Llega junio y con él, el VIII Festival Internacional de Teatro Femenino que tendrá lugar los diez primeros días del mes en la capital cubana. En conferencia de prensa en la tarde del pasado jueves 24 de mayo, el comité organizador encabezado por la dramaturga, directora y promotora cultural italiana Alina Narciso, dio detalles de la edición en cuestión del festival.
Como en las ediciones anteriores, se realizarán intercambios teóricos, peñas literarias, puestas en escena y desmontajes de las obras; crearán espacios de debate e intercambio con creadoras extranjeras y del patio. Además, por vez primera, se incorporarán las artes visuales con la exposición En escena, de Liudmila López Domínguez. En esta ocasión, el Festival cuenta con seis sedes como el Complejo Cultural Bertolt Brecht, la Sala Teatro El Sótano, la Sala Adolfo Llauradó, la Plaza Cultural de 31 y 2, el Pabellón Cuba y la Fundación Ludwig de Cuba.
Esta octava cita de La escritura de la(s) diferencia(s) cuenta con la presencia de más de doce países entre los que se encuentran Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, España, Guatemala, Honduras, República Dominicana, Venezuela, Cuba e Italia; estos dos últimos como naciones organizadoras.
La interpretación, a través del arte, del tiempo que les tocó vivir se traduce en las puestas en escena a cargo de las compañías teatrales profesionales que se presentan durante el Festival; es la forma de expresión a la que recurren autoras, directoras, mujeres que como Alina Narciso observan la sociedad desde una posición crítica. Son creadoras que defienden el principio de “escribir diferente es más que ir a contracorriente”. Defender la equidad desde las artes dramáticas es la mejor vía de zafar las cadenas falocentristas que han minimizado y sometido a las mujeres por siglos.
Como hizo Gertrudis Gómez de Avellaneda en su tiempo, estas mujeres teatristas defienden el trabajo que aun en los altos circuitos artísticos del mundo no se reconoce lo suficiente. Esta es una Bienal que más que dedicarse a la dramaturgia, se dedica a la dirección femenina. Este es el lugar donde las jóvenes y las consagradas directoras llenan las carteleras de los teatros capitalinos. Aquí la diferencia escribe nuevos modos de hacer, provoca cambios en una sociedad que intenta mantener el trabajo de las dramaturgas en un anonimato ya casi imposible.
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