La Casa de Cultura municipal de Playa, sita en 7ma y 60, se honra con el nombre de "Félix Pita Rodríguez". Fue iniciativa de la comunidad y del propio Municipio de Cultura de Playa y de su equipo de literatura.
Quizás pasó demasiado tiempo para que esto sucediera. Fue entonces, en plena Feria del Libro de La Habana 2015 y en ocasión de la Jornada del Libro y la Literatura del territorio, la fecha escogida para otorgar tan ilustre nombre a esta importante instalación de la cultura.
Para mis más jóvenes lectores, sirvan estas palabras que reconocen de manera muy particular, la destacada vida y obra de este gran intelectual cubano que este año arriba al 106 aniversario de su natalicio y que casi a los ochenta años escribía con la misma intensidad con que lo hacía en sus primeros tiempos; vecino durante años del municipio y considerado el escritor insigne de este territorio; nacido en Bejucal, allá por el año 1909 del pasado siglo y que se distinguió, tanto en la poesía como en otros géneros y demostró siempre, una juventud sembrada en sus honduras.
La Casa de la Cultura, se preparaba para el alto honor de estrenar su nombre. En su fachada aparecía un hermoso cartel. La obra realizada por el Estudio Kcho, era admirada por todos.
Para la ocasión, se preparó un Coloquio sobre la vida y la obra del laureado creador. La escritora Ángela de Mela, el crítico literario Enrique Saínz, el periodista Fernando Rodríguez Sosa y el escritor Freydis Sánchez Rosales, se encargaron de destacar los valores, tanto literarios como personales, del autor de Corcel de Fuego.
Junto a ellos, moderando el panel, el conocido presentador de nuestros medios, Marino Luzardo. Nos rodeaba un ambiente de ardiente ensoñación.
Al pensar en Félix, recuerdo aquellas palabras trascendentes de Cintio Vitier, cuando decía que lo encontraba “en lo que hay más allá o más acá de la lógica y el sentimiento, lo que sobreabunda en la capacidad asociativa de las palabras. Idioma de suave desvarío, a ratos telúrico, que baja por las galerías del sentido”.
Bien llegaba la “Gala musical”, que en esta oportunidad acompañaba al Coloquio. Fue un delicioso Concierto de Poesía y Música de Cámara “Con palabras armadas de silencio”, donde la voz segura y conmovida, esencialmente tierna de Ángela de Mela, leía los textos del escritor, mientras un Cuarteto de Jóvenes chelistas de la Escuela Nacional de Música, acompañaban la lectura con hermosa precisión.
Y aquellos versos inolvidables del gran soñador:
Qué ángel de augusto fuego
mira al limo sin nombre
alguien me está dictando, quieta, calladamente,
sentado junto al aire donde duerme la bruma
alguien que quiere hablarme
con palabras armadas de silencio.
Visiones y sueños nos acompañaban, mientras la poesía hacía crecer lo corazones:
No sé si alguna vez fui un cerezo silvestre
tal vez fui nieve, mirto, vilano, lluvia fina;
acaso un verde, trémulo insecto del rocío
No sé si alguna vez fui un cerezo silvestre
pero a veces un ámbito de ramas en el viento
cierta expresión de alturas debatiéndose
un día no sé cuándo, pero estoy tan seguro,
alguien dirá en voz baja:
fue como un soplo quieto del aire más viajero.
El espíritu, el talento y la amplia capacidad imaginativa del escritor nos ratificaban su habilidad de cultivar la poesía, la narrativa y hasta el teatro y su amorosa entrega a la posteridad de tan hondo testimonio.
Sus viajes, sus lecturas, el contacto constante con intelectuales cubanos y de otras latitudes, nutrieron su vida y sus escritos.
Para nuestra América, decía el entrañable escritor, la literatura es una vía para la liberación del hombre, y esta no puede estar al margen de la democratización de la Sociedad y de su desarrollo.
Aspiro a ser pueril
flor de naranja, menta inverosímil, e
en esta angustia espero y me debato,
agonizo queriendo
no tener ni sombrero ni esperanza
sueño el cauce del pan, un carro de manzanas
para dormir mientras de pie interpreto
mi parte en este mundo
Verso y música contando una historia en armoniosa convergencia y mágica intimidad con la exposición de la obra Presencia del artista de la plástica Sándor González Vilar, una instalación con objetos personales de Félix y el audio de una entrevista realizada al escritor por la TV cubana.
La Dirección artística del evento a cargo de Jorge Luis Galeano Padrón.
La voz del escritor invadió la Casa, conmovió y dejó una estela de auténtica representación. Numeroso público inundaba el salón y la Casa de Cultura de Playa estrenaba un nombre ilustre.
La Directora de la Casa, Ariadna Viña, que con gentileza había dado la bienvenida a aquel sentido acto, ahora muy emocionada, despedía a los visitantes y allí también, Idania Caballero, la Jefa del Equipo de Literatura del Municipio.
En la fachada quedaba el Cartel, con el sabio decir de Félix Pita Rodríguez:
“El pueblo es quien cuenta las más hermosas historias, el pueblo que hizo las palabras”.
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