Un diálogo diferente o el cine como reivindicación social


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Portada de Diferente. Cine y diversidad sexual

Frank Padrón Nodarse es uno de los críticos de cine más reconocidos en Cuba entre diversos tipos de públicos: los que van al cine, persiguiendo directores, estrellas y temas; los que le reciben en sus casas a través del programa semanal de televisión De nuestra América, agradeciendo la selección de los filmes y la franqueza y claridad de sus comentarios. También le sigue un público más intelectual y exigente, entre los que incluyo a muchos de sus propios colegas, que admiran en él la constancia y entrega a una visión del cine, el teatro y otras artes como discurso social y espacio de reflexión cívica.

Huelga decir que Frank Padrón es un activista, es decir, pertenece a esa escasa especie de personas que en Cuba trabajan a diario por la dignificación de grupos sociales discriminados por su condición sexual, racial o religiosa. El activismo alcanzó un peso significativo en las últimas décadas ante la emergencia con que la diversidad y los derechos de las mal llamadas minorías se legitiman en el espacio de la cultura y la sociedad cubana.

El activismo social es un ejercicio crítico responsable, cuya función educativa y reivindicadora vemos crecer hoy más allá de los libros y pantallas. Para Frank, el cine, los temas que problematiza y las ideas que de allí saltan a la realidad y son debatidas, configuran la esencia de su labor como crítico, ensayista, promotor y activista de esa zona de la cinematografía que él mismo define como«cine diverso-sexual».

Su libro Diferente. Cine y diversidad sexual es otra compilación de su tarea crítica en varias décadas, que incluye también el abordaje de la literatura y la música, sobre las que ha publicado valiosos textos. Aquí reúne ensayos sobre la diversidad sexual en el cine cubano, pero también en el latinoamericano y universal.

Está dividido en dos partes, precedidas por un prólogo y una introducción. La primera parte ofrece «el análisis sobre el cine que aborda aspectos y problemáticas relacionadas con las diferentes identidades eróticas, desde perspectivas igualmente diversas que, teniendo como pauta también común la identidad de género, han insistido en un punto esencial: lo estético» (p. 15). Los seis ensayos de esta sección van de las cuestiones más teóricas sobre el tema, algunas aplicaciones de la teoría queer, a fijar la aparición de los sujetos LGTB en el cine de la región, hasta bojear un mapa de la ficción y la documentalística latinoamericanas identificadas con el tema.

La segunda parte del libro aborda el trabajo del cineclub Diferente, espacio mensual coordinado por Frank Padrón desde mayo de 2008 hasta 2018, patrocinado por el ICAIC y el CENESEX, «con el principalísimo objetivo de difundir y contribuir a una mejor comprensión de estas líneas de comportamiento sexual y, con ello, encaminarnos a la disminución y total erradicación de cualquier manifestación de fobia hacia ellas; habrá también obras dirigidas a la lucha contra todo tipo de discriminación (racial, étnica, de género…), de modo que otras e importantes y problemáticas “minorías” estén presentes en la programación del cineclub Diferente» (p. 164). Al final aparecen veinticinco reseñas críticas sobre filmes presentados y debatidos en el club. Varias de estas resultan pequeñas joyas de la crítica de cine en Cuba.

Para Víctor Fowler, prologuista del libro, el cineclub Diferente «contiene las directrices de todo un proyecto de investigación, promoción y activismo sociocultural» (p. 10). Se trata de una labor crítica entendida como un ejercicio ciudadano, como un acto de comunicación que completa un triángulo reflexivo iniciado con la puesta en pantalla, seguida por la presentación y moderación del crítico y que cierra con las intervenciones de los asistentes, quienes han sido, durante esos siete años que recoge el libro, muy diversos, participativos y propositivos. Se trata de una propuesta sociocultural que necesitábamos, digna de reconocimiento, porque diseña un espacio de información, aprendizaje y debate social poco común en el país.

En este sentido, se echa de menos una mayor relación crítica entre los filmes, los contextos discriminatorios y el saber que ha venido deconstruyendo en Cuba tal discriminación y sus fundamentos histórico culturales, tal como aquí sucede en el análisis de la obra de Pedro Almodóvar. Se nota, además, la ausencia de una filmografía que dé cuenta de directores, países, etcétera, que rebasen la selección de nuestro crítico y ofrezcan todo el corpus del cine diverso sexual de la región. Así como lograr que la bibliografía abunde más en los principales debates, autores y textos que respaldan, teórica y críticamente, dicho corpus. (No niego que esas tareas impliquen esfuerzos de otros especialistas y, quizás, material para otros libros).

Lo que realmente vale destacar es que Diferente. Cine y diversidad sexual marca, como pocos libros en Cuba, la manera en que el conocimiento académico y la postura intelectual se involucran con las urgencias de nuestra realidad social, en la defensa de un grupo social y activando la contribución de un público diverso y preocupado por la emancipación de todas y todos los cubanos. Frank Padrón nos propone, más allá de la pantalla, un diálogo crítico, diferente y necesario.

 


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