Una sola voz por Manzanero


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La energía de la sala Avellaneda se sentía diferente. Cerca de las 4:45 —15 minutos antes de comenzar el concierto—, las puertas del Teatro Nacional cerraron por capacidad. No era un sábado cualquiera: Cuba y México se fundieron en un abrazo musical para honrar a Armando Manzanero.

Hay canciones que se tararean sin pensar, que llevamos grabadas en el alma. Canciones que se cantan y se sienten; que narran historias —las nuestras—. Las de Manzanero ocupan ese lugar. Crecimos con ellas: amamos, lloramos y vivimos sus versos. Sus temas dibujan amores, tristezas y añoranzas; los nuestros. Letras escritas desde un corazón que amó a Cuba con la misma sinceridad con que retrató la vida.

 “La música tiende puentes, une ciudades, busca puntos en común entre culturas distintas”.

Esa conexión única entre el artista y la Mayor de las Antillas quizás explique la energía que recorrió la sala Avellaneda en el concierto Yo sé que volverás: Homenaje a Manzanero en Cuba, organizado por la Embajada de México, el Ministerio de Cultura de Cuba y Canal Once. El público respondió al llamado que hizo la música: algunos en silencio, otros cantando a voz en cuello “Huele a peligro” o “Nos hizo falta tiempo”.

Las ovaciones no fueron suficientes para la magistral interpretación de “Contigo aprendí” por Beatriz Márquez. Mientras unos contenían el aliento, otros se sumaban al coro espontáneo de “La musicalísima”. Lo mismo ocurrió con el resto de los artistas: Aranza, Rodrigo de la Cadena, Carlos Cuevas, Alejandra Ávalos, Laura Flores, Los Miranda, Marco Morel, Luis Pérez Sabido y Marco Antonio del Muro (México); Vania Borges, Haila María Mompié, Sergio Farías, Karel Bartutis, Alwin Damián y Waldo Mendoza (Cuba). La Orquesta y Coro de la Radio y Televisión Cubana, dirigida por Miguel Patterson, fue el lienzo perfecto para cada canción.

 Las ovaciones no fueron suficientes para la magistral interpretación de “Contigo aprendí” por Beatriz Márquez.

La música tiende puentes, une ciudades, busca puntos en común entre culturas distintas. Esa tesis la defendió Marco Antonio Lugo, presidente ejecutivo del Instituto Bolero México, antes de iniciar el concierto: “El vínculo más importante entre Cuba y México es la música y, especialmente, el bolero; lo más trascendente es el amor infinito a Armando Manzanero, un compositor que no escribía canciones, escribía la vida”.

 “Yucatán y La Habana se encontraron sin necesidad de coordenadas, gracias a un mapa sonoro dibujado con las canciones de Manzanero”. Al piano, Rodrigo de la Cadena.

Cada aspecto en el concierto respondía a esa intimidad que caracterizó las sonoridades del azteca. La dirección artística conjugó el diseño de iluminación con una escenografía minimalista para evocar la atmósfera íntima y romántica de la música de Manzanero. “Te extraño”, “La mujer que me ama”, “Señor amor”, “Parece que fue ayer”, “Esperaré”, “Yo no soy tu amigo”, “Yo sé que volverás”, “Ciego”, “Cuando estoy contigo”, “Mía”, “Somos novios”, “Todavía”, “Voy a apagar la luz” y “Felicidad” regresaron con la complicidad de siempre, entre músicos y público.

El público cubano disfrutó de un concierto tributo a Armando Manzanero, “un compositor que no escribía canciones, escribía la vida”.

Yucatán y La Habana se encontraron sin necesidad de coordenadas, gracias a un mapa sonoro dibujado con las canciones de Manzanero, y un diálogo tejido entre acordes y voces que solo la música permite. Las traducciones son innecesarias cuando el lenguaje es el bolero. Tras dos horas, quedó claro que su obra no pertenece al pasado, no por nostalgia, sino porque sus canciones siguen interrogando al amor con la misma urgencia con que lo hicieron hace medio siglo. Cantar y sentir siguen siendo el mejor homenaje para quien convirtió su legado en himnos de pueblo.

 “Yucatán y La Habana se encontraron sin necesidad de coordenadas, gracias a un mapa sonoro dibujado con las canciones de Manzanero”.

Fotos: Abel Padrón Padilla/Tomadas de Cubadebate


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