En Baracoa, cada 15 de agosto, hay que celebrar mucho más que el hecho en sí de la fundación de la primera Villa de Cuba, la Primada. Este territorio taino, de gente noble y trabajadora desde su génesis, es paradigma en la historia de Cuba, de América y del mundo.
Allí, se encuentra hoy la huella material y espiritual más antigua del encuentro de dos mundos, o más bien el encontronazo de la desigualdad, entre un mundo desarrollado, poderoso y abusivo, versus unos pacíficos y laboriosos aborígenes.La historia está repleta de marcas que no deben ser borradas jamás.
También existe un símbolo en el territorio, que es hoy uno de sus Monumentos Nacionales; la Santa Cruz de la Parra, ubicada por Cristóbal Colón a la entrada del puerto de Baracoa el primero de diciembre de 1492.
Ella es representación del espíritu religioso que sostuvo la expedición desde su propia concepción inicial y amparo para los Reyes Católicos del “reparto” geopolítico del mundo de entonces.
Sobre el hecho se escribe en el diario de navegación del Almirante: “Asentó una cruz grande a la entrada de aquel puerto, que creo llamó Puerto Santo, sobre unas peñas vivas”.
La Cruz aún se conserva medio milenio después, por las cuidadosas manos de los baracoenses y por el sistema de patrimonio cubano. Ella es el único testimonio existente de la llegada de los colonizadores al llamado Nuevo Mundo. Suceso que transformaría dramáticamente a la humanidad para siempre.
Pero retrocedamos unos pocos días antes: según se narra, debían ser sobre las dos de la madrugadade ese día 12 de octubre (día 11 para algunos testigos) cuando se oyó un grito de ¡tierra! que, a la postre, llenó de regocijo y calma a unos hombres arriesgados y de no muy buena reputación, enrolados en una aventura de mar en busca de riquezas.
Hoy, como se conoce bien, aquel viaje tenía un objetivo esencialmente mercantil: especias y oro, llegar a Asia más rápido que todos, arrebatarle la ruta más veloz al resto de los países competidores.
No era asunto de doblar el Cabo de los Hornos como clamaban los portugueses, ni de largas expediciones por tierra, ya que el comercio con Oriente había sido cerrado por los turcos. Las tropas musulmanas se asentaban en el norte del continente africano.
Las rutas conocidas eran muy costosas, ya fuese por aranceles de intercambio comercial, por las largas distancias o por los peligros del viaje.
Si la Tierra, como decían algunos, era redonda, navegando hacia el oeste podría, quizás, llegarse más rápido a la India y a China y adueñarse de esos mercados. El riesgo era grande, pero se corrió, aunque en ese propósito América se había interpuesto.
Un grito alertó la cercanía de tierra firme
Aquel grito había sido dado por un marino, reconocido en el mundo como Rodrigo de Triana (para algunos Juan Rodríguez Bermejo), y que ha pasado a la historia por ser el primero en divisar tierra desde su puesto de vigía en La Pinta, una de las tres embarcaciones de la expedición marítima “hacia las Indias”. Sin embargo, Cristóbal Colón se adjudicó el mérito y reclamó los 10 mil maravedíes ofrecidos por los Reyes Católicos a aquel que primero avistara tierra. Según su versión era que, horas antes de aquel grito, él había visto y alertado sobre unas candelillas que suponía debían estar sobre suelo firme.
De todo el descubrimiento europeo y sus consecuencias quedan aún muchos aspectos por esclarecer, algunos hechos podrán ser seguramente mejor precisados por los estudiosos y los investigadores, aunque quizás muchos detalles nunca se lleguen a conocer con el rigor deseado.
Tampoco será imprescindible, el desarrollo y las consecuencias de la epopeya se conocen. La historia está lo suficientemente clara y en ella, el territorio baracoense tiene un rol decisivo en la historia patria. Es por eso que desconocer la historia, algo que le pretenden imponer a los pueblos sus enemigos o tratan de promover los ingenuos de mente, es un acto de suicidio, es acabar con la cultura y la identidad autóctonas.
Lo que si no hay dudas es que, en realidad, lo que se había oteado en el horizonte era una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), cuyo nombre indígena era Guanahani, y a la que Colón rebautizara con el nombre de San Salvador, puesto que en verdad lo había salvado del miedo y la inconformidad de la tripulación.
