La Unión de Historiadores de Cuba repudia los disturbios y actos vandálicos que tuvieron lugar el domingo 11 de julio pasado, en el peor momento de una pandemia que está asolando al mundo y cuando el sistema de sanciones unilaterales más injusto, severo y prolongado que se ha aplicado contra país alguno, que es el bloqueo económico y financiero impuesto por Estados Unidos a Cuba, se ha recrudecido de manera perversa y criminal.
La confusión de algunos se unió con la mala intención de quienes quieren retrotraer nuestro país a la situación que existía antes de 1959 y para ello no vacilan en solicitar incluso una intervención militar, disfrazada de ayuda humanitaria, lo que, lejos de resolver el escenario en el que hoy nos encontramos, significaría el caos y la muerte de millones de personas.
No es la primera vez que el Gobierno de Estados Unidos y sus peones organizan planes con fines propagandísticos y de subversión; pero cada vez se hacen más peligrosos estos intentos. La Revolución ha sido capaz de escuchar y atender las inquietudes del pueblo cubano en relación con su presente y futuro, siempre sobre la base de principios éticos y defensa de nuestra soberanía, sin la égida del adversario histórico de la nación cubana.
Las provocaciones que han tenido lugar, desconocedoras del más mínimo sentido de respeto a la justicia y la institucionalidad, e inspiradas en el afán de construir, para quienes nos observan desde el exterior, una imagen ficticia, mediática, de enfrentamiento interno, tienen que ser frenadas por el pueblo revolucionario. Con los confundidos y las personas de buena fe que piensan de manera diferente podemos discutir, intentar persuadirlos, incluso, disentir con argumentos, bajo la premisa de que no siempre hay que llegar a la unanimidad y que las opiniones diversas son útiles y nos llevan a reflexionar, siempre que se expresen desde posiciones verdaderamente honestas. Sin embargo, a quienes con intenciones anexionistas pretenden desestabilizar el país, se les deben aplicar con todo rigor las leyes que existen para garantizar la soberanía de la patria y la tranquilidad ciudadana.
A la Revolución la defenderemos con la vida misma, porque de ello depende la existencia de nuestra nación libre y soberana. Resulta evidente que los imperialistas quieren aprovechar este momento de crisis para derrocar lo que tanto esfuerzo, sangre y sacrificio ha costado al pueblo cubano defender durante más de sesenta años. El imperio y sus acólitos, mientras acusan al Gobierno de nuestro país por las carencias que hoy enfrentamos, obstaculizan toda posibilidad de sobrevivencia y desarrollo con las medidas del bloqueo genocida. Quienes no lo entiendan caerán en una trampa mortal.
La historia nos enseña que nuestros problemas tenemos que resolverlos con unidad, trabajo, disciplina y orden. Nadie desde afuera podrá hacerlo. No nos engañemos. El momento es de definición, nuestra consigna de “Patria o Muerte” expresa la resolución de combatir, con las armas en la mano si fuera preciso, por la defensa de la patria amenazada. No se puede transigir frente a los que enarbolan el odio y la traición.
La Habana, 12 de julio de 2021. Año 63 de la Revolución.
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