles, se aprecie una coloración de rojo muy intenso no observada en otras muchas áreas de manglar tanto de la costa norte como de la sur. Quizá los taninos de la corteza de la planta, unido a ciertas condiciones ambientales sean los responsables de esta curiosidad, pero dejemos a los científicos, a botánicos y ecólogos desentrañar “el misterio”.
Como quiera que sea, el Rincón de Guanabo con sus ecosistemas marinos y terrestres y sus ecotonos, es un foco de atracción para estudiosos y científicos de Cuba y el mundo. Su zona arrecifal bien podría convertirse en una zona de interpretación ambiental regional para estudios sobre el cambio climático.
Su área de playa natural y manglar es refugio de aves, posee un relicto de matorral costero con elementos propios como las suculentas y habitat de especies endémicas como el Ligus fasciatus y el Tetrendoton guanaboensi, tiene Grado de Protección I y es reconocido por el SNAP como un Paisaje Natural Protegido.
Dejemos entonces, amigo lector, para un próximo encuentro la continuación de este recorrido por los sitios naturales y las áreas protegidas de la Capital de todos los cubanos.
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