Colón nombró Juana a la isla de Cuba
Días después, navegando al sur, en busca supuestamente de Cipango (Japón), Colón llegaría a la isla de Cuba el 27 de octubre de 1492, a la que el Almirante de la Mar Océana nombrara Juana, en honor al príncipe Juan, primogénito de los reyes Fernando e Isabel. El nombre aborigen de esta tierra también resistiría el nombre de Fernandina impuesto por el Rey. Entonces, ni Juana ni Fernandina, fue y será Cuba, por siempre.
Después recorrería algunas leguas por la costa norte, primero al oeste y después hacia el este “tirando anclas”, justo un mes después, en la Bahía de Baracoa, a la que nombró Puerto Santo.
Allí, conocería más de cerca a una clase de seres en aquel momento extraños para los europeos. El fenotipo y la cultura taina no se parecía en nada a lo conocido por ellos hasta entonces.
Aquellos amables “indios”, que los creyeron dioses, tenían un régimen social donde “los alimentos, los instrumentos y demás bienes conseguidos con el trabajo eran repartidos por igual entre sus miembros” y donde el cacique, sin maltratar, ni abusar de alguien cumplía con su tarea de organizar el trabajo del grupo de hombres y mujeres a su cargo. Él no poseía tierras de su propiedad, ni se adueñaba de lo que producían los demás, algo típico de las sociedades comunitarias en diferentes partes del mundo.
El trabajo era un deber de todos y su fruto, fuese caza, pesca, recolección o cosecha era un bien común que se repartía equitativamente, las mujeres jugaban un rol importante en la comunidad y la educación era desde la niñez.
¿No es ejemplarizante, aún en los tiempos actuales?
Además, los conquistadores quedaron impactados por la naturaleza: “empinados árboles de verde follaje, cientos de aves de multitud de colores”.
Eso encontraron los colonizadores y eso destruyeron, lo exterminaron todo. De una población en la Isla calculada según diferentes autores entre unos 100 y 300 mil aborígenes solo quedaban unos 5 mil para 1555.
¿Qué sucedió después?
A la explotación y desaparición de los indios, en ocasiones asesinados en masa, o desfallecidos por agotamiento físico, se le suman los que se suicidaron, por preferir la muerte a aquella agonía; les sucedió en el siglo XVI la importada esclavitud negra, primero de manera limitada, después de modo importante ya para finales de la centuria.
Pasaron varios lustros sin que se llevara a cabo la conquista y colonización de Cuba. Solo después de comprobado su carácter de isla mediante el bojeo de 1509 y el convencimiento de las autoridades españolas sobre las favorables condiciones geográficas de la Isla, así como de las posibilidades de utilizar la población aborigen en su provecho, es que se recibe la orden de su colonización.
Diego Velázquez, hombre en extremo ambicioso y cruel, fue el designado para llevarla a cabo. En el verano de 1510 partió hacia Cuba, desembarcando en la bahía de Guantánamo o un punto entre esta y Maisí.
En su trayectoria hacia el interior de esta región oriental fueron saqueando todas las pertenencias de la población indígena y se les sometía a trabajos forzados, maltratos crueles y humillaciones; se separaban a los hombres de las mujeres y de los hijos, se violaban a las mujeres y se les mataba sin vacilación.
En este periodo inicial, diversos hechos marcan la historia latinoamericana y se convierten en paradigmas y orgullo para cubanos y caribeños. Entre estos, como ejemplo de un incipiente internacionalismo, llega la legendaria figura del indio Hatuey y un pequeño grupo de seguidores que se ven obligados a emigrar desde La Española (Haití-Santo Domingo) por la persecución sobre ellos debido a sus actos de rebeldía contra los españoles. Este Cacique quisqueyano de la región de Guahabá, llega en canoa a Maisí y se asienta en un territorio más al oeste, cerca de la desembocadura del río Toa.
Dada su experiencia por los abusos de los españoles trata de incentivar a la población baracoense en la lucha para expulsarlos de Cuba. La superioridad española logra diezmar a los rebeldes y él es apresado y condenado a morir quemado.
A lo dicho se une otro acto ejemplar de las primeras luchas por la libertad de Cuba, el de Guamá, indio que se estima de origen taino, quien en 1522 se sublevó contra los colonizadores españoles y mantuvo por casi diez años esta guerra.
En este proceso cayeron los primeros mártires y héroes del territorio cubano, cuyos nombres quedan en el anonimato, pero fue sin duda Baracoa la que primero aportó sangre cubana en la lucha contra el colonialismo y ello también se celebra cuando de fundación de la Villa se habla.
Los objetivos iniciales del desembarco castellano en Cuba no parecerían ser los de penetración y ocupación del territorio. Las órdenes que tenían eran las de crear un enclave que permitiera satisfacer las necesidades de fuerza de trabajo en La Española, constatar la existencia de oro, y la forma de organizar asentamientos en la Isla.
