Fayad Jamís está vivo entre nosotros


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La Sala Rubén Martínez Villena, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, fue sede de un panel dedicado al escritor, periodista, pintor, traductor y diplomático Fayad Jamís, en el aniversario 90 de su natalicio.

Fayad, nacido en México y de ascendencia libanesa y mexicana, es un intelectual muy dinámico que, aunque vivió solo 58 años, cosechó una vasta obra repartida en disímiles manifestaciones. Es por eso que, para hablar de su legado, es preciso consultar a creadores de distintas áreas. En esta oportunidad el encuentro tuvo participación, en su mayoría, intelectual, sin embargo, abarcó toda su vida, con énfasis en la creación poética.

La velada comenzó con la proyección de una cápsula promocional en la que Lesbia Vent Dumois, Premio Nacional de Artes Plásticas 2019, habló de la trayectoria de Fayad como dibujante y calificó de excepcional su labor como ilustrador y diseñador, no solo para su propia producción, también para otros artistas.

Luego de las palabras iniciales del escritor Alberto Marrero, la actriz y vicepresidenta de la UNEAC, Corina Mestre, tuvo a su cargo una emotiva introducción de la jornada al declamar el poema «Por esta libertad», Premio Casa de las Américas en 1962, concebido por Fayad y dedicado a su colega Manuel Navarro Luna, y en el que se evidencia su profundo sentimiento revolucionario, tal y como destacara más tarde, como panelista, el también poeta, narrador y cineasta, Víctor Casaus.

Casaus, en la actualidad director del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, reconoció en Fayad a un ser extraordinario, que fue capaz de abarcar con éxito varios campos del arte. Habló de su amistad y admiración; lo calificó como un hombre célebre, al tiempo que destacó su multiplicidad y la autenticidad de su lírica que «no fue construida para simplemente enviar mensajes, sino por su interés en trabajar lo bello y lo cotidiano». Asimismo, recalcó el «lúcido manejo de su enorme obra poética», y su pasión por la música, sobre todo, la cubana. Consideró que su labor dejó una huella importante para las generaciones siguientes, y que por eso «a Fayad no hace falta revivirlo ―subrayó― porque está vivo, aquí, entre nosotros».

Sobre la magnitud y la grandeza de su legado, celebró los rasgos de su personalidad que tienen que ver con el esfuerzo porque «únicamente si se es muy laborioso se puede hacer tanto, esa es una de sus mayores enseñanzas». Elogió su coherencia al recordar una frase muy auténtica que Fayad le dijera: «El asunto no es hacer como que se es revolucionario, sino ser revolucionario»; una premisa que le acompañó siempre y que demostraba su compromiso social, el mismo que tenía mientras arrastraba la pobreza de su infancia, luego fuera de Cuba, y después al volver, en plena ebullición política.

En su alocución, Casaus leyó fragmentos de textos de su autoría y otros escritos por el propio poeta nacionalizado en Cuba, como «Mejor es levantarse», y otros de la selección poética La pedrada. También citó al intelectual Roberto Fernández Retamar, de quien tomó parte del prólogo que este hiciera para la antología Cuerpos, de Fayad, o El Moro, como le decía.

«El panel es un intento de alzar la voz de la poesía cubana en el mundo, y de demostrar que la de Fayad no ha muerto» aunque no es lo suficientemente divulgada. Así lo sentenció en su intervención, la poeta, periodista y crítica literaria, Basilia Papastamatíu, quien en breves minutos se refirió a su vínculo cercano con «ese grande de la poesía cubana» que experimentaba sin límite, y que tuvo fuerte influencia surrealista; del mismo modo asombroso por su calidad como persona. Igualmente enfatizó en aspectos importantes de su vida como el haber nacido en un ambiente complejo entre dos guerras mundiales, situación que evidentemente tuvo efectos en él, y por tanto, en su obra.

Para cerrar el panel, intervino el intelectual Enrique Saéz. De antemano su disertación la calificó como «un intento de evitar que la figura de Fayad caiga en el olvido» porque lo considera monumental e imprescindible para los jóvenes, sobre todo para aquellos interesados en esa rama de la creación. Insistió en que el estudio de su obra es obligatorio, incluso, para Latinoamérica; y agradeció la posibilidad que tuvo de acercársele en un plano más personal y comprobar su necesidad de belleza y exquisitez, su marcado interés en lo habitual, y en la relación del hombre con la historia.

A partir de un recorrido por su obra poética, Saéz reconoció su sensibilidad y espiritualidad evidenciado en el tono neorromántico de sus inicios, y luego su evolución marcada por una dimensión trágica, pero de profunda autenticidad que devino por duras vivencias, incluso conflictos y dificultades económicas de su familia. «La obra de Fayad es sólida por su inmenso valor y maestría».

La maestra Corina Mestre volvió para cerrar el programa por todo lo alto, y lo hizo recitando con emoción una de sus piezas más grandiosas, y quizás más conocidas. Con tantos palos que te dio la vida / y aún sigues dándole a la vida sueños… Con tantos palos que te dio la vida / y aún no te cansas de decir: te quiero.

Hace 32 años que no está en esta tierra, físicamente, Fayad Jamís, sin embargo, persiste con su poesía, con sus dibujos, con su impronta que trasciende el tiempo. Permanece aquí, como dijera Víctor Casaus, entre nosotros.

 

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