La Sala Martínez Villena de la UNEAC acogió a inicios de la presente semana la presentación del volumen Vicente Hernández del crítico de arte y periodista Toni Piñera, segunda monografía que pone a disposición del lector cubano la Colección s/g, especializada en el arte contemporáneo que se produce en el país.
La presentación formó parte del programa de la XXVI Feria Internacional del Libro y ofreció a Cubarte la oportunidad de intercambiar con un artista que nos ha deleitado con sus muy peculiares paisajes del terruño natal: Batabanó.
¿Cómo te explicas esa recurrencia temática en tu obra?
“Creo que en realidad no he hecho otra cosa que ser un cronista del lugar donde vivo. Muchos salimos un día del pueblo en busca de la gran ciudad. La gran ciudad que nos recibió, que nos acoge. Pero, de alguna manera, traemos con nosotros leyendas, mitos, tradiciones de nuestro lugar de origen y las asentamos en la gran ciudad.
“El pequeño pueblo es el motivo de inspiración mío. Me doy cuenta de que no he hecho más que redescubrir algo que a todo el mundo le sucede y es la singularidad de cada pueblo.
“Siento como que el tiempo allí no pasa. Es algo que va de los genes de los padres, a los de los hijos y los nietos. Uno regresa y ve las mismas personas, las mismas caras. Ya no tienen los mismos nombres porque han sido reemplazados por otras generaciones. Como son tan endémicos, es interesante cómo todo se ha quedado congelado.
“Yo vengo de un pueblo donde los huracanes trastornan y trastocan la realidad. El pueblo se alborota y la gente corre tratando de salvar todo lo que pueda. Y una vez que pasa el ciclón la gente reconstruye, con lo mismo que tenía, los nuevos espacios vitales.
“Me parece que lo más importante es, no el momento en que ellos resistieron el ciclón; sino cómo reconstruyen. La capacidad de recuperación humana. Cómo las personas pueden superarse a partir de la propia desgracia. No solamente ubicarlo desde el punto de vista meteorológico y social; sino desde el punto de vista social también. Creo que la cosa va por ahí”.
Tú has confesado cierta deuda con lo real-maravilloso de Alejo Carpentier…
“Definitivamente”.
¿Te viene porque lo has leído mucho o simplemente por una afinidad en cuanto a modo de expresión?
“Es interesante esto. Yo leí bastante a Carpentier y a García Márquez, como creo que nos ha pasado a todos los intelectuales cubanos. Pero hay una cosa: yo simplemente he sido un cronista, como te decía hace un momento.
“Creo que, sencillamente, un día Carpentier se aventuró a contar una historia que vivió. Recreó algo de la historia con la realidad misma. No hacía más que contar una historia. Lo que parece absurdo en otros lugares, aquí es natural. Algo que sucede todos los días. Yo no he hecho más que contar una historia. Efectivamente, es el realismo mágico o lo real maravilloso trabado dentro de la pintura. No es otra cosa que eso”.
Ya llevas algunos años trabajando este tema y este estilo en tu pintura. ¿Piensas mantenerte o sientes que se va agotando?
“Mis obras recientes no han sido vistas por el público cubano desde hace mucho tiempo. La obra ha ido evolucionando hacia una vocación más expresionista, no tan surrealista.
“Y esa obra es una obra nueva, de una visión social más crítica. De una observancia de la realidad nuestra y de la realidad universal. Del individuo mismo. No ya tan desde el punto de vista poético y pasivamente contemplativa; sino más metida en la parte de la expresión misma.
“También he explorado en otras manifestaciones, no solamente la pintura. Estoy trabajando la escultura y el grabado. La escultura en bronce me ha superado desde el punto de vista sicológico porque yo de niño era escultor, no pintor, y he regresado a mi esencia. Creo que por ahí hay muchos hilos conductores que vienen de ese primer momento pero que van evolucionando”.
¿Tienes prevista alguna exposición en la que próximamente se puedan ver algunas de estas obras?
“Sí, pienso hacer alguna exposición en Cuba. Antes, estamos exponiéndolas en ferias internacionales de los Estados Unidos, donde participo sistemáticamente todos los años. Nueva York, Los Ángeles, Chicago, Miami…
“Hay que ver cómo proyectar esta obra para que pueda ser comprendida y no malinterpretada porque hay elementos que quizás son un poco fuertes a la hora de confrontarlos. Estoy pensando cómo hacerlo, pero definitivamente lo haré”.
¿Está incluida en el texto esta etapa más reciente de tu trabajo?
“Está el nacimiento de esta etapa. Aparecen dos obras en él”.
¿Cómo has recibido este libro que ha escrito Toni Piñera sobre tu obra?
“Estoy muy contento. De hecho, casi que lo hemos hecho juntos. Toni montó una gran entrevista y a partir de ahí realizó todo un recuento de mi vida y de mi obra.
“Este es un libro de todos. Toni ha sido el líder, pero han estado muchas personas como Sergio López, el director de la Colección; mi esposa, Jacqueline Carvajal, que es historiadora del arte; Gabriela Hernández, como especialista…
“Hubo un grupo de trabajo que compiló muchos elementos y textos que antes hizo alguien. Todo esto me ha hecho muy feliz porque he visto a muchos amigos cooperar con este libro. Eso es lo más importante”.
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