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Zenea murió como un mambí


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Se le conoce como uno de los escritores más importantes de la segunda etapa de la poesía y novelística romántica en Cuba y, en especial, por su poema Fidelia, dedicado a su esposa fallecida. Sin embargo, desde otro punto de vista, el escritor y poeta Juan Clemente Zenea, es proclive a un tipo de polémicas que desde hace décadas se encausan dentro del contexto histórico-político. ¿Fue Zenea un traidor a la causa revolucionaria?
“Acerca de un traidor jamás hablaría y mucho menos con esta pasión tan profunda. Han transcurrido más de cuarenta años tratando de reivindicar a este hombre que lo entregó todo a Cuba. Estoy hablando de un hombre hijo de un teniente militar español y de una madre, hermana del poeta bayamés Fornaris; de un estudiante quien cursó en el colegio dirigido por José de la Luz y Caballero, uno de nuestros más grandes pensadores, y quien gracias a la influencia de aquel, comenzó a escribir desde los veinte años de edad a favor de la independencia de la Isla y contra la oprobiosa esclavitud; un hombre que se enroló en dos expediciones libertarias las que desafortunadamente fracasaron durante la Guerra del 68; un hombre con una vida dedicada por completo a la independencia. Hablamos de alguien que escribió dos cartas al Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes, con el objetivo de darle a conocer sobre su interés de internarse a través de una embarcación de poco colado en los cayos de la Isla. Escribía asimismo en el periódico La Revolución, dirigido por Enrique Piñeyro, a quien luego sustituye Rafael María Marchan. Este era un hombre con una ideología y un amor hacia su país, hacia Cuba muy fuerte, y a quien considero no se le pueden endilgar otras razones distintas u oprobiosas referidas a su valentía e integridad como revolucionario”.
Así inició el tema de su disertación Juan Clemente Zenea: La polémica, el connotado escritor, periodista, investigador e historiador Raúl Rodríguez La O, para el espacio Memorias de la Guerra, al que mes tras mes convoca el Centro Cultural Dulce María Loynaz.
“Quien lea sus poemas como es, entre otros, Diario de un Mártir, se percatará de que todo lo que escribió fue a favor de la liberación del suelo que le vio nacer, y nunca jamás a convertirse en un traidor como tantas veces se le ha juzgado por parte de algunos historiadores”.
Seguidamente presentó el título Rescate de Zenea (1), de la autoría del inolvidable intelectual Cintio Vitier “pues si no divulgamos libros como éstos o no los damos a conocer, ¿cómo pretendemos que se diluciden casos como el que hoy nos ocupa? Y este no es un caso cualquiera. Este pertenece a la historia, a la política, a la Cultura cubana. Voy a seguir insistiendo para que sea publicado nuevamente”.
Al referirse a la época en que vive el citado personaje Rodríguez La O enfatizó en el hecho sobre “la inexistencia de una dirección general de inteligencia y de contrainteligencia –como la que existe en la actualidad en nuestro país--, que orientara y apoyara a determinados agentes mambises. Zenea no tuvo esa orientación. El ejemplo lo tenemos a inicios de la Guerra de los Diez Años con la división de los emigrados cubanos en Estados Unidos (…) Mientras que todos los órganos de espionaje españoles al igual que los norteamericanos (agencia Pinkerton), entre otros, siempre se encontraban activados. La falta de unidad fue también la consecuencia del Pacto del Zanjón y del trabajo enemigo. Sin unidad no podían triunfar las fuerzas revolucionarias.
“Bien lo afirmó nuestro José Martí cuando estudió e investigó a profundidad todos los hechos acaecidos durante la Guerra de los Diez Años, “la aplastaron por ello, por división, por penetración y división entre blancos y negros, entre ricos y pobres (…) Además de estudiar y profundizar en el trabajo de esos órganos de espionaje a los cuales brindó especial atención ulteriormente durante los períodos entre guerras y la contienda independentista armada del 95. Nuestro Héroe Nacional pudo organizar esa guerra, porque tuvo muy en cuenta que “esos medios” tenían que existir y estar listos y preparados. Martí siempre estuvo consciente sobre la necesidad de la actividad de espionaje y la compartió con el Generalísimo Máximo Gómez, entre otros generales importantes. Martí fue el maestro, el creador de las claves, de los sistemas de cifrados, del envío de agentes especiales dentro y fuera de la Isla antes del inicio de la contienda, y sin existir aún conocimiento al respecto por parte de las tropas y la oficialidad mambisas”.
Para el disertante “a personas como Zenea, un intelectual que sufría las mezquindades, los oportunismos y reclamaba las virtudes, en ocasiones se les confunde, se les ataca. Sin embargo, hay que analizar que a partir de 1870 irrumpe una etapa de inhumanos y cruentos episodios perpetrados por las tropas de voluntarios españoles como fue –y por tan sólo citar uno de ellos--, el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina. Recordemos que, incluso, en los años cincuenta colaboraba con el periodista Eduardo Facciolo, director del periódico subversivo (y emisor informativo de denuncia contra la colonia), La Voz del Pueblo, donde Zenea colaboraba. Igualmente le escribe a Céspedes reclamándole colaborar por la revolución”.
A continuación Rodríguez La O fue valorando --mediante ejemplos bibliográficos valederos--, las aristas de algunos hechos a través de los cuales se han encausado opiniones adversas hacia la figura revolucionaria de Zenea por parte de algunos autores. No sin dejar de mencionar a otros prestigiosos intelectuales quienes, durante toda su vida, han desmentido tales argumentos calificándolos de apócrifos como: Pablo Armando Fernández, César López, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Roberto Fernández Retamar, Nicolás Guillén...
“Luego de ser apresado en enero de 1871 y negar que desconocía el paradero o situación de las tropas insurrectas y, en específico, la ubicación del campamento de Céspedes –procedente de Nassau traía consigo correspondencia y dinero de las tropas insurrectas, propuestas para nombrar agentes en otros países, en especial en México--, es encerrado en un calabozo de la fortaleza de La Cabaña hasta el 25 de agosto de ese año en que es fusilado. Sufrió un intenso interrogatorio durante ocho meses sin jamás entregar o delatar secreto alguno”.
En otra parte de su intervención el Periodista e Historiador cubano rememoró que: “Decir mentiras al enemigo, que sepamos, nunca ha sido considerado traición, y menos en situación tan desventajosa como la de Zenea quien nunca fue emisario oficial…como bien planteó Cintio en su obra Rescate de Zenea, donde incluye toda la correspondencia relacionada con este problema, incluida la del Padre de la Patria (…)Han transcurrido treinta años de la publicación de una obra en la que Vitier supo desarmar –y no sólo como escritor, sino también como jurista--, a todos aquellos quienes, con anterioridad, escribieron contra Zenea. Existen muchos documentos probatorios referidos a su inocencia, a su gran capacidad en una misión de espionaje de suma trascendencia para la patria que le llega a costar la vida. También hay que recordar que nuestro José Martí conoció y defendió su inocencia. Además, apelemos a esta interrogante para observar tal disyuntiva histórica: ¿Por qué si supuestamente era un traidor, hubo que fusilarlo?
Finalmente, el prestigioso Historiador significó que “Juan Clemente Zenea nunca fue un traidor, sino un agente mambí por cuenta propia. Es por todo ello que continuaré ratificando mi convencimiento de que Zenea murió como un mambí”.

(1) Rescate de Zenea, Cintio Vitier. Ediciones Unión 1987.


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