En 1948, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial los profesionales del teatro y la danza de varias naciones dejaron fundado un importante organismo internacional: el Instituto Internacional del Teatro (ITI) con el patrocinio de la UNESCO, la entidad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.

Posteriormente, en 1957, y como un paso más en este propósito de tejer amplias y sólidas relaciones internacionales entre los artistas de las artes escénicas y sus instituciones en pro del entendimiento y la colaboración en un mundo de paz , se celebró la primera temporada del Festival de Teatro de las Naciones en la ciudad de París, uno de los más relevantes eventos de las artes escénicas en el mundo que tenía por divisa mostrar producciones de calidad, pluralidad y diversidad y donde fueron dados a conocer a nivel internacional agrupaciones emblemáticas como la Ópera de Pekín, el Teatro Kabuki, el Berliner Ensemble y el Teatro de Arte de Moscú, entre otras.
Cuba tuvo su primera participación en dicho encuentro en 1960 con el recién nacido Conjunto de Danza Nacional, fundado por el Maestro Ramiro Guerra, con el apoyo decisivo del Teatro Nacional, institución a la cual desde el triunfo revolucionario de 1959 se le encargó la dirección, desarrollo y administración de la actividad escénica en Cuba, tarea que llevó a cabo hasta la fundación del Consejo Nacional de Cultura.  La segunda intervención cubana ocurrió en 1967 con la puesta de La noche de los asesinos, del dramaturgo José Triana, bajo la dirección de Vicente Revuelta por el grupo Teatro Estudio, que recibió una cerrada ovación de quince minutos de duración.

El Festival se realizó en París durante quince años. En 1975 el Instituto Internacional de Teatro decidió celebrarlo cada vez en una ciudad diferente de los diversos países del mundo. 

Antes, desde 1961, se determinó fijar un día para la celebración mundial del Teatro (que en ese entonces comprendía todas las manifestaciones que atendía el ITI, incluyendo la danza y el circo) y, desde entonces, el 27 de marzo festejamos en todo el orbe el Día Internacional del Teatro en medio del júbilo de teatristas y públicos.

Representaciones teatrales, estrenos, además de otras actividades de superación y promoción como conferencias, talleres, clases magistrales se llevan a cabo durante la jornada y la más importante, puesto que contribuye a unir a los teatristas en una sola voz, es la lectura del Mensaje Mundial que siempre se encarga a una figura prominente del arte teatral  y se traduce a más de cincuenta lenguas.

El primer artista en inaugurar esta hermosa práctica, hoy ya una tradición, fue el escritor y dramaturgo francés Jean Cocteau en 1962. Entre otras reconocidas figuras que han llevado a cabo esta tarea se encuentran: Hellen Mirren, 2021, Reino Unido; Isabelle Hupert, 2017, Francia; Brett Bailey, 2014, Sudáfrica; Dario Fo, 2013, Italia; John Malkovich, 2012, USA; Judi Dench, 2010, Reino Unido;  Augusto Boal, 2009, Brasil; Ariane Mnouchkine,2005, Francia; Anatoli Vasiliev, 2001, Rusia; Humberto Orsini, 1995, Venezuela; Peter Brook,1988, Reino Unido; Eugene Ionesco, 1976, Rumania; Luchino Visconti, 1973, Italia; Maurice Bejart, 1972,Francia;  Pablo Neruda, 1971, Chile; Helene Weigel, 1967, Alemania; Arthur Miller, 1963, USA. 

En 2019 se incorporó a la valiosa lista el dramaturgo y director cubano Carlos Celdrán, Presidente de nuestro Centro Cubano del ITI en esa fecha.

Este año el mensaje mundial proviene del dramaturgo y escritor noruego Jon Olav Fosse, Premio Nobel de Literatura 2023, y es un hermoso alegato por la paz.

A continuación algunas de sus ideas:

“El arte, el buen arte, consigue a su manera y de forma fabulosa reunir lo absolutamente único con lo universal. Nos permite entender la diferencia entre lo extraño y lo universal”

(…)

“El arte no se expresa provocando que todo sea igual, por el contrario, nos muestra nuestras diferencias, aquello que es ajeno o extraño… (…) Todo arte contiene precisamente eso: algo extraño, algo que no podemos comprender completamente y que, sin embargo, entendemos de cierto modo.”

(…)

“No se me ocurre una mejor manera de unir los opuestos. Es exactamente el enfoque inverso al de los conflictos violentos que vemos a menudo en el mundo, que alimentan la tentación destructiva de aniquilar todo lo extraño, todo lo único y diferente…”

(…)

“La guerra es la batalla contra lo que yace en lo más profundo de cada uno de nosotros: lo único. Y es una batalla contra todo arte, contra la esencia más íntima de todo arte”.

Y culmina:

“Es tan simple como que la guerra y el arte son opuestos, que la guerra y la paz son opuestos. El arte es la paz.”

Con un intenso clamor por la paz recibiremos y celebraremos este 27 el día de una de las artes más antiguas, cuya naturaleza de vivencia efímera y única, irrepetible, se asemeja cabalmente a la vida.

Por una vida en paz y plena de arte.