¿Qué
opciones artísticas y literarias llegan a las comunidades? ¿Hasta qué punto se
implican los creadores? ¿Cómo se organizan las programaciones? ¿Cuál es el rol
de las instituciones culturales? Fueron algunas de las interrogantes abordadas
en el espacio televisivo y a la vez, el incentivo para el diálogo que entre
colegas sostuvo Indira Fajardo Ramírez, presidenta del CNCC.
En
el espacio de intercambio que pretende convertirse en algo útil y sistemático, se
ofreció una mirada desde adentro del Sistema Nacional de Casas de Cultura
—integrado por su Consejo Nacional; los Centros Provinciales, departamentos y
las Casas de Cultura en todo el país—, a la misión que tiene de contribuir a
fortalecer los valores identitarios y humanistas de la sociedad cubana, a partir del rol
transformador del arte y la literatura y de la salvaguardia del patrimonio
cultural inmaterial.
Con
elocuencia Indira informó a la prensa el quehacer del sistema de Casas de
Cultura y del Consejo Nacional, así como sus proyecciones de trabajo. La
fluidez de su verbo sirvió para comprender cuánto se ha hecho y cuánto falta
por hacer en aras de lograr que esas instituciones se conviertan en referentes
de los territorios, en diálogo permanente con las comunidades, con una gestión
a tono con las exigencias actuales.
Se conoció que lo más significativo del año
es haber iniciado con la evaluación del trabajo del 2016 y mantener algunas
líneas estratégicas como la atención al trabajo comunitario, a la labor de los artistas aficionados, y al
patrimonio cultural inmaterial, en total coherencia con las prioridades que ha
trazado el Ministerio de Cultura.
Recalcó lo importante de recolocar a la Casa
de Cultura en un debate social que permita tener ideas participativas y
dialogar con los decisores en cuanto a su modificación, lógicamente, no solo
desde el estado físico constructivo del inmueble, sino también, en el imaginario
social del entorno donde se ubica.
Lo anterior está sustentado en proyecciones estratégicas
para lograr la superación y capacitación
de los recursos humanos del sistema, sobre todo, en los instructores de arte y los directivos que,
aunque muchas veces no provienen del sector de la cultura, hay que prepararlos
porque no basta con que tengan
sensibilidad, es necesario nutrirlos de herramientas que le permitan
dirigir con justeza.
El CNCC, además trabaja por alcanzar una
programación cultural que satisfaga las necesidades de la población y
contribuya a la formación de públicos
críticos, aspecto tratado en el Contrapunteo, donde se debatió cómo lograr una
programación más inclusiva y participativa que sea verdadero reflejo de la
comunidad.
Otro objetivo es incrementar la promoción nacional e
internacional del sistema, así como la colaboración e intercambio con otras
organizaciones e instituciones. Sin duda, uno de los pasos en los que se avanza.
En este sentido se destaca todo lo que desde la Brigada de Instructores de Arte
José Martí se hace para reconocer la labor del instructor, al tiempo que carece
de una estrategia articulada que permita
mostrar con efectividad las buenas experiencias.
Estos objetivos están sustentados a través de
encuentros e intercambios con especialistas en eventos y actividades, entre las
que destacan la realización en enero, de la primera fase del concurso infantil
De donde crece la palma, que este año se llevó a la comunidad de El Cano, en el
capitalino municipio de La Lisa, donde se unieron los factores del territorio y
con ayuda de los alfareros fue posible montar la exposición en la escuela. Allí
la población quedó motivada y se
demostró que si es posible convocar al pueblo cuando los factores se unen para
bien a través de la articulación, el diálogo y el acompañamiento.
Otra de las acciones fue la jornada por el Día del instructor de Arte que no se
circunscribió solo al 18 de febrero, sino que se extendió del 10 al 24. En ella
se inauguró en la sede del Consejo la exposición de artes plásticas Con amor y
esperanza, de niños con Síndrome de Down, de Pinar de Río, que trabajan la
técnica del grabado.
También estuvo la entrega de la beca de
creación literaria para instructores de arte y aficionados en el marco de la
Feria Internacional del Libro, de La Habana y se otorgó el Premio Olga Alonso a
los instructores de arte con una destacada trayectoria en su quehacer, el cual
fue posible sacarlo del acto oficial y llevarlo al escenario del proyecto y
devolverle ese espacio a las miembros de la comunidad.
Marzo inició con la 28 edición del Festival
de Teatro Olga Alonso, en Fomento, Santi Spíritus, convertido en una expresión
nacional por la afluencia de público de todo el país y de reconocidos artistas,
muestra que es posible formar un público crítico, pero a la vez agradecido de disfrutar del buen
arte.
De manera intencionada y considerando como
objetivo estratégico del Consejo el asesoramiento al resto de las instituciones
de la cultura en la base, urge identificar algunos lugares que tienen
determinadas problemáticas para poder incidir, ya sea la preparación de los
cuadros, la gestión institucional, o la identificación de las fortalezas y las
debilidades en materias de visibilizar el trabajo bueno y malo.
Por ejemplo, La Habana tienen hoy 35 Casas de
Cultura de las cuales 15 están cerradas y 10 están en ese estado desde 2008.
Eso duele y hay que estar inconforme, reclamar y exigir que la dirección
provincial de Cultura repare las instituciones porque, sin duda, son lugares
que las personas añoran. Eso tiene en el imaginario social el impacto de un
espacio que brinda el arte con calidad y donde muchos jóvenes lo prefieren
porque es gratuito.
También constituye una prioridad del sistema promocionar el trabajo de los instructores de arte, del
promotor cultural y las iniciativas
comunitarias para salvar la deuda con los grupos portadores de cultura
comunitaria, que muchas veces no se conocen, son desestimados, pero aun así se
mantienen de generación en generación aportando a la cultura.
De
forma interactiva el encuentro propició un interesante dialogo, en el que cada
uno de los periodistas, desde sus propias experiencias, coincidieron en que los
procesos participativos desde la cultura y sus instituciones no pueden estar
ajenos a las realidades de las comunidades, de las que emergen experiencias
desde lo popular y tradicional.
Asimismo, abogaron por la necesidad de lograr instituciones más eficientes que constituyan verdaderos centros de trabajo cultural con, para y desde la comunidad, al tiempo que reconocieron la oportunidad de escuchar un discurso convertido en acciones diarias de una mujer que cuenta con herramientas para dirigir semejante empeño, que por polémico que sea, no es imposible.
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