El reencuentro de tres amigos


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Reecuentro de antiguos miembros de grupo Orígenes en 2002. Al centro, sentado y de frente, el padre Ángel Gaztelu. A la izquierda, de espaldas, Cintio Vitier y Fina García Marruz. Sentado a la derecha, Rafael Acosta de Arriba. De pie atrás, Pablo Pérez Cisneros.

De Cintio Vitier, a quien conocí hace treinta años por intermedio de Araceli García Carranza, guardo muchos recuerdos, pero me referiré a uno de esos momentos en el que fui testigo de un memorable reencuentro. Fue en el año 2002, cuando el poeta y religioso Ángel Gaztelu visitó a Cuba, junto a Pablo Pérez Cisneros, hijo de Guy Peréz Cisneros, eminente crítico y promotor de arte, a quien el Consejo Nacional de las Artes Plásticas le entregaría un reconocimiento, de manera honorífica y post mortem. Resultó muy emotivo para mí ser parte del reencuentro de los viejos amigos del grupo Orígenes: Fina, Cintio y Gaztelu. Este último se había marchado de Cuba en la década de los ochenta del siglo XX y no había regresado más, es decir, hacía casi dos décadas que no se encontraban.

La alegría de los tres fue recíproca al momento de saludarse. En el Hotel Nacional se produjeron las primeras conversaciones entre ellos, a las que tuve el privilegio de asistir. El padre Gaztelu (Puente de la Reina, España, 1912 - Miami, E.U, 2003) era un anciano afable, con mucha chispa en sus comentarios y con una sed enorme de recordar momentos de las seis décadas de su vida cubana, pues llegó a la Isla con apenas trece años de edad.

Entre risas y comentarios anecdóticos que hubiese valido la pena haber grabado para la posteridad, evocaron sus colaboraciones en las revistas Verbum, Espuela de plata y Nadie parecía, y por supuesto, Orígenes, así como la inefable y protagónica gura de José Lezama Lima. Las menciones al poeta español Juan Ramón Jiménez, que los deslumbró a todos en su breve exilio cubano, también se escucharon en un reencuentro en el que todo fue muy espontáneo y lleno de alegría genuina. Gaztelu estuvo en la Isla pocos días, realizó algunos viajes a Bauta, en particular a la iglesia donde oció durante su permanencia en Cuba. Moriría un año después. Esta visita fue su despedida de la patria que lo acogió con hospitalidad. (Este y otros recuerdos aparecerán ampliados en un artículo de Rafael Acosta de Arriba que será publicado en el número 2 de 2021 de la Revista de la Biblioteca Nacional José Martí.)

 


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