En su medular libro Ochenta años de son el musicólogo cubano Jesús Blanco, al referirse a la impronta del conjunto de Félix Chapottín, afirma: “… su sonoridad era continuadora de aquella que había definido Arsenio Rodríguez, sin embargo había algo en ellos que lo diferenciaba del resto de los conjuntos de su época, y era el sonido de la trompeta de Chapottín (…) los bailadores de entonces interrumpían sus pasos y filigranas para escuchar sus solos y sobre todo el complemento que a ellos hacía el resto de la cuerda…”
Recuerdo esta aseveración y otras contenidas en ese texto mientras disfruto la escucha del CD Vivir Vivir, del Conjunto Chapottín, que recién ha sido presentado a la opinión pública y a los bailadores en días recientes; y que corre bajo el sello Egrem en una de sus colecciones.
Este 2017 está por terminar y parecía que el centenario de Miguelito Cuní pasaría sin penas ni glorias dentro del ambiente musical cubano; y es que quien fuera la voz principal del Conjunto Chapottín por casi medio siglo es considerado como uno de los soneros y boleristas más completos de los que hayamos tenido noticia. Sin embargo, en lo personal pienso que la salida al mercado de este CD/DVD es al menos un discreto acto de desagravio a “la voz del son con sentimiento sonero”.
Lo primero que llama la atención tras la escucha de este fonograma es el respeto al sonido de agrupación, a los matices musicales y a esa bravura —algunos de mala fe le llaman guapería—propia del quehacer del verdadero conjunto de son; algo de lo que posteriormente sería heredero el sonido cubano de los noventa. Sigue sonando macho; bien macho; a pesar del tiempo transcurrido. Solo ese proceder obliga a que reverencie el trabajo de todos los integrantes de la agrupación y del de su productor musical Eddy Cardoza.
Uno de los grandes quebraderos de cabeza, pienso, debió haber sido la selección del repertorio, pues entre los temas compuestos por el mismo Chapottín, Lilí Martínez y Benigno Echemendía y otros compositores existe una cantidad de material suficiente para más de media docena de fonogramas. Mas la selección final es ajustada a los momentos más importantes del conjunto.
Como producto final Vivir Vivir es una antología de sones digna de coleccionistas y de aquellos interesados en la evolución del son como género cantable.
Una de las realidades de estos tiempos para la música es su matrimonio con el audiovisual como complemento o parte importante, entonces para estar acorde con los tiempos los productores acompañan el CD con un DVD contentivo de un documental referido a la historia del Conjunto Chapottín y sus integrantes más importantes; y que se convierte en el talón de Aquiles de esta entrega.
Justo y válido es contar la historia para que la ausencia de memoria no se siga esparciendo por la música cubana, ni que demiurgos improvisados la tergiversen; pero el documental tiene sus reglas, sus secretos y sus mañas. No bastan las buenas intenciones o el sentirse capaz de abordar una tarea, la posibilidad del fracaso ante la improvisación puede dañar a quienes se pretende homenajear o dignificar.
Eddy Cardoza ha dado más que sobradas muestras como productor musical, tanto que su trabajo junto a José Manuel García ha sido elogiado y admirado por este redactor hasta la saciedad; pero el audiovisual no es lo suyo.
Reunir testimonios, anécdotas, fotos y otros detalles no implica que ello tenga valor artístico. Un documental debe tener un ritmo, una dramaturgia y sobre todo contar una historia. De esas cosas adolece el material que acompaña al CD Vivir Vivir.
No quisiera terminar sin elogiar y agradecer el trabajo de diseño y fotografía de este fonograma. Simplemente captaron la esencia de y el alma de los años dorados del Conjunto Chapottín. Es de lo mejor que en ese campo se ha producido cuando se trata de agrupaciones emblemáticas de la música cubana.
Vivir Vivir es un disco más para contar la historia de la música cubana, es el disco que durante años esperaron los integrantes de tan nombrada formación musical que ha sabido superar el paso del tiempo y no ha hecho concesiones a modas y otras “aventuras musicales” del momento; también es acto de desagravio a Miguelito Cuní.
Jesús Blanco debe estar muy contento dondequiera que esté. Alguien más ha bebido de su texto, alguien tal vez intente contar la historia de otros ochenta años de son y vivirla a plenitud.
Publicado: 21 de diciembre de 2017.
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