Para celebrar sus 36 años el Ballet Español de Cuba (BEC) ha reeditado una de sus obras más emblemáticas: La casa Alba, versión danzaria del maestro Eduardo Veitía (director artístico y general de la compañía), quien en 1997 se aproximó a la última creación literaria de Federico García Lorca, imprimiéndole una mirada cubana, desde el respeto a la época y a la originalidad.
Dialogando con el prestigioso maestro y coreógrafo conocimos que La casa de Bernarda Alba, la obra más versionada por compañías de danza, de teatro y de ballet en el mundo, llega al BEC luego de una propuesta de la Embajada de España en Cuba, en el año del centenario de Lorca.
"...esta obra es muy dramática, no tiene nada que ver con los tiempos actuales, por lo que tenemos que trabajar mucho con la actuación y la interpretación y en eso radican, a mi juicio, las principales complejidades de La casa Alba.
Para lograr el resultado que hemos obtenido hasta el momento, se ha hecho necesario trabajar muy duro en temas relacionados con la música, el canto, la actuación y la interpretación, extremando las exigencias hacia los bailarines de la compañía", comentó el discípulo de Alicia Alonso.
Entre los elementos que distinguen esta versión de las muchas llevadas a la escena en el mundo, destaca la selección de los personajes como Pepe el Romano que en esta oportunidad asume un rol protagónico y cobra vida en la escena.
Para este interesante personaje fueron escogidos dos talentosos primeros bailarines: Eduardo Arango y Daniel Martínez, quien llega a esta obra con experiencias de cerca de dos décadas que le permiten un dominio total del escenario y del personaje sobre el que comentó a esta publicación:
"...la versión nuestra le da más relevancia al personaje, su principal dificultad está en la interpretación y la capacidad de mostrar todas las aristas de él en un conflicto conocido por muchos.
Así mismo, como complejidad técnica destaca la Farruca, coreografía del español Francis Núñez que requiere de mucha fuerza interpretativa y un alto grado de dificultad técnica ya que incluye la totalidad de pasos del Palo de Farruca, uno de los más difíciles en el flamenco...".
El diálogo entre lo contemporáneo y lo flamenco es otro de los rasgos que diferencian a la aplaudida creación que ha sido estrenada por muchas generaciones de la agrupación cubana, convirtiéndose además en la pieza escogida para el ejercicio de culminación de estudios de quienes se forman en el esquema docente de la compañía.
Lo más reciente acontecido con La casa Alba fue su puesta en el escenario del cienfueguero teatro Tomás Terry, hasta donde llegó luego de seis años con otra novedad: el joven primer bailarín Alián Pineda Montero se desdobla en la fría, autoritaria y dominante Bernarda, sin ademanes forzados que rompen con las barreras de género.
Disfrutarlo en la escena es un gusto, a partir de la limpieza de sus movimientos, la seguridad interpretativa y lo imponente que resulta su elevada estatura para el personaje, el público vive a una Bernarda que provoca sentimientos disímiles.
"... el que sea un hombre quien interprete a Bernarda no responde a un interés de travestismo, aclara el maestro Veitía, y es algo que logramos desde el primer momento en que decidimos que fuera ese muchacho teniendo en cuenta la flexibilidad y otras condiciones que tiene como bailarín.
Cuando me senté ante el resultado del trabajo no vi a un hombre o a una mujer, sólo a Bernarda y eso era lo que queríamos, aún me sigue dando el personaje con todo su peso, su carácter y sus matices...".
Para el joven y talentoso bailarín varios han sido los desafíos que le impone Bernarda: "... tener que interpretar a una mujer que además tiene 60 años, con un carácter muy fuerte y difícil, es un gran reto para un bailarín tan nuevo como yo.
A eso se le suman las complejidades coreográficas, para lo que he tenido que prepararme desde la lectura de la obra y la búsqueda de videos como referencias, para tener elementos guías.
El solo que tiene a principios de la obra ha sido la parte de mayor complejidad, por todo lo que demanda de mí como intérprete, pues también tengo que expresarme desde la danza y a través de gestos faciales que le den al público las sensaciones que el escritor y nuestro coreógrafo esperan...".
Como todas las obras de Lorca en La casa de Bernarda Alba el drama se hace presente desde los inicios y en esta creación coreográfica no es diferente, eso exige mucho de la interpretación de los bailarines, quienes a través de expresiones faciales y movimientos corporales logran transmitir las sensaciones que el autor deja plasmadas en su obra literaria.
Como resultado de la preparación constante, los jóvenes pupilos del maestro Veitía emocionaron al público cienfueguero con las actuaciones en las que más que danza hubo cantos y diálogos que, aún sin la intervención de la palabra, dejaron mensajes en el auditorio que disfrutó de una propuesta compleja y muy bien lograda.