La colonización conllevó asignaciones o encomiendas de indios en régimen de servidumbre
Con la autorización de la fundación de Villas y la institución del municipio se daban las condiciones para lograr la concentración y permanencia en el territorio de españoles y las asignaciones o encomiendas de indios en régimen de servidumbre con sus diversas labores, entre ellas la minería y la agricultura.
Ello creaba a su vez una vecindad que conllevaba a la presencia de un núcleo estable de pobladores que con el tiempo dio origen a una figura social, importantísima en el desarrollo de la nacionalidad cubana, el criollo. Y le correspondió históricamente a Baracoa ser también la primigenia en la formación de esta estructura social.
De acuerdo a las ideas del rey Fernando se extendió de Europa a América la creación de obispados el cual fue concedido para Cuba en 1516, resultando la sede original, nada más y nada menos, que la propia Baracoa, por lo que este pequeño caserío alcanzó la condición de ciudad, y ello es otro suceso que consta en el carácter primado de la bella Baracoa.
El privilegio de la historia de Baracoa es tan grande como el fabuloso río Toa
El territorio de la Baracoa cultural integra materia y espíritu: desde un ángulo forma parte de la naturaleza más prístina de Cuba, representado por el macizo montañoso de Sagua-Nipe-Baracoa, en el cual se conforma un Parque Nacional, que es además Patrimonio de la Humanidad y caracteriza al más grande remanente de los ecosistemas montañosos conservados de Cuba, es, además, uno de los principales centros evolutivos del Caribe, constituye un puente biogeográfico y sitio de refugio de la biota caribeña y americana.
Posee los mayores niveles de biodiversidad y endemismo de las islas occidentales y es uno de los mejores y más completos representantes de los bosques tropicales.También se aprecia la exuberante vegetación y la exclusiva fauna, no muy diferente a la admiranda por el Gran Almirante.
En el otro ángulo, allí, en esas mismas tierras casi vírgenes, se guardan como el calor en la tierra, los gritos de los indios ahogados en su sangre por los colonizadores, así como aún se perciben el espíritu de rebeldía y de libertad.
Es útil volver sobre la historia, con la llegada de los colonizadores comenzó un nuevo drama y un nuevo desarrollo donde Baracoa con toda justicia es la primada, por su fundación como villa el 15 de agosto de 1511.
Mucho más pudiera hablarse de Baracoa, pues el privilegio de su historia es tan grande como el fabuloso río Toa, el más caudaloso de Cuba, al cual por sus espesas y hermosas riberas se le ha nombrado el Amazonas de Cuba.
La antigua Villa de la Asunción de Baracoa es Monumento Nacional, como lo es el Parque Nacional que comparte con otros territorios. También Baracoa es famosa por su Tibaricón y por el símbolo de la encumbrada Villa, el mencionado Yunque, el cuál es a su vezMonumento Nacional. De este último sitio se recoge en el Diario de Navegación del primer viaje de Cristóbal Colón: “y al cabo de ella de la parte Sueste un cabo en el cual hay una montaña alta y cuadrada que parecía isla”.
Ostenta esta categoría patrimonial la playa de Duaba, en la cual se produjo el desembarco de los generales dela Guerra de Independencia, Antonio Maceo y Flor Crombet, junto a otros expedicionarios el 1 de abril de 1895,
Y como tanto tesoro posee, puede presumir, pero debe ser bien cuidada y se nota… Baracoa sigue protegida desde el imaginario por un sistema de fortificaciones militares coloniales compuestas por el fuerte Matachín (hoy convertido en museo), la Punta y el Castillo de Seboruco, con una valiosa arquitectura. Además, está su gente amable, inteligente y orgullosa que sabe lo que tiene y la defiende “a capa y espada”, a arco y flecha, a coraje y valentía, con tan alto sentido de pertenencia e identidad como las altasmontañas que la rodean.
Baracoa, declarada Monumento Nacional el 10 de octubre de 1972, para beneplácito de sus habitantes y de todas las cubanas y cubanos mantiene el encanto de la Villa primada, con su mezcla de arquitectura moderna matizada por lo colonial y con el conmovedor y romántico aire de siempre.
La celebración de su fundación y de su declaratoria como Monumento Nacional, contienen de forma integral el grandioso legado de su historia.
Baracoa es un paisaje cultural creado desde el periodo precolombino hasta nuestros días que conmueve la razón y las almas.
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