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Una fiesta diferente


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Resultó ser una fiesta especial. San Alejandro fue el anfitrión, nuevamente, de una jornada peculiar en la que se agasajó a los estudiantes en su día y, con todos, a la cultura cubana desde sus más jóvenes exponentes.

Convocados esta vez por el Centro Nacional de Escuelas de Arte (CNEArt), la Academia invitó a sus estudiantes a una gran celebración culinaria, en la que cada uno —profesores, trabajadores y alumnos— compitieron por el plato más original y artístico y, después, a una fiesta entre todas las artes, en la cual participaron con gusto y familiaridad estudiantes de las escuelas de Circo, de Música, de Teatro y de Danza.

Desde temprano, los pasillos y aulas se estremecieron con el movimiento de sus mesas y sillas, los arreglos, el adorno de cada uno de los talleres, el ajuste final de la exposición de pintura abstracta que el Sitio 18 inauguró en la mañana y el montaje de los platos concursantes. Se sabía que vendrían, como jurados, el presidente de la Asociación Culinaria de Cuba y el chef maestro del hotel Sevilla. Todo un reto, si se quiere, para premiar la imaginación, la inteligencia y la creatividad.

El ambiente era excelente. No podía ser de otra manera. Se respiraba alegría y espontaneidad. Una gran familia reunida para celebrar como lo merece el Día Internacional del Estudiante.

Marcado por el ritmo de la buena música, comenzó el ajetreo. Los estudiantes lo organizaron todo, mientras los profesores y los padres ayudaron con los detalles finales. Cada espacio presentó lo último de su producción y los mejores trabajos de cada especialidad se pudieron disfrutar entre todos. Tal vez, y sin querer ser competitivo, el Laboratorio de Gráfica y Arte Digital atrajo, como nunca antes, a la mayoría de los visitantes. La producción de sus video arte generaron una respuesta muy positiva junto a la anunciada presentación del nuevo diseño del sitio web de la Academia. Otra especialidad que convocó la atención fue Ilustración —la más joven de todas las que se imparten, con el montaje de su nueva aula taller y el resultado de sus trabajos del semestre.

Los compases improvisados de un DJ amenizaron el convite e inauguraron el gran almuerzo colectivo y abundante, en el que se mezclaron los platos concursantes con las demás golosinas: monstruos marinos, peces y animales en pan, dulces que simulaban paisajes, figuras femeninas talladas en calabazas, formas abstractas con mermeladas y frutillas, instalaciones escultóricas en chocolate, rostros sacados en moldes, pasteles, tartas y galletas, a los que tampoco faltó los tradicionales arroces fritos, plátanos maduros, ensaladas frías y demás dulces finos de nuestra repostería nacional. La premiación, que se tornó difícil hasta para los experimentados chefs, resultó motivo de una alegría mayor y a la que se sumó el sello Arte Cubano del Consejo Nacional de las Artes Plásticas. Con justicia se concedieron el premio a la Popularidad y a la Creatividad.

La tarde se despidió con un gran baile en el que se unieron todos los participantes y festejaron con alegría un día que les pertenece, pero que no puede ser exclusivo. Celebraciones así prueban la necesidad de tener presente lo necesario de realizar actividades como esta en nuestros propios espacios, en donde la cultura es el mejor exponente, en donde no hay lugar para lo chabacano, lo cursi o lo impostado; en donde corre y se evidencia el mejor deseo y el mejor sentir de las nuevas generaciones de artistas, esa que formamos y que representa ya lo mejor de nuestro trabajo diario y ella, más que ninguna otra, merece también una gran fiesta.


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