Otros personajes protagónicos de esta obra danzaria concebida en dos actos son La Poncia (sirvienta de la casa) y Adela (la más joven de las hijas de Bernarda y centro del conflicto), ambas interpretadas por dos de las primeras figuras de la compañía: Leslie Ung y Analía Feal.
Para las artistas son dos personajes muy diferentes, desde la edad, el vínculo con Bernarda y lo que refleja cada una.
"... la primera es una sirvienta muy maltratada por la vida y por Bernarda; mientras que Adela es una muchacha joven, apasionada, impetuosa y con ansias de libertad, que enfrenta a su madre y rompe las reglas de la casa...", refiere Analía.
Para estas artistas la interpretación resulta un reto en cada salida a escena, para lo que recurren a la literatura, la búsqueda de referencias de puestas anteriores y las recomendaciones del director de la compañía, elementos que en conjunto les han ayudado a un buen desempeño.
Por otra parte la experimentada Leslie Ung les imprime a ambos personajes sus vivencias de cerca de dos décadas en la compañía.
"... no es primera vez que interpreto esos personajes, con esta oportunidad el maestro Veitía me permite exponer mayor madurez artística, aunque siempre es un desafío teniendo en cuenta la versatilidad de ambas.
Bailar La Poncia es meterme en la piel de una señora de seis décadas, estropeada por los años y por su ama, desde los códigos del flamenco, pero con posturas y movimientos que reflejen la edad y sus características físicas.
Por otro lado Adela representa todo lo contrario y su interpretación, aunque más cercana por la edad, también requiere esfuerzos que den la posibilidad de transmitir rebeldía, desenfado, frescura y juventud..."
Haciendo referencia a la posibilidad interpretativa que ofrece la obra de Lorca, esta bailarina, quien ha estado muy cerca del BEC desde la infancia, hizo la siguiente reflexión:
"... aunque interpretar las obras de ese gigante de las letras universales es siempre muy exigente, a mí me encanta porque encierra mucho drama, lo que permite al artista desdoblarse en muchos personajes y con muchísimos matices que siempre ayudan a crecer...".
También desde sus experiencias en esta compañía Ung valoró el grado de complejidad de La casa Alba, dentro del repertorio de esta formación danzaria:
"... tiene un alto nivel de complejidad por la dramaturgia que encierra, llevando los códigos del flamenco desde la historia que cuenta y cumpliendo con las exigencias del teatro.
Cada personaje tiene que transmitir sus particularidades desde los cánones que rigen la escena y para eso se necesitan actores preparados no solo desde la danza, que es nuestra principal aliada, sino con herramientas de la actuación, del canto y de la música...".
Ballet Español de Cuba, una escuela para la vida
Imposible escribir sobre La casa Alba y no hacer un aparte para comentar sobre las características del Ballet Español de Cuba, compañía que tiene una sólida estructura docente que permite la preparación de sus bailarines desde pequeños.
Con inicio en los Talleres Vocacionales para niños con interés en formar parte de su Unidad Docente, el BEC moldea a sus futuros miembros con un trabajo de orfebre, sobre ese particular su líder comentó:
"... es un gran privilegio ver al bailarín desde la "semilla", acompañarlos y luego disfrutarlos en el escenario como profesionales, esa es una gran suerte.
Ejemplo de ello son muchos de los que hoy desarrollan protagónicos en La casa Alba.
Entre las particularidades de nuestro sistema de trabajo sobresale la celeridad en la formación del bailarín, lo que requiere mayor entrega y sacrificio.
Esta carrera por lo general se logra en diez años, y aquí lo hacemos en cuatro, lo que ha sido un gran éxito de la compañía, que nos enriquece mucho.
Vale destacar la labor que desempeñan los bailarines profesionales, quienes a su vez son los maestros de los talleres y de la Unidad Docente, dando el doble de esfuerzos y energías.
Lo de tenerlos juntos a todos nos ayuda porque desde muy niños vemos sus posibilidades, nos familiarizamos más y podemos ir moldeándolos.
A eso se suma el apoyo y la colaboración de la familia, que es vital en esta profesión.
Así ha crecido esta compañía, desde el vínculo con sus miembros desde la niñez y con el apoyo y la complicidad de las familias…".
Las funciones en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba, tendrán horario especial: viernes 10 a las 7:00 pm, mientras que sábado 11 y domingo 12 las presentaciones serán a las 5:00 pm.
Como nota destacada, la función del domingo 12 de marzo estará dedicada, especialmente, a Aurora Bosch, una de las más grandes intérpretes nuestras, una de las Cuatro Joyas del ballet cubano.
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